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Archivos secretos de EE.UU.: el Batallón 601 planeó seguir operando en plena democracia

En 1985, miembros del temible escuadrón del Ejército discutieron cómo implementar la “próxima campaña antisubversiva”. Los datos surgen de la desclasificación de Obama.

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Gesto. Durante su visita en marzo a la Argentina, Obama prometió a Macri y organismos de DD.HH. publicar archivos sobre la dictadura. | Cedoc Perfil
A fines de marzo de 1985, un año y medio después de la asunción presidencial de Raúl Alfonsín, miembros del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército se reunieron para discutir cómo mantener activa la “lucha contra la subversión” en plena democracia. El que tomó la voz cantante fue el coronel Luis Faustino Adolfo Suárez, identificado como jefe de Contrainteligencia del Batallón, quien afirmó que era indispensable establecer canales informales y discretos de comunicación con agentes de la Policía Federal Argentina para involucrar a dicha fuerza en la “próxima campaña antisubversiva”.

El dato surge de uno de los archivos secretos de los Estados Unidos que fueron desclasificados esta semana por el gobierno de Barack Obama, según lo que el mandatario le había prometido a Mauricio Macri durante su visita en marzo a la Argentina. El documento es  otra prueba de que, durante los primeros años del regreso a la democracia, las estructuras represivas de la dictadura militar se mantuvieron activas. De hecho, el Batallón 601 fue disuelto recién en 1985.

El despacho de inteligencia remitido desde Buenos Aires al Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, entonces encabezado por el presidente Ronald Reagan, señalaba que en la reunión se había conversado sobre supuestos “preparativos militares de gran escala por parte del PRT-ERP y de un amplio tráfico clandestino de armas en la Argentina” que podían ser tomados como “indicios de que actividades subversivas podrían volver a tener lugar en la Argentina”. Suárez también le dijo al puñado de agentes presentes del Batallón –entre los que también estaba el mayor Rodolfo Dellatorre, vicejefe de Contrainteligencia– que él veía críticamente el modo en que la represión política había sido llevada a cabo durante los años setenta debido a una extendida “falta de experiencia, coordinación entre fuerzas y conducción clara y decidida”.

Suárez señaló que la “próxima campaña antisubversiva” debía realizarse en base a un programa “bien supervisado y centralizado”, que tuviera como elemento clave la coordinación con la Policía. Manifestó que “el Batallón debía proceder cuidadosamente en el establecimiento de contactos con la PFA y asegurarse de que los policías elegidos para cooperar fueran discretos y confiables”. Y dijo contar con una lista de altos jerarcas policiales a los que podrían consultarles qué oficiales eran recomendables para lo que buscaba el Batallón 601.
Al igual que muchos otros documentos incluidos en esta segunda tanda de desclasificaciones –la primera se difundió en agosto–, el archivo en cuestión tiene tachaduras que posiblemente buscan preservar la identidad de las fuentes.

Jugosos. Carlos Osorio, director del Proyecto Cono Sur del Archivo de Seguridad Nacional (NSA), una institución no gubernamental con sede en la Universidad George Washington que se dedica a sacar a la luz papeles confidenciales acumulados durante décadas por los distintos gobiernos estadounidenses, se ocupó de relevar y difundir esta nueva desclasificación. “Esta segunda tanda de archivos tiene la mitad de tamaño que la anterior, pero es mucho más jugosa –dijo Osorio a PERFIL–. Han sido muy abiertos con esta desclasificación, hay archivos marco que incluso podrían citarse en causas judiciales”.

Los documentos también aportan información sobre la Operación Cóndor y, en particular, sobre los tempranos planes que tenían las dictaduras de Argentina, Uruguay y Chile para exportar la coordinación represiva y la persecusión a disidentes hacia Europa. “Sabíamos que eso había existido, pero no conocíamos que con ese nivel de osadía y descaro –agregó Osorio–. Incluso hay pruebas de que planearon asesinar a miembros de Amnesty International”. El conocimiento histórico sobre la Operación  Cóndor ha sido siempre fragmentario, producto del trabajo de rompecabezas de investigadores. En esta desclasificación aparecen informes detallados de la CIA donde el cuadro de la represión extraterritorial empieza a verse más completo.