La industria que cría animales para consumo está cargada de un sufrimiento animal abrumador. Genera un alto grado de detrimento medioambiental con impactos desproporcionados sobre las poblaciones más vulnerables. Propicia el surgimiento de muchas enfermedades tanto zoonóticas como de las que más afectan a la población humana.
En cuanto a recursos, un informe de la UNEP (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, UNEP por sus siglas en inglés) calculó que el 60% de la tierra agrícola mundial se utiliza para pastoreo de animales como respuesta a la demanda de carne y lácteos. Aún así, se desperdicia un tercio de toda la comida producida, en un mundo en el que más del 10% de la población humana pasa hambre.
El 60% de la tierra agrícola mundial se utiliza para pastoreo de animales, pero un tercio de lo producido se desperdicia un 10% de la población pasa hambre.
Dimensionar la magnitud con la cual se explotan animales y recursos naturales para la producción de alimentos nos permite ver la inefectividad del sistema alimentario en términos éticos, productivos, distributivos y nutricionales: conlleva un consumo excesivo, con una lógica de redistribución desigual, con un gran desperdicio y con una generación de sufrimiento altamente cuestionable.
Es importante tener esto en cuenta cuando se apela a la desigualdad social como argumento en contra del veganismo. Es innegable que el veganismo se ha industrializado y existen opciones en el mercado que no son accesibles a toda la población. Sin embargo, una alimentación basada en plantas puede ser más económica y favorable nutricionalmente.
A nivel estructural, numerosos informes nos confirman que el cambio hacia este tipo de alimentación aumentaría el suministro mundial de calorías disponibles, contribuyendo a una mejor distribución de alimentos de calidad cuya producción sea más justa para quienes trabajan la tierra, para quienes consumen los alimentos, para los animales y para el medioambiente.
El veganismo es una lucha política y social que busca cambios individuales, globales y estructurales para garantizar la sostenibilidad del planeta, para defender a quienes sufren terribles niveles de sufrimiento y para asegurar que todas las personas tengan acceso a un plato de comida.
Es el reconocimiento de la justicia alimentaria como un precepto básico de derechos humanos. Es la demanda de una transformación agroindustrial como medio para combatir la desigualdad social y el racismo medioambiental.
Es la búsqueda de consideración de los animales ya no como alimento sino como pares que necesitan nuestra protección.
Lo “peor” de los veganos es que nos piden que cambiemos nuestras prácticas habituales a modo de lucha personal y colectiva para derribar un sistema que nos afecta negativamente a todas las personas y animales con quienes convivimos en el mundo.
* Gerente de campaña de Million Dollar Vegan en Argentina. Million Dollar Vegan es una organización internacional sin fines de lucro que busca concientizar sobre los derechos animales y los beneficios de una alimentación basada en plantas. Desde el año pasado, repartió más de 45.000 comidas en el país; además dictó talleres de salud, huerta y cocina dentro de barrios vulnerables.