POLITICA
Opinión

Partido cancelado: mucho más que una cuestión deportiva

El analista internacional especializado en Medio Oriente, señaló puntos importantes a tener en cuenta.

Netanyahu Macri
Benjamín Netanyahu y Mauricio Macri | Juan Vargas/NA

El analista internacional especializado en Medio Oriente y profesor de la Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral, Said Chaya, realizó un análisis político sobre suspensión del partido amistoso de la Selección Argentina contra Israel, que debía disputarse el próximo sábado 9 de junio en Jerusalén.

"En abril pasado, el Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino (CASPP), que integran principalmente agrupaciones locales de izquierda, organismos de derechos humanos y colectividades árabes, presentaron un pedido a la AFA solicitando que no se juegue el amistoso previsto entre Argentina e Israel en la ciudad de Haifa, el 9 de junio. Esta campaña estaba encastrada internacionalmente en las estrategias del Movimiento BDS (Boycott, Divestment, Sanctions, o “boicot, desinversión, sanciones”). Este grupo pretende, a través de boicots económicos (alentando al no consumo de bienes de origen israelí) y culturales (promoviendo que se  cancelen recitales y congresos), castigar al Estado de Israel por su accionar contra los palestinos", indicó el analista.

"A las presiones de BDS se sumó la coyuntura política internacional. El 14 de mayo pasado, el gobierno estadounidense trasladó su representación diplomática en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, generando el rechazo de los palestinos, gran parte de la comunidad internacional y organismos intergubernamentales como las Naciones Unidas y la Unión Europea. No olvidemos que tanto Palestina como Israel reclaman a Jerusalén como su capital. Las protestas de los palestinos en Gaza con motivo de esta medida fueron fuertemente reprimidas por las fuerzas de seguridad israelíes. La televisación y replicación de los sucesos en las redes sociales impactaron en la imagen de Israel", agregó.

Para Chaya, "el Ministerio de Cultura y Deportes de Israel presionó con éxito a mediados de mayo a los organizadores deportivos para que el partido se traslade de Haifa a Jerusalén, abonando a los organizadores una elevada suma, que el diario Haaretz fijó en US$ 760 mil dólares". "En ese contexto, el partido entraría dentro del presupuesto asignado con motivo de los festejos por los setenta años de la creación del Estado de Israel. La pretendida politización del partido generó malestar entre los jugadores argentinos durante las últimas semanas. Ello, sumado a los hechos en Gaza y la presión de BDS, generó una reacción inesperada: la negativa del equipo argentino a jugar contra Israel", indicó.

El analista consideró que "el boicot deportivo no constituye una novedad, y ya fue practicado entre los ‘60 y ‘80 por la FIFA y el Comité Olímpico hacia Sudáfrica en tiempos de apartheid. Parte de la filosofía de BDS consiste en marcar las coincidencias entre el apartheid sudafricano con las políticas de Israel hacia los palestinos".

"El presidente Mauricio Macri ha destacado en más de una ocasión los lazos de proximidad que lo unen con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. El gobierno mantiene conversaciones desde ayer para intentar resolver las diferencias y no ha cerrado el tema definitivamente: cree que es posible un nuevo traslado de sede y, con ello, la concreción del partido. La AFA, por su parte, culpó a los jugadores. Se atribuyó la negativa a supuestas amenazas contra la vida y la familia de Lionel Messi, que nunca se hicieron públicas, aunque es cierto que el equipo palestino de fútbol alentó a quemar las remeras del club Barcelona en caso de que se juegue el partido en Jerusalén", finalizó.

(*)  Analista internacional especializado en Medio Oriente y profesor de la Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral