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PANORAMA / POST FMI

Reflejos en tiempos de ajuste

El nuevo acuerdo económico abre la puerta a una mayor recesión y, para algunos, a una posible candidatura de Vidal o Rodríguez Larreta.

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HERRAMIENTA Mauricio Macri | DIBUJO: PABLO TEMES

En los principios del gobierno de Cambiemos muchos de los debates periodísticos pero también académicos buscaban caracterizar a esa nueva coalición que lograba desbancar al peronismo del poder y que se distinguía por variadas razones de los espacios de la derecha tradicional argentina del siglo XX. Hoy, pisando los tres años desde su asunción, el gobierno de Mauricio Macri se ha vuelto una fuerza política unidimensional donde solo hay lugar para el discurso economicista del ajuste perpetuo dejando la política a un costado del camino.

País-timba. La evidencia más tajante de este enfoque se obtiene al observar la importancia de la renuncia de Luis Caputo a la presidencia del Banco Central un día antes de la firma con el acuerdo con el FMI, por encima de decisiones de alto impacto como la desaparición de los ministerios de Trabajo, Salud y Ciencia y Tecnología.
En esta etapa del Gobierno casi el único objetivo de Macri es contentar a los “mercados” que pueden reducirse a algunos fondos de inversión y a un puñado de bancos internacionales. Estos actores, caracterizados por la rapidez de reflejos y escala global, han prestado a la Argentina decenas de miles de millones de dólares no porque “sientan” ningún tipo de predilección por este país del sur del planeta, sino porque como capitales financieros disponibles buscan la valorización veloz en países que por sus propias vulnerabilidades deciden abrirles las puertas.
Es verdad que desde la conformación del primer gabinete muchas de las segundas y terceras líneas del Gobierno fueron completadas con directivos de importantes empresas y organizaciones del mundo de las finanzas. En aquellos momentos ni siquiera llamó la atención que la mismísima Unidad de Información Financiera (UIF) pasara a ser dirigida por un ex funcionario del FMI. Sin embargo, en esos nombramientos subyacía una lógica que en estos días se ha vuelto no solo principal, sino organizadora de toda la acción estatal, y cuyo discurso hegemónico y legitimador se transformó desde el “pobreza cero” de la campaña al “déficit cero” de la actualidad. Un déficit cero que, como se sabe, es engañoso porque se refiere al primario, es decir sobre los gastos directos del Estado, mientras que aumentan significativamente los intereses de la abultada y siempre ascendente deuda pública.

Dale alegría a mi corazón. No resulta fácil para Macri ni para las principales espadas políticas del PRO o del radicalismo “vender” la alegría de este segundo acuerdo con el FMI, luego de incumplir en forma casi completa el firmado hace escasos tres meses, que devoró a dos  presidentes del Banco Central y permitió una histórica fuga de divisas. Fuga no es otra cosa que el retorno de los capitales golondrina que olieron el riesgo de default, la que parecía una palabra tabú, pero que a partir de la ampliación del crédito del organismo multilateral de crédito, y el perdón implícito por el incumplimiento del primer acuerdo, se puede nombrar bajo la perspectiva de que desapareció el riesgo mediato. La exótica demanda de Macri sobre “que todo el país se enamore de Christine” rubrica la dificultad de explicar el vínculo con el Fondo, un organismo seriamente cuestionado luego del manejo de la crisis internacional de 2008, y que parecía ya no tener futuro desde aquellos lejanos acuerdos de Bretton Woods en 1944.
No obstante, aunque parezca sorprendente en un país donde más del 70% tiene una pésima imagen de FMI, que ese organismo se haya vuelto el principal aliado del Presidente en su búsqueda de reelección. Esta intención fue admitida por el mandatario argentino, no casualmente, en una entrevista en el canal Bloomberg, el predilecto del mundo financiero. El problema de mayor calado es que el propio liderazgo del Presidente está siendo cuestionado en el círculo rojo, donde se le adjudica cierto amateurismo y falta de reflejos en el manejo de la crisis. No pocos en el establishment comienzan a evaluar que sería mejor transformar a Macri en líder emérito y dejar la candidatura principal en manos de María Eugenia Vidal o el propio Horacio Rodríguez Larreta.

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La era del hielo. Tanto Vidal como Larreta se encuentran tácticamente unidos en la resistencia para que sus distritos no se conviertan en el pato de la boda del “déficit cero”, mientras que al mismo tiempo intuyen que las promesas al Fondo introducirán al país en una glaciación única que consumirá gran parte de 2019.
¿Cómo responderá la sociedad cuando se conozcan los verdaderos efectos del recorte de 500 mil millones de pesos en el Presupuesto?
En este tenso marco, se debe señalar que la legitimación discursiva del programa neoconservador que el Gobierno ha logrado perfeccionar en esta tercera etapa, lejos de provenir de sus espadas políticas, se ha tercerizado en economistas presuntamente independientes. En este sentido, un estudio de la consultora Ejes de Comunicación muestra la extendida presencia de veinticuatro economistas entre diciembre de 2017 y septiembre de 2018 en la televisión argentina, en especial en señales de cable. Entre todos dieron la friolera suma de 2.197 entrevistas en unos diez meses. La mirada central de al menos veinte de los veinticuatro se alinea con la ortodoxia neoliberal, y los temas predilectos se reducen a uno: hay que achicar el Estado que aplasta a la actividad privada.  
Se debe decir que la sociedad ha presenciado como mera espectadora todo este proceso viendo como sus ingresos se evaporan bajo el rayo láser de la infernal combinación entre inflación-devaluación-altas tasas de interés. Sin embargo, la nueva estrategia ultraortodoxa del Banco Central de congelar la emisión monetaria hasta mediados de 2019 contribuirá a profundizar la recesión y provocará una detención en seco de la economía, lo que llevará muy probablemente no solo a un crecimiento de la pobreza e indigencia, sino a una quiebra generalizada de pequeñas y medianas empresas cuyas actividades no generan dólares en su desenvolvimiento. También se debe señalar que la anunciada estrategia de contención de la divisa norteamericana, combinando bandas de flotación entre 34 y 44 pesos por cada unidad del dólar más una actualización del 3% mensual no hará otra cosa que estimular la especulación financiera como recuerdan algunos veteranos financistas que vivieron una situación similar con la tablita de José Alfredo Martínez de Hoz, y que terminó en la megadevaluación de su sucesor Lorenzo Sigaut, quien pasará a la historia con su frase “el que apuesta al dólar pierde”.

*Sociólogo (@cfdeangelis).