La carrera por la vacuna contra el coronavirus comenzó y dio señales de lo que será: una competencia entre Estados en la que primará el nacionalismo, el unilateralismo, y el poder de la billetera de los más poderosos, dejando rezagados a países pobres y de renta media; mientras las farmacéuticas buscan maximizar la rentabilidad de sus proyectos. Estados Unidos, la Unión Europea y Japón se colocaron este viernes 31 de julio en la pole position, al asegurarse millonarias dosis de algunos de los laboratorios que avanzan en la Fase 3 de su producción.
Llamativamente, las empresas fueron las que anunciaron las inversiones de Washington, Bruselas y Tokio, mientras que en las capitales reinaba un cauto silencio. La francesa Sanofi y la británica GSK comunicaron que recibirán 2.100 millones de dólares del gobierno estadounidense para garantizar el suministro cuanto antes a sus ciudadanos. La potencial vacuna, que se prevé que estará lista en 2021, fue seleccionada por el programa "Operation War Speed", que lanzó el presidente Donald Trump. “El gobierno estadounidense aportará 2.100 millones de dólares, la mitad de los cuales servirá para apoyar el desarrollo de la vacuna, con los ensayos clínicos, y aumentar la capacidad de producción para llegar a 100 millones de dosis inicialmente”, precisaron las farmacéuticas en un comunicado.
En tanto, la Unión Europea (UE) también anunció ayer un acuerdo con Sanofi. La Comisión Europea reservó 300 millones de dosis de la vacuna contra la Covid-19 para los 27 miembros comunitarios. El bloque mantiene “intensas negociaciones” con otros fabricantes de vacunas.
Japón cerró un acuerdo con la alianza alemana-estadounidense Biontech/Pfizer para asegurarse 120 millones de dosis de su potencial vacuna, actualmente en fase de ensayo clínico a gran escala. El compromiso prevé “el suministro de 120 millones de dosis a partir de la primera mitad de 2021”, bajo condición “de aprobación reglamentaria” y de "ensayos clínicos concluyentes”, señalaron los laboratorios, sin precisar el monto pagado por el gobierno de Shinzo Abe.
Actualmente, hay 160 proyectos de producción de vacunas contra el Covid-19 que avanzan en el mundo,
21 de ellas en fase de pruebas clínicas, y el resto en etapas más tempranas de investigación. Los países más poderosos comenzaron a asegurarse millonarias dosis que aún no fueron producidas, ni tampoco verificada su efectividad y sus efectos colaterales. Tan sólo dos líderes políticos, los presidentes Emmanuel Macron y Xi Jinping, prometieron que la vacuna será un bien público global accesible para todos, sin especificar los detalles de cuándo y cómo será distribuida.
Julieta Zelicovich, investigadora del Conicet y doctora en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario, asegura que la producción y distribución de la vacuna se da en un contexto de crisis del orden internacional liberal y de sus instituciones. “Hay varias dimensiones solapadas. La primera es la tensión entre el interés económico (de los laboratorios) y la salud pública en general: esto terminará reflejándose en qué tipo de patentamiento tendrá la vacuna y como se aplicarán los compromisos entre propiedad intelectual y salud pública que hace unos años se adoptaron en la Organización Mundial de Comercio”, afirmó a PERFIL.
Un artículo publicado en Foreign Affairs advirtió esta semana sobre la “tragedia del nacionalismo de las vacunas”, que puede prologar la pandemia y la recesión económica global. Sin embargo, sus autores, Thomas Bollyky y Chad Bown, encendieron una pequeña luz de esperanza: “No es demasiado tarde para que la cooperación prevalezca sobre la disfunción”.
“Generar bienes públicos requiere o de liderazgos fuertes o de instituciones robustas. Ni uno ni otro están hoy en el escenario internacional. De allí que la “diplomacia” por la vacuna sea el principal tópico de la política internacional que viene”, afirma, por su parte, Zelicovich.
La reacción inicial de los gobiernos ante la irrupción de la pandemia incluyó una batería de políticas públicas que privilegió medidas unilaterales, como el cierre de fronteras, la prohibición de vuelos aéreos y de exportación de barbijos, guantes y respiradores. Incluso algunos gobiernos incautaron insumos médicos que debían ser enviados a otros países. Ahora, la competencia promete ser igual de despiadada. La carrera por el acceso a la vacuna amenaza con ser el America First de la salud pública global.
Más de 674 mil muertos por Covid-19
El balance global de víctimas fatales por el coronavirus trepó ayer a 674 mil personas. Vietnam perdió el invicto, al registrar su primera muerte desde que se propagó la pandemia, que dejó en el mundo más de 17 millones de infectados.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió que los efectos de la Covid-19 “se harán sentir en las próximas décadas”. “Esta pandemia es una crisis sanitaria que solo se vive una vez por siglo”, señaló al inaugurar la cuarta reunión de su Comité de Emergencia, seis meses después de la aparición de la pandemia.
El Comité, compuesto por 18 miembros y 12 asesores, puede proponer nuevas recomendaciones o revisar algunas, aunque no hay duda de que la situación de emergencia internacional seguirá en vigor. Cuando la OMS decretó la alerta mundial el 30 de enero, ya había al menos 100 casos fuera de China, aunque aún no se registraban muertos fuera de ese país, agregó el director de la OMS, al defender el balance de la institución.
“Los primeros resultados de los estudios serológicos muestran un cuadro consistente: la mayoría de la población sigue siendo susceptibles a este virus, inclusive en áreas donde ha habido brotes muy fuertes”, afirmó Tedros. “Mientras el desarrollo de la vacuna avanza en tiempo récord, debemos aprender a vivir con este virus y luchar con las armas de las que disponemos”, concluyó.