En un país donde las políticas de largo plazo suelen ser la excepción, la semana pasada logró media sanción un proyecto que fija las prioridades en ciencia y tecnología para los próximos diez años. “Estamos orgullosos del trabajo que se ha hecho”, dijo el ministro Daniel Filmus tras la aprobación en el Senado, en referencia a las 50 reuniones que su cartera tuvo con organismos especializados y representantes de las provincias camino al texto final.
La legisladora oficialista por Río Negro, Silvina García Larraburu, aseguró que, con esta iniciativa, “por primera vez, se pone a la ciencia y la tecnología al servicio de los grandes problemas que tiene la Argentina”, lo que “va a marcar un antes y un después” en nuestra historia. Adolfo Rodríguez Saá, por su parte, planteó la necesidad de “alcanzar una mayor soberanía científica y tecnológica para decidir con autonomía en todas las áreas estratégicas del país”.
Los desafíos de la transición energética en Argentina
Algunos de los diez desafíos que destaca el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030 son erradicar la pobreza y reducir la desigualdad y la vulnerabilidad socio-ambiental; impulsar la biotecnología para potenciar las producciones regionales; alcanzar la soberanía alimentaria; lograr una salud equitativa y de calidad; desarrollar los sectores espacial, aeronáutico y de las telecomunicaciones; y fomentar la transición energética.
“El desarrollo de la ciencia y la tecnología deben ser una propuesta y un compromiso colectivo”, había dicho Alberto Fernández durante la presentación del plan, cuando destacó la importancia, por ejemplo, de agregar valor a procesos que hoy son sólo extractivos, como la minería de litio. En el mismo evento, la secretaria de Asuntos Estratégicos, Mercedes Marcó del Pont, había valorado a la ciencia y la tecnología como “herramientas que permitan reducir las brechas territoriales, de productividad, sociales y de género”. Ahora sólo falta que los protagonistas lo demuestren.
FM JL