El 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas ingresaron a Auschwitz, en Polonia, y liberaron a 7.600 prisioneros que aún estaban con vida en el nefasto campo de concentración nazi. Entre otros similares, el centro de exterminio había comenzado a funcionar secretamente el 20 de mayo de 1940 para liquidar a la población judía de Europa.
La SS alemana había invadido Polonia durante la Segunda Guerra Mundial y había creado Auschwitz para dar una “solución final” a la “problemática judía”.
Auschwitz, cronología del exterminio nazi
El campo de concentración de Auschwitz se encontraba 43 km al oeste de la ciudad de Cracovia. Fue el mayor centro de exterminio con el que contó el maléfico régimen nazista.
Por Auschwitz pasaron alrededor de un millón trescientas mil personas; se cree que allí murieron alrededor de un millón doscientos mil. La mayor parte de los prisioneros fueron judíos (el 90%), pero el lugar también fue la madriguera de todos los disidentes del régimen nacionalsocialista, de comunistas y también de prisioneros de guerra.
En la entrada del campo de concentración, un cartel promocionaba una frase que terminó siendo una ironía letal: Arbeit macht frei (“El trabajo libera”). Irónica porque quienes por allí pasaron no trabajaban sino eran explotados en condiciones infrahumanas.
Irónica también, porque el trabajo no los hizo libres. Por el contrario, incluso los judíos colaboracionistas del régimen nazi, los kapos, fueron muchas veces más crueles con sus pares, los otros prisioneros, para tratar de mejorar su cautiverio, cosa que sustancialmente no sucedió
Auschwitz fue “una creación” de Heinrich Himmler quien eligió este lugar de Alta Silesia porque allí vivían solamente 1.400 personas y la mitad eran judías.
Auschwitz fue en realidad, un complejo del horror integrado por tres plantas: Auschwitz I, el original, en donde murieron 70.000 intelectuales polacos y miles de soviéticos; Auschwitz II, en Birkenau, donde estaban las cámaras de gas y ejecutaron a la inmensa mayoría de los prisioneros.
Auschwitz II, además, tuvo barracas para mujeres desde 1942. Un tercer componente fue Auschwitz III, en Monowitz, en donde se hacían trabajos forzados. Además de estos tres centros, Auschwitz contó con otros 45 campos satélites.
En Auschwitz trabajaron 6500 miembros de las SS que tuvieron varios jefes. El primero fue el oficial Rudolf Höss, ejecutor directo del sadismo del supervisor Heinrich Himmler hasta 1943 (el Tribunal de Nüremberg lo condenó a la horca en 1947); Arthur Liebehenschel (ejecutado en 1948) y Richard Baer, que logró fugarse y vivir varios en la ciudad alemana de Hamburgo hasta que los cazadores de nazis le sacaron la mascarita y lo llevaron a prisión en 1963. Antes de comenzar su proceso judicial, se suicidó.
Cómo era Auschwitz en 1945
En 1947, Auschwitz I y II se fusionaron en el Museo estatal Auschwitz-Birkenau y puede visitarse para comprender los crímenes de guerra que los alemanes cometieron en Polonia, durante la ocupación de ese país. En 1979, UNESCO lo reconoció Patrimonio de la Humanidad, como símbolo del exterminio que significó el Holocausto o Shoah.
A pesar de la cuantiosa cantidad de prisioneros que pasaron por Auschwitz, sólo 700 intentaron escaparse de ese infierno; 300 lo lograron, pero el resto fue aislado hasta que murieran de hambre.
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El Ejército Soviético que llegó a Auschwitz
Sin embargo, el horror de los campos de concentración tarde o temprano salió a la luz. De hecho, dos fugitivos, Rudolph Vrba y Alfred Wetzler, contribuyeron con los Aliados, en 1944, para dibujar un mapa del campo de concentración.
Unos meses más tarde, cuando en la Operación Bagration los soviéticos liberaron a su propio país de las tropas alemanas, las SS destruyeron las cámaras de gas de Birkenau, el 24 de noviembre de 1944, con la infantil ilusión de borrar los rastros de sus crímenes de lesa humanidad.
Otros contribuyeron heroicamente para salvar prisioneros. Por ejemplo, el soldado polaco Witold Pilecki, que se entregó para ir prisionero a Auschwitz, recabar información del lugar y enviarla clandestinamente a Varsovia, para que llegara Londres.
Diez días antes de que el Ejército Rojo llegara con sus tanques hasta Auschwitz, los jerarcas nazis ordenaron evacuar el campo y llevar prisioneros a Loslau. La mayoría estaba tan débil que no podía caminar y prefirió quedarse allí para esperar la muerte.
No todos los prisioneros de los campos de concentración murieron en las cámaras de gas. Algunos morían por inanición, otros por trabajo excesivo y muchos por la propagación de enfermedades, como el tifus, la verdadera causa de muerte de Ana Frank, a los 16 años.
A los prisioneros enfermos que tardaban en recuperarse los mataban con la inyección letal de fenol que había preparado el Dr. Josef Mengele, experto en esterilizar legiones de mujeres judías en Auschwitz I.
Por cierto, el nazismo también fomentó la prostitución dentro de Auschwitz. En 1943, al ingenioso Heinrich Himmel se le ocurrió destinar la barraca 29 de Auschwitz II para que las prisioneras polacas satisficieran a los kapos colaboracionistas que hacían bien su tarea.
Algunas incluso se ofrecían, porque allí sí se les daba una comida un poco mejor que el caldo con tres fideos que les llegaba día por medio.
A las 15 hs del 27 de enero de 1945, un grupo de la división de Infantería 332 del Ejército Rojo sorteó con suerte el perímetro minado y llegó a las puertas de Auschwitz. “Arbeit macht frei”, leyeron sobre la puerta de hierro y pasaron por debajo.
Encontraron 7.000 prisioneros enfermos y 600, ya muertos, sin enterrar. Su estado general era tan severo que ni siquiera se daban cuenta de que esas tropas habían ido allí para liberarlos.
“Ayer examinamos un campo de exterminio para 120.000 prisioneros. Postes de dos metros de alto con alambrada electrificada encierran al campo. Además, los alemanes pusieron minas en todos lados. Hay torres de vigilancia con guardias armados y ametralladoras cada 50 metros. No muy lejos de las barracas hay un crematorio”, describía una carta escrita por el soldado V. Letnikov a su esposa, citada y vuelta a citar infinidad de veces en libros y relatos periodísticos de todos los tiempos.
En el crematorio, los soldados rusos encontraron nubes de cenizas y afuera, una montaña de 1.200.000 prendas de trajes y vestidos de hombres y mujeres. En la sala donde obligaban a desnudarse a los que iban a morir con gas, los investigadores recolectaron 7,7 toneladas de pelo. Afuera, fosas con huesos humanos.