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Eliseevsky

Cerró para siempre la tienda gourmet más emblemática de Moscú

Era el último bastión gourmet de la época de los zares, que la Revolución rusa convirtió en una tienda para todos los que pudieran pagar sus delicatessen y productos importados. La escasez de turismo internacional la liquidó.

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La tienda de comestibles Eliseevsky, en Moscú; lujosísima, cerró el 11 de abril. | Instagram-Shutterstock

Eliseevsky, la tienda de comestibles gourmet más famosa y perdurable de Moscú cerró finalmente sus puertas el 11 de abril, a pesar de la esperanza de los vecinos que pensaron que la medida podría tal vez revertirse. 

El impacto que el COVID-19 tuvo en la economía de Rusia también llegó a este lujosísimo salón de la época de los zares, que había sido fundado en 1901 por Grigori Eliséyev y había logrado sobrevivir a varias debacles: la revolución bolchevique, dos guerras mundiales, las cartillas de racionamiento, la suspensión de pagos y la caída de la Unión Soviética.

En 1992, tras la Perestroika, el fondo de comercio fue privatizado y sus acciones transferidas al colectivo laboral. 

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Incluso durante la era soviética, Eliseevsky había sido rebautizada Gastronom No. 1 y, pese a la escasez de productos que circulaban en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, esta tienda gourmet siempre se las ingenió para tener una mayor variedad de productos sobre sus estanterías de madera oscura o apilados en pirámides, un símbolo de abundancia que había inventado Eliséyev y que luego todos copiaron.

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Sin embargo, la escasez o ausencia del turismo a causa del confinamiento y las restricciones para viajar que produjo la pandemia de coronavirus liquidaron esta joya moscovita sobre la calle Tverskaya, número 14, en el corazón de la capital, cerca del Kremlin y la Plaza Roja.

Porque los viajeros eran sus principales clientes, ya que los productos que los asombraban desde sus vitrinas provenían de todas partes del mundo: frutas tropicales, conservas de todos los mares, vinos franceses, licores finos, cigarros cubanos, el mejor caviar ruso, mil variedad de adornos tradicionales del país y mucha otras delicatessen.

Los nostálgicos no pudieron dejar de visitarla para darle el adiós, sacarse una selfie, comprar alguna oferta de última semana o para guardar en sus retinas el perfecto ensamblaje neobarroco entre buen gusto y oropel.

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“No era solo un lugar para pasar y comprar algo de comida”, dijo a la agencia Reuters la moscovita Yelena Bakhtina mientras compraba en Eliseevsky. “Ha sido un símbolo de la ciudad. Solía venir aquí para admirar sus interiores. Es una pena que ya no lo tengamos”.

Eliseevsky no fue la excepción. La pandemia golpeó duro a muchos comercios de la capital rusa. 
Sin embargo, Alexander Kanshin, un funcionario de la Cámara de Comercio e Industria, quiso desdramatizar el perfil económico de la decisión declarando que los dueños del local también tenían problemas legales y que el cambio de comportamiento del turismo internacional los había afectado.

Los visitantes habían dejado de ir a Eliseevsky porque preferían hacer compras en los shoppings de los barrios residenciales. Y lo cierto es que durante 2020 los estantes estaban pelados y la mercadería casi no se reponía.


Eliseevsky: un bien de familia

Grigori Eliséyev provenía de una emprendedora familia de comerciantes de San Petersburgo que había amasado una gran fortuna importando productos coloniales (frutas tropicales, sobre todo) y vendiéndolos al por mayor. Ya a mediados del siglo XIX, el vino que importaban de Europa y embotellaban en Rusia, se convirtió en el producto estrella de la sociedad familiar. Otros ítems que los Eliséyev vendían en grandes volúmenes fueron aceite de oliva, café, té, sardinas, queso.

Eliséyev, quien se había hecho cargo del negocio familiar en 1896 tuvo la idea de abrir una sucursal en Moscú y echó el ojo a un palacio, muy bien ubicado, pero bastante desvencijado. Se demoró tres años en recuperar el interior de columnas y capiteles dorados, los arcos de medio punto, las bóvedas y las lámparas de cristal.

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Cuando inauguraron, tenían cinco departamentos: frutas importadas, productos coloniales, gastronomía propia, confitería y cristales de Baccarat. Durante décadas, fue el único lugar de Rusia donde se conseguía ananá, pero sus fans locales iban derechito a comprar los productos elaborados por ellos mismos: los panificados, las tortas, las bebidas, las confituras y las mermeladas. 

Desde luego, todo lo que estaba a la venta siempre fue caro, incluso en el siglo XXI y cuando se inauguró fue una tienda para los señores de galera que llegaban en carruaje. Hasta la revolución de octubre 1917, registraba 450 compradores diarios, pero cuando el nuevo gobierno decretó el sistema de racionamiento por tarjetas, cerró durante tres largos años. Fue cuando el local fue expropiado y reabierto como Gastronom No. 1.

El Ayuntamiento –propietario del local- aseguró que obligará a los próximos ocupantes a preservar el interior impecable y lujoso de las instalaciones, patrimonio arquitectónico del país, y un orgullo para los moscovitas.