ECOLOGíA
Dieta verde

Cuáles son las 5 claves que relacionan la alimentación y el cambio climático

El impacto es directo en el uso de los recursos naturales: mayores extensiones de tierras para cultivo y cría de animales, agua y pérdida de la biodiversidad.

Vacas
Argentina, primer consumidor mundial de carne vacuna, seguido por Uruguay y Estados Unidos. | CEDOC

A medida que la población crece, también lo hace la demanda de alimentos, lo cual tiene un impacto directo en el uso de los recursos naturales: mayores extensiones de tierras para cultivo y cría de animales, agua y pérdida de la biodiversidad.

De acuerdo con datos de la Fao, se estima que la población creciente demandará un 73 % más de productos animales como carne y leche. Además advierte, en un acuerdo reciente para impulsar el desarrollo sostenible en el Mediterráneo (15/1/21), que “La pandemia de COVID-19 ha demostrado claramente que se necesita un cambio urgente de ruta en la forma en que producimos, procesamos, distribuimos, consumimos y desechamos los alimentos en todo el mundo”.

¿Cuáles son las relaciones entre alimentación y cambio climático?

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1. Incendios, contaminación de agua y agrotóxicos.

Para la cría de ganado, son necesarias grandes extensiones de tierras, dado que además de la cría de los animales en sí, se utilizan para cultivar el forraje para la alimentación del ganado. La consecuencia de esto es un impacto ambiental profundo: se incendian montes y selvas, se contamina el agua y las napas subterráneas, tanto por los deshechos animales, como por el uso de fertilizantes agrotóxicos, el uso de antibióticos y hormonas, se extinguen los animales que habitan los montes y también la diversidad de plantas nativas.

2. Gases de efecto invernadero

Otra consecuencia directa de la cría de vacas para la alimentación (sector cárnico y lácteo) es su mayor contribución con la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), en especial del Metano, producto de los gases que expulsan las vacas por fermentación entérica. Estos GEI representan un 20.7 % , un porcentaje mayor al de todas las otras fuentes ( transporte, agricultura, energía eléctrica, etc.).

3. Pérdida de vegetación

El delicado equilibrio de los ecosistemas está siendo afectado gravemente. Podemos verlo cada verano con sus temperaturas cada vez más altas (unos 2 grados cada año) y las supuestas catástrofes ambientales como las inundaciones y desbordes de ríos, producto de un suelo desertificado que ya no puede absorber el exceso de agua. Sabemos que las plantas son los pulmones de la tierra, dado que transforman el CO2 en oxigeno, al tiempo que mitigan las altas temperaturas. Sin embargo, las estamos tirando abajo en pos de sostener el consumo de carnes y lácteos.

4. Enfermedades zoonóticas

La forma en la que se crían a los animales, ya sean vacas, cerdos o pollos, también constituye un alto riesgo para la salud humana: las enfermedades o infecciones que afectan a los animales (zoonosis) son trasmitidas al humano por contacto directo o indirecto. Los virus del SARS, la gripe Aviar (H5N1), la gripe porcina (H1N1) y el Covid-19, son algunos ejemplos de enfermedades provenientes de animales que afectaron a la población en el último tiempo, dejando millones de muertos y unos altísimos costos en materia de salud pública y económica. Y no solo eso, también tenemos más riesgos de enfermedades infecciosas debido a la resistencia microbiana: en la industria ganadera, se utilizan antibióticos que pasan a la carne o leche del animal, llegando así a quien la consume, lo cual genera resistencia al antibiótico.

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5. Colapso en 2030

Si continuamos a este ritmo, nos esperan más pandemias y catástrofes ambientales. Ya lo advirtió el IPCC (Panel Intergubernamental por el Cambio Climático) poniendo como fecha límite el 2030 para evitar el colapso del planeta. Nos quedan 9 años: ¿qué esperamos para actuar? ¿Por qué no se habla de esto en todos lados? Dejar de usar tu auto, reciclar, evitar el uso de plásticos, usar la copita, ahorrar agua, apagar la luz, cuidar los bosques son algunas de las medidas que pueden ayudar al planeta. Pero la más poderosa medida que se puede tomar está en la comida: reducir el consumo de carnes, ya sea con la exclusión total (dieta vegetariana o vegana) o la reducción del consumo a un máximo de 1-2 veces por semana (dieta flexivegetariana). Así, si la demanda disminuye, la producción también lo hará.

Eva Henderson es especialista en nutrición vegana y vegetariana  M.N: 8805