Argentina tiene una rica historia de clubes de barrio llena de reconocimientos y logros en diferentes actividades deportivas. Consagrados jugadores nacieron, crecieron y se formaron en ellos. Desde sus comienzos, finales del siglo XIX y principios del siglo XX, fueron espacios enfocados a la actividad social junto con otras instituciones como las bibliotecas populares y los centros de fomento cumpliendo como hasta hoy un importante rol de contención y desarrollo dentro de la comunidad.
En nuestro país existen más de cinco mil instituciones que se identifican como clubes de barrio ofreciendo numerosas actividades recreativas, culturales, sociales y deportivas. Dichos establecimientos barriales se dividen en dos grandes grupos; los clubes de barrio propiamente dichos y los clubes de barrio con sede social y estadio de futbol profesional. En los del primer grupo se podrían mencionar a modo de ejemplo Pinocho, Fulgor, Eros, Villa Malcolm y Estrella Maldonado y en los del segundo grupo Atlanta, Chacarita, River, Boca, San Lorenzo y Huracán. Esta diferencia que es importante marcar tiene relación con los recursos con los que cada grupo cuenta a la hora de enfrentar los problemas económicos.
En la ciudad de Buenos Aires existen más de 200 clubes barriales que forman parte del Registro Único de Instituciones Deportivas (RUID) y que pueden acceder a subsidios con tarifas especiales para los servicios públicos, teniendo en cuenta que los gastos más elevados que tienen que afrontar son los costos de energía y agua; además de los sueldos a empleados y mantenimiento de las instalaciones, que en los últimos tiempos sufrieron un alto incremento. Otros de los beneficios que tienen las instituciones inscriptas en el R.U.I.D es poder solicitar la exención de Ingresos Brutos y a su vez recibir de forma gratuita asesoramiento legal y contable.
Usarán centros culturales y clubes de barrio para garantizar la presencialidad
Durante el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) los clubes debieron cerrar sus puertas y cancelar todas sus actividades, con pérdidas muy grandes en sus ingresos. Tuvieron que hacer malabares para poder mantener las cuentas al día y gracias a la ATP pudieron cubrir la mitad de los salarios de los empleados.
“Fueron los Clubes de Barrio quienes, pese a las enormes perdidas sufridas como consecuencia del virus y años de inasistencia gubernamental, se arremangaron y reabrieron sus puertas con los protocolos necesarios para darles respuesta a sus vecinos, ofreciendo sus instalaciones como hospitales de campaña y centros de testeo, brindando asistencia comunitaria para quienes se quedaron sin el pan sobre la mesa, con las llamadas “ollas”. Una de las más famosas es la “Olla bohemia” que se lleva a cabo todos los sábados a las 13 en el Club Atlético Atlanta de Villa Crespo”, cuenta Maximiliano Rima, referente del Club.
Esto demuestra que los Clubes de Barrio siguen siendo unidades esenciales para el desarrollo social, cultural y deportivo de nuestra sociedad y que tanto los gobiernos como los ciudadanos deben tener conciencia de la importancia que tienen estas instituciones y darles todo el apoyo que requieran para que recuperen el vigor de sus años dorados y tener presente que ellos generan valores muy importantes como la amistad, el compañerismo y la equidad.