Un trabajador del puerto de Hammerfest, en Noruega, filmó a la ballena rusa Hvaldimir intentando ganarse la amistad de una gaviota que la ignora por completo, ocupada en no perder el pez que atrapó con el pico. El ave la ignora por completo, pero quienes merodean por el cuerpo conocen la tenacidad de este cetáceo que fue "espía" ruso antes de "naturalizarse" noruego. Tanto insistió Hvaldimir, que lo logró.
En abril de 2019, los pescadores del puerto de Hammerfest, en Noruega, encontraron una ballena blanca beluga con un arnés en el cuello que, en su momento, el biólogo marino Audun Rikardsen, determinó que era un soporte de cámara fotográfica. En ese dispositivo también había una etiqueta que decía “Equipo San Petersburgo”.
El científico añadió en su momento que no se trataba del tipo de arnes utilizado con fines académicos.
Por lo tanto, los noruegos, desde hace siglos recelosos de los rusos, pensaron que la ballena había escapado de un centro de entrenamiento de animales para realizar tareas de espionaje.
Le quitaron el arnés y la liberaron. Pero el ejemplar, tanto o más simpático que un delfín, nunca quiso abandonar el puerto. Se quedó, la bautizaron Hvaldimir y se convirtió en una atracción turística.
La solidaridad de Hvaldimir conmovió a los noruegos; las ballenas belugas del Artico suelen ser gregarias; pero ésta prefirió quedarse sola
Seis meses más tarde, volvió a ser noticia: un kayakista que la estaba filmando con una go-pro mientras se acercaba al puerto, le acarició la cabeza. Al intentar descender de la embarcación, se le cayó la cámara y Hvaldimir se la fue a buscar al fondo marino para devolvérsela.
Idéntico gesto había tenido un tiempo atrás, con unos turistas que habían dejado caer su celular al mar mientras intentaban filmarla.
La ballena beluga es un cetáceo que puede sobrepasar los cinco metros de longitud. Habita la región del Círculo Polar Artico y está en peligro de extinción, amenaza que no impide que algunos acuarios tengan ejemplares en cautiverio.