Un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de California-San Francisco, Estados Unidos, señala que los síntomas cognitivos después de un cuadro de Covid-19 leve, como la llamada “niebla mental”, se relacionan en algunos casos con anomalías en el líquido cefalorraquídeo.
Esta secuela se caracteriza por una dificultad o falta de concentración, como así también problemas para recordar acontecimientos recientes. De acuerdo al trabajo de investigación, publicado en la revista Annals of Clinical and Translational Neurology, la “niebla cerebral” como secuela tras el Covid-19 se relaciona con anomalías en el líquido cefalorraquídeo, similares a las afecciones encontradas en personas con otras enfermedades infecciosas.
“En este pequeño estudio, identificamos que los adultos que informaron síntomas cognitivos nuevos y persistentes después de una infección leve por SARS-CoV-2 tenían un inicio tardío de los síntomas en el 43 % de los casos, una mediana más alta de factores de riesgo cognitivos preexistentes y una proporción más alta de anomalías en el líquido cefalorraquídeo (LCR)”, al comparar los controles cognitivos de quienes también se recuperaron de la infección por SARS-CoV-2, detallaron los autores en el artículo.
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Y agregan: “Descubrimos que las personas que no fueron hospitalizadas por infección por SARS-CoV-2 pueden tener una aparición variable de síntomas de secuelas cognitivas post agudas, asociados con una mayor cantidad de factores de riesgo cognitivos preexistentes y hallazgos anormales en el líquido cefalorraquídeo”.
La doctora Joanna Hellmuth, una de las autoras principales del estudio, e integrante del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de San Francisco, explicó que estos síntomas “se manifiestan como problemas para recordar acontecimientos recientes, recordar nombres o palabras, mantener la concentración y problemas para retener y manipular la información, así como una velocidad de procesamiento más lenta", detalló a Science Daily.
Según consignó este medio, la "niebla mental" es un efecto secundario “común” en recuperados de la enfermedad y afecta a alrededor del 67 por ciento de 156 pacientes de una clínica post-COVID en Nueva York, de acuerdo a un estudio publicado el último mes.
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Los exámenes del líquido cefalorraquídeo, además, “revelaron niveles elevados de proteína, lo que sugiere inflamación y la presencia de anticuerpos inesperados que se encuentran en un sistema inmunitario activado”.
“Algunos se encontraron en la sangre y el líquido cefalorraquídeo, lo que implica una respuesta inflamatoria sistémica, o eran exclusivos del líquido cefalorraquídeo, lo que sugiere inflamación cerebral. Si bien se desconocen los objetivos de estos anticuerpos, es posible que estos puedan ser anticuerpos "renegados" que atacan al cuerpo mismo”, consignó Science Daily.
El rol de los factores de riesgo en las secuelas cognitivas
En tanto, los investigadores también hallaron que los participantes con síntomas cognitivos tenían un promedio de 2,5 factores de riesgo cognitivo, en comparación con un promedio de menos de un factor de riesgo para los participantes sin síntomas.
Entre estos factores de riesgo estaban diabetes e hipertensión –que pueden aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular– deterioro cognitivo leve y demencia vascular, predisposiciones que puedan hacer que el cerebro sea más vulnerable.
También incluyeron otros factores como ansiedad, depresión, antecedentes de consumo excesivo de alcohol, uso frecuente de estimulantes y problemas de aprendizaje.
Covid-19: cómo fue el estudio que asocia las secuelas cognitivas con anormalidades en el líquido cefalorraquídeo
Este estudio se llevó a cabo con 32 adultos que padecieron la enfermedad: 22 de ellos con síntomas de déficit cognitivo y 10 participantes de control que no los habían manifestado.
Los pacientes fueron sometidos a entrevistas cognitivas para determinar su grado de afectación neurológica, y se analizó el líquido cefalorraquídeo de 17 de ellos, que dieron su consentimiento para una punción lumbar.
Los resultados mostraron que 10 de 13 participantes con síntomas cognitivos presentaban anomalías en el líquido cefalorraquídeo, mientras que las cuatro muestras de los participantes sin síntomas cognitivos fueron normales.
Todos los participantes se sometieron a una serie de pruebas cognitivas en persona con un neuropsicólogo, aplicando criterios equivalentes a los utilizados para el trastorno neurocognitivo asociado al VIH.
Con este método, los investigadores descubrieron que el 59 % (13 de los 22 participantes) con síntomas cognitivos cumplían los criterios de este trastorno, en comparación con siete de los 10 participantes de control (el 70 %).