Desde 1985 y a partir de una iniciativa de FARM (Farm Animal Reform Movement) hay consenso internacional en dedicar el 20 de marzo a celebrar el Día Mundial sin carne. El objetivo es concientizar sobre una dieta alimentaria basada en vegetales, que no sea cruel ni violenta con los animales, y que brinde alternativas a la carne y los lácteos.
A pesar de que durante la pandemia, el consumo de carne en Argentina disminuyó, nuestro país ocupa el primer puesto mundial: 50,4 kilos por persona cada año. Es mucho, pero más sorprendente es verlo en escala, porque unas décadas antes los argentinos comíamos aún 40% más de carne, en promedio.
Según esa estadística publicada por agrofy.com, el segundo país más consumidor de carne en el ranking mundial es Uruguay (45 kg por habitante por año), seguido por Estados Unidos, en el tercer puesto con 38 kg por habitante cada año.
Argentina carnívora
En lo que respecta al consumo de carne de aves, nuestro país se ubica entre los diez primeros, exactamente en el puesto noveno, con 46 kg por año por persona. El primer puesto de consumo de aves lo ocupa Qatar, en donde la población come 52 kg por año, según datos del 2020. Y le siguen Estados Unidos, Malasia, Australia y Brasil.
Según un trabajo de investigación publicado por @BCRmercados en base a datos investigados por Food Data Central, organismo estadístico del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el consumo de carne procina, en Argentina, es menos elevado: el país ocupa el puesto mundial 23, con 16 kg de ingesta por persona, por año.
Argentina... ¿sin carne?
Es decir, si bien en los últimos 21 años, cada argentino come, en promedio, 20 kilogramos menos de carne vacuna, ese ahorro carnívoro se sumó al consumo de pollo y cerdo, conclusión que se deduce de datos publicados por el El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Argentina.
En el año 2021, cada argentino comió 46,1 kg de carne de vaca, 45,2 kg de pollo y 14,6 kg de cerdo.
En paralelo, tímidamente aumenta el número de personas que deciden reducir el consumo de carne o incluso eliminarlo. No porque lleven cuenta diaria de las estadísticas oficiales aquí citadas sino por algún tipo de convicción:
-un intento de ser más saludables;
-reducir el impacto ambiental que genera el consumo de carne;
-respetar el bienestar animal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) desaconseja el consumo diario de carne procesada o de carne roja por estar asociada con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y diabetes entre otras patologías.
En el año 2021 cada argentino comió 46,1 kg de carne de vaca, 45,2 kg de pollo y 14,6 kg de cerdo.
“Tenemos que empezar a cuestionar esta idea de llamar carne a los pedazos de los animales que son asesinados sistemáticamente”, propone Malena Blanco, fundadora de Voicot, un organismo que investiga cómo trabajan los mataderos y los centros de explotación animal para concientizar a la población sobre las consecuencias de nuestros hábitos alimentarios.
“Comer carne está en las bases de nuestra educación. Nos inculcaron la idea de que Argentina es el país de la carne debido al modelo agroexportador que perpetuamos y que sólo enriquece a una porción de la población, mientras talan y queman hectáreas de bosques nativos que los ganados utilizan como áreas de pastoreo”, argumenta Blanco quien, a los 11 años decidió ser vegetariana luego de ver un documental que mostraba cómo mataban a una vaca.
“Mientras tanto, esas áreas de pastoreo son para otros un espacio para explotar animales”, agrega. Malena Blanco considera que el Estado colabora con esta situación “dando subsidios y beneficios a esta agroindustria”. “Además difunde este tipo de alimentación y le dice ‘carne’ a los cadáveres de animales”, sostiene.
“Cuando tenés un Estado ausente, que da vuelta la cara y hace como si nada pasara, de alguna manera está colaborando con esos sectores que vienen explotando la tierra, a los animales y a las personas desde hace muchísimo tiempo. Colabora omitiendo o beneficiando de igual modo”, concluye Blanco.
Vivir sin carne
La perspectiva de la fundadora de Voicot es compartida por la mayoría de los grupos activistas que sueñan con erradicar la dieta carnívora: “No creo que haya que disminuir el consumo de carne sino terminar con él. Entiendo que puede parecer utópico, por eso lo ideal es que vaya disminuyendo”, propone Malena Blanco, quien se hizo vegana en la adultez.
“No creo que haya que disminuir el consumo de carne sino terminar con él"
Y da sus razones:
- “no lo necesitamos”
- “estamos asesinando a ‘seres sintientes’ como nosotros que también quieren vivir
- “hay que frenar la ganadería que, para crecer, aniquila los bosques y toda la biodiversidad”,
- “por nuestra salud”.
La entrevistada asegura que ingresar a un lugar de explotación animal de vacas, cerdos, peces y gallinas es “una película de terror”.
Sabe que sus palabras generan polémica y es eso precisamente lo que intenta “para presionar a la industria de la publicidad, que miente y engaña para vender esos productos que se venden como comida y se disfrazan de nombres gastronómicos, mientras nos enferman”.