En la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Parque Patricios, se ubica el Hospital Francisco J. Muñiz, centro de referencia tanto a nivel nacional como internacional en enfermedades infecciosas.
Dirigido por el neumónologo Pablo González Montaner, quien trabaja allí desde que se recibió hace 32 años, la institución ultima detalles para el pico de contagios nacionales por COVID-19, en el marco de la pandemia que azota al mundo. La mira y todos los esfuerzos están puestos en el alistamiento del Pabellón Koch, una mole de cemento con tres pisos, subsuelo y terraza, en el que se alojarán exclusivamente a las personas que hayan contraído el virus. Con una capacidad inicial de 208 camas, el lugar puede crecer hasta albergar unas 700 o más en caso de ser necesario. “Estamos preparados para recibir el COVID-19”, afirmó González Montaner a PERFIL durante una recorrida.
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Al ser un hospital monovalente -es decir, de una sola especialidad- dedicado a las enfermedades infecciosas, el Muñíz se constituye como el epicentro en el que se espera se concentren la mayor cantidad de casos cuando se concrete el pico de la enfermedad. El personal de la institución -alrededor de 1200 personas- cuenta con una amplia formación y entrenamiento está preparado para el manejo de infecciones. A ellos se suman los 45 trabajadores que pasan horas con las últimas terminaciones de la puesta a punto edilicia que implicó cambios de luminarias, de vidrios, y mejoras en los techos. Ubican camas y hasta cortan cadenas para sostener los tubos de oxígeno.
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Construido a fines del siglo XIX, con un concepto de hospital pabellonado, que permite que coexistan edificios bajos y separados en un entorno en el que prevelece el verde y añejas arboledas, con camino empedrados, en uno de los laterales del predio está el laboratorio. Allí, desde el que el Instituto Malbrán descentralizó el testeo de casos, analizan muestras en una cabina de blindex, con tecnología de punta y resguardos correspondientes.
CD / MC / DS
