Las mayores restricciones cambiarias adoptadas por el Banco Central que entraron en vigencia esta semana, incentivaron al mercado informal y el blue cerró ayer en un récord de $122, un alza semanal de 3,4%, con lo cual la brecha con el minorista oficial, que terminó en $69,62, alcanza a 75,23%.
Tampoco lograron aflojar la tensión con los dólares financieros paralelos -CCL y MEP- que cerraron ayer en valores superiores a los de siete días atrás. En el segmento mayorista, la divisa terminó en $67,27, una suba semanal de 43 centavos.
Para el mercado, las nuevas regulaciones no tienen gran efecto, porque las razones que de fondo que fomentan la dolarización son el exceso de pesos ante una mayor emisión monetaria, bajas tasas de interés, y la incertidumbre por el resultado de la reestructuración de la deuda.
A este cóctel ya conocido, se suma ahora un nuevo ingrediente de preocupación: la devaluación de la moneda brasileña, que los analistas advierten meterá más presión sobre el tipo de cambio oficial.
En este sentido, Guido Lorenzo, economista de LCG, planteó que “Brasil sigue devaluando y resta competitividad a Argentina, y eso preocupa más sobre el dólar oficial, el que rige el comercio”. El economista explicó que “Brasil se hace más barato en dólares, y pone presión a que Argentina para alcanzar el nivel de competitividad de Brasil tenga que acompañar esa devaluación”, con lo cual estimó que en los próximos días el BCRA podría “darle un poco más de rienda suelta” al dólar oficial debería para que no quede muy atrasado. “Si lo deja muy quieto, después hay que hacer una corrección brusca, y es peor”, señaló.
De igual diagnóstico, el analista Gustavo Ber, sostuvo que “la devaluacion del real, sumado al deterioro también de las monedas emergentes, está generando un deterioro en la competitividad”.
Por la baja adhesión de los bonistas el Gobierno extiende el plazo de negociación
Explicó que “esta dinámica también se ve acentuada por la mayor inflación local, en relación a los socios comerciales, y que el BCRA está validando únicamente un gradual deslizamiento del dólar mayorista, a través de las cotidianas regulaciones dentro de una plaza reducida”. El riesgo de esta estrategia, dijo, “es que se vaya acumulando un atraso cambiario que deteriore las exportaciones, y acelere las importaciones, lo cual podría incubar presiones sobre la balanza comercial, especialmente en una posterior etapa de mayor reactivación económica que requiera de insumos del exterior”.
In crescendo. Por eso, Ber cree que “la autoridad monetaria va a validar un mayor ritmo de deslizamiento en el dólar oficial”. Un informe de Consultatio también enfatizó que que “el comportamiento del tipo de cambio de los socios comerciales de la región nos dejan en offside”.
“Se encienden varias señales de alarma en el tablero de control cambiario: brecha, dinámica monetaria e inflación, el real brasileño, niveles de tasa real de interés y reservas internacionales del BCRA”, alertó.
Prevé que “en el segundo semestre, el ritmo de depreciación del tipo de cambio podría acelerarse”, y pronosticó para fin de año un dólar a 95. El grupo SBS coincidió en que “las señales de estrés están a la vista: el BCRA vende dólares durante la cosecha gruesa”.