COLUMNISTAS
PANORAMA / EFECTO CUADERNOS

La gran ecuación

Cuál sería el impacto electoral de las denuncias de corrupción. Los indignados y la neutralidad.

1334_cangelis
A LA PESCA DE LISONJAS Cristina Fernández-Mauricio Macri | DIBUJO: PABLO TEMES

Muchos comunicadores sociales se indignan frente al hecho de que Cristina de Kirchner siga teniendo una alta intención de voto para 2019 que le permitiría disputar un ballottage frente a Mauricio Macri, y que visto desde hoy tendría un desenlace cerrado.

El veredicto. Estos comunicadores se indignan porque, más allá de lo que dictamine la Justicia, consideran a la ex presidenta culpable de todos los cargos que hoy le sobrevuelan, desde Hotesur hasta los bolsos con coimas que surgieron de los cuadernos de Oscar Centeno y lo manifestado por los arrepentidos, cartelización de la obra pública incluida. En síntesis, aquellos intérpretes han dado su veredicto y no logran comprender cómo “el pueblo” no se ha dado cuenta, o no le importa la “verdad”.  
Max Weber, uno de los fundadores de la sociología como ciencia, solía hacer referencia a la necesidad de mantener la “neutralidad valorativa” para entender los fenómenos sociales. El autor alemán pensaba que para sostener esta neutralidad era indispensable excluir los juicios de valor al momento de establecer las interpretaciones. Weber explicaba que los juicios de valor suelen conducir a conclusiones engañosas; para esto es preciso buscar el conocimiento objetivo separándolo de la opinión de quien intenta explicar los comportamientos ajenos. Por esto, la tarea de comprender un fenómeno puntual como las motivaciones del voto debe desprenderse del deseo de quien busca entender uno de los comportamientos más complejos y relevantes para las democracias contemporáneas. En este sentido, también es necesario correrse de las explicaciones rápidas monocausales de los fenómenos, simplificando las complejidades presentes.

Mente múltiple. Contrariando la idea de que hay una sola razón para votar, cada sujeto suele tener en su cabeza una suerte de ecuación, donde se van incorporando diferentes elementos o cuestiones que tienen diversas ponderaciones. Cada uno de estos elementos tiene una importancia relativa dentro de todo el conjunto. Asimismo, las cuestiones operan en distintas temporalidades, y en forma comparativa, es decir cómo era o qué pasaba en momentos anteriores, en comparación con el “ahora”, donde la memoria suele tener un peso importante. También, las evaluaciones suelen ser prospectivas, es decir orientadas al futuro en forma de expectativas o esperanzas sobre lo que se espera: ¿hacia dónde vamos? Para complicar el análisis, se debe agregar que para cada hecho hay una o varias interpretaciones. Aunque cualquiera puede explicar cualquier hecho con las herramientas que posee, los productores legítimos de interpretaciones suelen ser los medios de comunicación, los comunicadores y los periodistas, pero también los expertos que suelen difundir su “expertise” en sistemas de información.
Para completar con los elementos característicos que intervienen en la lectura del mundo en general, y en la decisión del voto en particular, también se deben sopesar las referencias estructurales de los sujetos, por ejemplo, en qué lugar de la estratificación social se encuentran, dónde viven, si en centros urbanos o conurbaciones, etc. Para finalizar, una cuestión a considerar, y que ha cobrado una relevancia vital, es la cuestión generacional, la edad del votante. Se observa una creciente ruptura en la visión del mundo que tienen los jóvenes respecto de los adultos, con diferencias en las perspectivas en casi todos los tópicos. En este sentido, aun hoy el mayor soporte del Gobierno se encuentra entre los mayores de 65 años, y el mayor rechazo, en los menores de 25.

Economía vs. corrupción. A la hora de evaluar al Gobierno y tomar la decisión del voto, el primer segmento que suele ser incorporado en este sistema perceptual por los ciudadanos es el conjunto de hechos de coyuntura.
Si bien existe una gran cantidad de factores que se incorporan en la ecuación perceptual, en este momento del país dos hechos paralelos concitan la atención: primero, la situación económica, y segundo, el descubrimiento de la red de sobornos durante el gobierno anterior. Son dos cuestiones de diferente calado, en la primera los protagonistas son los propios ciudadanos, que sufren las dificultades de la situación en carne propia. Un efecto evidente es que la inflación es la principal preocupación en la actualidad. Incluso muchos medios de comunicación pueden dejar de informar sobre la penosa marcha de la economía, pero no pueden evitar la experiencia diaria de los sujetos en el supermercado.
Por otro lado, tras la frondosa difusión de los cuadernos de Centeno, prácticamente no hay habitante que no se haya enterado de la cuestión de la corrupción. Sin embargo, se trata de un entramado distante para el ciudadano de a pie, que hasta puede ser un elemento de evasión para la dificultosa situación económica. Luego, la trama que se va desnudando muestra un sistema generalizado de dádivas con intereses involucrados.
Dicho de otro modo, la mayoría visualiza que los empresarios daban coimas para facilitar sus negocios, en un marco de ausencia de confianza en el Poder Judicial, que colabora en relativizar todo el proceso. Distancia y generalización hacen que la ponderación del factor corrupción sea baja en la ecuación para un sector importante de la población.
Con respecto al tema económico, cada sujeto analiza cómo le está yendo en la actualidad, buscando en su pensamiento la comparación con alguna época anterior, y no pocos descubren que años atrás estaban mejor: “Había una alta inflación, pero los salarios seguían de cerca los precios”, “el modelo no iba a ningún lado, pero se podía vivir”, esas son creencias bastante difuminadas. Tampoco la perspectiva es buena mirando hacia adelante, casi siete de cada diez argentinos creen que su situación va a ser peor el año entrante. Consciente de la importancia de las expectativas, el Gobierno en sus primeros años de gestión sobreactuó el futuro brillante, con los famosos brotes verdes y las lluvias de inversiones. Toda esa narrativa desapareció para dar lugar a las metáforas meteorológicas que el Presidente resumió en la reunión empresarial de AEA del jueves último: “Atravesamos una tormenta de frente”.
Una argumentación que algunos comunicadores ensayan instalar busca conectar la trama de corrupción en la obra pública con la actual situación económica, con vinculaciones del estilo de “el sueldo que te falta es culpa de las coimas”. El pasado afectando el presente, ¿podrá tener éxito?

*Sociólogo (@cfdeangelis).