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Elsa Cáceres: “Bake Off me cambió la vida y ahora me cuesta salir a la calle”

La participante de Villa Rumipal es una de las semifinalistas del reality de pasteleros que termina en tres domingos por Teleocho. “Me dolieron algunas críticas”, confiesa.

Elsa Cáceres - Bake OFF
SEMIFINALISTA. La mujer de Villa Rumipal cautivó a la audiencia del programa de Paula Chaves. | Prensa Telefé

Apenas unas pocas apariciones en cámara le bastaron a la cordobesa Elsa Cáceres para transformarse en una de las preferidas del público en el programa Bake Off, el ciclo de Telefe (Teleocho en Córdoba) que busca elegir al mejor pastelero no profesional. Con recetas simples pero profundamente arraigadas en el paladar argentino, sumadas a un carácter honesto y transparente, la oriunda de Villa Rumipal logró alcanzar las semifinales y se ilusiona con llegar a la gran final de uno de los programas más vistos de la televisión nacional. Sin la vorágine que implica un reality show, ni el asedio de las cámaras, Elsa dialogó con PERFIL CORDOBA y aseguró que el programa le dio un giro a su vida.

“La verdad es que todo cambió. Ahora salgo de mi casa y la gente me saluda de manera constante y, obviamente, saludo a todos. Pierdo muchísimo tiempo. Mi esposo me dice que ya no puede salir a hacer las compras conmigo porque demoramos una barbaridad”, cuenta la pastelera.

“Me piden selfies y videitos gente de todo el país. Tengo grupos de fans de nenes chiquitos. El otro día me pasó algo muy simpático cuando recibí un Whatsapp de Juana Repetto con un video en donde se veía a su hijo Toribio mirando la televisión y gritando ‘Elsa, Elsa’. Son cosas muy lindas que hacen que uno se sienta muy querido”, agregó.

—¿Dónde nace la pasión por la pastelería?

—Vengo de un papá pastelero así que siempre me movía entre las mesas de trabajo, la harina y el azúcar. Y arranqué de grande, porque cuando mis chicos eran chicos tenía miedo que me tocaran las cosas. Y siempre lleve prendidito en mi corazón lo que era la pastelería. Hice algún que otro curso en Córdoba, porque me costaba mucho viajar de Rumipal hacia allá para estudiar y también siempre fui de mirar muchas revistas de pastelería. Así, algo fui aprendiendo, solo que se me dio un poco tarde nomás.

—¿Quién la anotó en el programa?

—Mi nieta y mi hija. Ellas me incentivaron. Les dije que estaba grande para estas cosas, pero me respondieron: “Que grande ni que grande. Vos dale para adelante y llegá hasta donde puedas”. Y así fue. Este programa fue cumplir un sueño que yo tenía desde muy joven. —Imagino que ahora los vecinos de Rumipal quieren probar sus creaciones. ¿Cómo sigue esto? —La verdad es que estamos viendo cómo afrontamos la gran demanda que tenemos. Con la familia, en estos días, es cuando estamos pensando cómo continuamos con la pastelería porque realmente son muchos los pedidos.

—¿Y qué le piden?

—La gente del interior es muy clásica. El dulce de leche y el merengue es lo que más sale. De todas maneras uno trata de innovar y jugar con otros ingredientes.

—¿En casa es más fácil?

—En casa uno trabaja con una seguridad que en el programa no tiene. Cada vez que llego a mi casa me desquito de todos los que me salieron mal. El otro día hice un tiramisú que me salió tan bien que mis hijos le sacaron fotos. De las que me salieron mal hubo una que me dolió mucho por lo que generó. La naked cake (torta desnuda) salió mal y la gente fue muy cruel porque dijeron cosas muy feas. Sinceramente, siempre he manejado la pastelería clásica y hay cosas que no las conocía. Me mande una torta bárbara, pero era muy tierna para ser tan alta. Debería haber hecho una torta más consistente y só- lida que bancara esa altura.

—¿Pensó que iba a llegar a esta instancia?

—Yo me conformaba con no irme en la primera ronda y ahora estoy acá, a un pasito de la final. He conocido gente maravillosa que me trató muy bien y me hicieron sentir muy cómoda.

—¿Cómo vive este momento su familia?

—Ellos están muy alegres, especialmente mi esposo. Mis hijos también. A una de mis hijas en un momento le dije que le había fallado a la familia. Y ella me respondió con unas palabras que a mí me llegaron mucho. Me dijo: “A nosotros no nos tenés que demostrar nada” y eso para mí fue muy importante. Domingo a domingo yo los agasajo a ellos y esa es mi verdadera felicidad.