Tras la decisión del Gobierno de decretar el cierre de fronteras, que regía desde el 16 de marzo y se extendió en principio hasta el 31 de este mes, miles de argentinos no pudieron regresar desde el exterior por la pandemia del coronavirus. En Salvador de Bahía, Brasil, son 116 los argentinos varados en distintos municipios del Estado, y piden que las autoridades los ayuden a solventar gastos y gestionen su regreso al país.
Según pudo saber PERFIL, hay personas que están con menores de edad, hay adultos mayores de 65 años, una mujer embarazada, y también pasajeros con problemas de salud que necesitan medicamentos, y reclaman que Cancillería y el Consulado los ayude a conseguirlos hasta que puedan volver a Argentina.
Uno de los argentinos a la espera del regreso es Miguel Facal, odontólogo de 55 años, nacido en Montevideo pero ciudadano argentino, quien viajó a Salvador de Bahía para realizar trámites personales. Desde el día 20 de marzo en que llegó a un hotel del barrio Stiep, en la capital, no pudo volver a salir del lugar por las medidas de aislamiento que se reglamentaron, ni tampoco resolver las cuestiones que lo motivaron a viajar.
Las difícultades económicas para vivir de los argentinos varados por el coronavirus
Actualmente, son 116 personas en el área del estado de Bahía las que esperan poder volver al país. Algunos fueron por trabajo, otros estaban de vacaciones. También hay argentinos varados en el Nordeste: Río Grande del Norte (En Pipa y Natal) y en Pernambuco. “Muchos estamos en la capital, pero hay gente que está repartida en el resto del Estado: en Porto Seguro, Itabuna”, dice Facal. El pedido a las autoridades es concreto: necesitan ayuda económica para afrontar gastos de estadía en el exterior, y también medicamentos que se les complica conseguir.
“Pedimos que nos vengan a buscar, así como buscaron a los que estaban varados en Perú. Nos piden que esperemos, pero queremos estar en nuestras casas y cumplir la cuarentena”, sostiene el odontólogo en diálogo telefónico con PERFIL.
En tanto, el Ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, señaló días atrás que desde Cancillería crearon "un programa para compatriotas en situación de vulnerabilidad que aún siguen en el exterior", mientras que los consulados y embajadas "tienen la instrucción de garantizar hospedaje, alimentación, asistencia sanitaria y toda otra necesidad básica a aquellas personas que no tengan otra alternativa". Y aclaró: "Seguiremos caso por caso hasta que puedan regresar".
Miguel cuenta que desde Cancillería les pidieron completar un formulario con sus datos personales: si padecen alguna enfermedad, si viajan con menores, y si hay casos de personas mayores de 65 años, aunque aún no tuvieron ningún tipo de novedad sobre gestiones del gobierno. “Hay muchas cosas difusas. No sabemos qué hacer. El cónsul sólo se limitó es a crear un grupo de whatsapp, pero no tenemos novedades. La mayoría, lo que queremos es salir de acá y volver a Buenos Aires, es lo que importa”, dice.
Reclaman un "salvoconducto sanitario" para repatriar argentinos varados en el exterior
En la ciudad, explica el profesional, hay restricciones como las que hay en Buenos Aires: “Pasan camiones de la municipalidad con altoparlantes pidiéndole a la gente que se queden en sus casas. Restaurantes y shoppings están cerrados, solo abren farmacias y supermercados”.
En muchos casos, a quienes están en municipios alejados de la capital, se les dificulta incluso recibir el dinero que sus familias les pueden enviar desde Argentina. Otros, como Miguel, temen porque no podrán trabajar hasta tanto se normalice la situación de cuarentena, y no saben cómo afrontarán los gastos. “A mi se me está agotando el dinero, soy odontólogo y monotributista. No tengo fuente de ingresos ni la voy a tener por mucho tiempo, porque mi trabajo tampoco se puede hacer desde casa, lo que estoy gastando no sé cómo lo voy a afrontar. Nos dicen que esperemos hasta el 31, después hasta tal fecha, y no sabemos hasta cuándo se va a estirar”, cuenta a este medio desde su habitación de hotel.
Allí solo recibe el desayuno por la mañana, pero no tiene posibilidad de cocinar o comer más que lo que consigue en el supermercado. “Estoy alimentándome mal, en el hotel solo nos dan el desayuno, y no hay cocina donde pueda hacer algo. Lo único que está abierto cerca es un supermercado. Solo puedo alimentarme a pan, queso y fruta, ya no sé más qué hacer”, relata.
"No hay ninguna solución palpable por ahora. Entendemos que el Consulado tiene muchos problemas, pero es su trabajo. Intuyo que quieren ganar tiempo, pero van a seguir pasando los días y nosotros seguimos acá”, cierra Miguel.