POLITICA
se va el presidente de la camara

“Me siento liberado”, dice Monzó tras el anuncio de su salida de Diputados

Cuarto en la línea sucesoria presidencial, contó a sus íntimos que quiere dejar su cargo “cuanto antes”. Pelea con Marcos Peña y ninguneo político.

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Harto. Peña lo corrió de la mesa chica. Ahora tendrá más tiempo para volver a Carlos Tejedor. | Telam

“Me siento liberado”. Emilio Monzó aún resopla cuando tiene que hablar del blanqueo de su salida del control del Congreso como presidente de la Cámara de Diputados. “Estuve casi un año sin hacer nada, sin un rol político”, les confió a sus interlocutores en estos días, según pudo reconstruir PERFIL.

Aunque había regresado desde el año pasado, junto a su mujer, la abogada Karen Sánchez Zabala, a la quinta familiar Los Abrojos, donde el presidente Mauricio Macri lo recibe con Juliana Awada, nunca volvió a ser el armador político que supo ser hasta 2015. Su distanciamiento de la mesa chica y la mediatización de sus críticas hacia el esquema concentrado de decisiones lo terminaron de alejar.

En particular: ve a un Macri encerrado, afirma que el Gobierno debería ampliar su base de sustentación sumando gobernadores e intendentes peronistas para poder afrontar las crisis, y descree que la política económica esté dando sus frutos, como repiten en el primer piso de la Casa Rosada. Su futuro sería la embajada de España.

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Monzó no es un novato ni un personaje menor dentro del oficialismo: además de haber sido el articulador primordial de todas las leyes que necesitó el Presidente, fue pieza fundamental para acercar a Elisa Carrió y, luego, a la UCR, y conformar Cambiemos en 2015. Acaso por ello fue jefe de la campaña presidencial además de ministro de Gobierno porteño. Pero todo cambió el 10 de diciembre de 2015. “Dedicate al Congreso”, le aconsejó el jefe de Estado y, con el impulso cotidiano del jefe de Gabinete, Marcos Peña, lo retiraron delicadamente de la mesa chica de decisiones de gestión y de política. Siguió yendo a las reuniones de “coordinación”, donde se aburre y se limita a repasar los proyectos de Diputados sin ninguna injerencia decisiva.

Harto del ninguneo de la Rosada, Monzó hoy cuenta las horas para dejar el cuarto lugar en la línea sucesoria presidencial. Es más: en su grupo más íntimo creen que dejará el control de Diputados a fin de 2018 cuando haya que renovar autoridades. “Cuanto antes”, dicen.
Según todas las fuentes, no hubo un detonante particular. “Se pudrió, ahora siente dolor y está de duelo, pero hace más de un año que no tiene un rol político, ni siquiera pudo poner un pie en la provincia de Buenos Aires”, cuenta uno de sus laderos. No es nuevo en el PRO que María Eugenia Vidal jamás confió en él.

Antecedente. El puntapié inicial de la crisis de Monzó lo dio una entrevista con este diario, a fines de 2016, donde criticó la falta de política territorial y a Jaime Duran Barba. A partir de allí comenzó a darse, de manera pública, una furiosa batalla con un sector de la Casa Rosada, en particular con Peña. El jefe de Gabinete ensayó, a comienzos de 2017, reemplazarlo de Diputados. “¿Por casa cómo andamos?”, alcanzó a decirle al vicejefe porteño, Diego Santilli, en una reunión privada cuando barajaba qué hacer con Monzó. Esa fue una muestra cabal del poder político de Peña, que luego fue confirmado por Macri: su jefe de Gabinete concentró la campaña 2017 y el Presidente dejó en sus manos el armado de listas. Con la pelea cristalizada en los medios, Peña invitó a almorzar en La Recova al diputado. Intentaron amigarse. Hicieron las paces, pero solo en las formas. Monzó no volvió nunca más a la mesa de decisiones.

Entre sus aliados en el macrismo, el ex intendente de Carlos Tejedor armó una estrategia con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien colocó como su viceministro político a Sebastián García de Luca. Juntos animan la relación con los gobernadores. Pero Frigerio quedó golpeado por el portazo. Buenas noticias para el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, quien desea infructuosamente la cartera de Interior. Su nuevo rol político incluye una candidatura el año que viene, deja trascender cada vez que se le presenta la oportunidad.

Otro de los aliados estratégicos de Monzó, durante largos años, fue Nicolás Caputo, el íntimo amigo de Macri. El empresario conoce muy bien al diputado. Y suele compartir sus análisis políticos, incluso las discrepancias con Peña. Sus mujeres también son amigas.
Finalmente, Horacio Rodríguez Larreta tampoco le soltó la mano. Quizás piense en su futuro sabiendo de las habilidades para sumar voluntades a futuro.

Durante años, cuando era armador del PRO, en una pizarra de vidrio amurada a su oficina en Rivadavia al 600, a metros de la Plaza de Mayo, desplegaba sus hipótesis de trabajo, alianzas y miradas sobre el futuro del macrismo. La realidad cambió. Hoy en su despacho en el primer piso de Diputados duerme un precario pizarrón que nunca pudo utilizar.

La evolución del grupo de WhatsApp

Una buena forma de observar el devenir político de Emilio Monzó y su equipo es mirar con detenimiento la evolución del grupo de chat de WhatsApp en el que se encuentran, entre otros, Nicolás Massot y Silvia Lospenatto (diputados del PRO), el viceministro político del Interior, Sebastián García de Luca, y los diputados provinciales, Marcelo Daletto y Guillermo Bardón.

Allí, el año pasado había nacido Los Febreros, ya que a comienzos de 2017, se suponía, habría una corriente interna de Cambiemos que se lanzaría en ese mes. Luego pasaron a llamarse Los Orcos, que hoy fueron rebautizados como Los Puercos (los vistos como “feos” por la cúpula macrista). Ahora, el grupo pasará a denominarse Grupo España. Los nuevos tiempos del monzoísmo.