Los domingos a las 20.30 se representa en una pequeña sala de CPM Multiescena la obra española Un balcón con vistas, un inteligente texto de Laura Molpeceres que cobra vida con cuatro jóvenes actores. La pieza parte de un equívoco intencional para poner de relieve la problemática de las parejas de la actualidad, romances jóvenes, convivencia, el ocultamiento de los gustos personales para seguir atrayendo al otro y lo rápido que llegan el desamor y las nuevas posibilidades de romance. Y lo hace con altura y muchas carcajadas por parte de una platea que se identifica inevitablemente con lo que se dice.
Además apela a frases del psicoanálisis para brindar una explicación a ciertas actitudes, que luego se le dan vuelta y retornan al personaje que las pronuncia. Con humor y crudeza pone de manifiesto la volatilidad de los enamoramientos, aunque se prolonguen por años. Ya nada es seguro.
Y como instrumento de ese texto están cuatro jóvenes actores, que no por ser jóvenes dejan de hacerle honor y de encarnarlo con ternura, gracia y hasta desparpajo, a lo que suman los tradicionales enredos de la comedia y algún que otro gag físico. La simpatía y picardía de Nico Zuviría están muy bien aprovechadas por la directora María Rosa Frega, lo mismo que Solange Verina se convierte en una persona muy estructurada o Georgina Mollo no tiene problemas en ser el muñeco que vapulean sus compañeros hasta que tiene oportunidad de sacarle el jugo a sus diálogos. Y el que más aprovecha la dualidad de su personaje es Gastón Ares, al comienzo erudito, luego desvengorzado y al final vulnerable. Los cuatro hacen un gran trabajo.
La única objeción a esta puesta es la sala, con un escenario muy bajo, que hace que los espectadores de atrás (se ingresa por orden de llegada) no puedan ver lo que hacen los actores en el piso o se pierdan detalles de la escenografía que se señalan en los diálogos. Sin embargo, Un balcón con vistas se convirtió en la mejor forma de terminar el fin de semana.