Nueva información vinculada con la internación del expresidente, Donald Trump, cuando tuvo coronavirus fue divulgada este jueves. Entre otros hallazgos, pudo conocerse que su estado de salud fue aun más crítico de lo anunciado por la Casa Blanca.
A principios de octubre de 2020, Trump reconocía a través de los principales medios locales haberse infectado de COVID-19. Con la intención de preservar su condición, había sido rápidamente ingresado al hospital militar Walter Reed para recibir tratamiento.
Según la investigación llevada a cabo por The New York Times, y durante su estadía en el establecimiento médico, sus niveles de oxígeno en sangre eran "extremadamente deprimentes", lo que causaba preocupaciones extremas, ya que estaba "sumergiéndose en los años 80".
Asimismo, presentaba filtraciones a nivel pulmonar, lo cual podría ser signo de un caso mayormente agudo de enfermedad. Su pronóstico era tan preocupante que los funcionarios no descartaron la posibilidad de que le pudieran poner un respirador.
Mientras el expresidente recibía el correspondiente tratamiento, su equipo médico intentaba menospreciar la gravedad del asunto. Uno de los pilares en dicha operación mediática fue el Dr. Sean P. Conley quien, contrariamente a los nuevos detalles, afirmaba que el nivel de oxígeno del expresidente nunca cayó.
Meses después, Conley admitiría que solo intentaba "reflejar la actitud optimista que ha tenido el equipo y el presidente mientras cursaba la enfermedad". “No quería dar ninguna información que pudiera desviar el curso de la enfermedad en otra dirección" sentenció.
Pudo conocerse, además, que Trump recibió un coctel compuesto de Remdesivir, Dexametasona y Regeneron. Todos y cada uno de estos medicamentos podían ser solo recetadas en casos graves de COVID-19 ya que el uso de los mismo todavía no había sido autorizado y los ensayos clínicos para probar su efectividad continuaban.
JFG