En 2018, cuando el 55% de los brasileños eligieron a Jair Bolsonaro como su nuevo presidente, la revista Nature vaticinó lo peor para la ciencia y el ambiente. Cuatro años después, cuando el 51% optaron por Lula, la publicación dedica una despedida lapidaria al militar retirado: su gobierno se empeñó en cercenar derechos, negar la evidencia e impulsar el desarrollo a cualquier costo. “Desastroso para la ciencia, el ambiente, el pueblo brasileño y el mundo entero”, concluye.
La presidencia de Bolsonaro se recordará por la duplicación en las tasas de deforestación del Amazonas, el desprecio a las advertencias de los científicos sobre los peligros del covid (con consecuencias directas en las 685 mil muertes registradas) y el des-financiamiento a universidades y organismos científicos.
La cooperación global para proteger la Amazonía se reanudará con Lula
El contraste con sus antecesores -y sucesores- no podría ser mayor. Bajo los mandatos del Partido de los Trabajadores “se hicieron grandes inversiones en ciencia e innovación, se fijaron fuertes protecciones ambientales y se expandieron las oportunidades educativas”, elogia Nature. Brasil llegó a ganarse una reputación de liderazgo ambiental, al bajar la deforestación del Amazonas mientras avanzaba en la producción de soja y carne vacuna sostenibles, controlaba la contaminación y protegía los derechos de pueblos originarios.
“A este tercer mandato, Lula llega planteando la necesidad de una reforma fiscal y de capacitar a más brasileños para trabajar con tecnología”, recuerda el sitio de noticias científicas Periferia. Su programa plantea una reforma fiscal solidaria, que “libere progresivamente productos con mayor valor añadido y tecnología embebida”.
También rescata la importancia de acelerar el uso de inteligencia artificial, biotecnología y nanotecnología en procesos productivos con mayor valor agregado, además de garantizar internet de calidad en todo el territorio y un aumento de la participación popular a través de los recursos digitales.
Quizá la mayor expectativa sea que Lula repita logros de su propia gestión, como el impulso a la investigación en el ámbito productivo, el estímulo a la inversión privada mediante créditos, el fortalecimiento de la educación universal y la ampliación de los acuerdos internacionales. Después de una relación bilateral traumática, Argentina observa con expectativas renovadas.
JL PAR