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Protesta hot: las francesas enviaron lencería fina al primer ministro

Como si se tratara de Sandro, un centenar de empresarias de lencería fina enviaron preciosas bombachas y corpiños al primer ministro Jean Castex; no se las considera trabajadoras esenciales y tomaron "las armas". Galería de fotos

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Lenceria fina en Francia | AGENCIA AFP-TWITTER

El tercer confinamiento sube la temperatura de las francesas, en todo sentido. Hoy, un centenar de empresarias y gerentes de tiendas de ropa interior enviaron al primer ministro Jean Castex un regalo insólito: preciosas bombachas, corpiños y lencería fina.

El gesto no se debe a que lo consideren un sex symbol, como le hubiera pasado a Sandro o cualquier otra estrella de rock, sino para protestar porque el gobierno las considera “no esenciales” y no les permite abrir sus empresas y locales.

Así fue cómo, durante toda la mañana, los sugerentes envíos fueron llegando por correo al número 57 de la rue de Varenne, dirección postal del Hotel de Matignon, residencia oficial del mandatario del partido La República en Marcha.

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Protesta hot con lencería 

Demás está decir que la primera sorpresa se la llevó su esposa, Sandra Ribelaygue. Los presentes estaban acompañados por tarjetas escritas de puño y letra, que rezaban “Action culotté”.

En francés “culotte” significa “bombacha”, un término que hace varios años se incorporó al léxico español de las prendas íntimas para designar a aquellas que dejan los glúteos al aire, con mayor o menor cavado, pero que cualquiera sea su superficie cuadrada integran el cuadro de honor de la lencería hot, junto con el bustier, el body y los portaligas.

Sin embargo, la acción colectiva subrayó un juego de palabras, porque el “culotté” de “action culotté” escrito en cada tarjeta personal de los presentes se refiere a “acción atrevida”. Es decir, una insolencia. Las chicas cruzaron la raya.

¿No esenciales?

Simultáneamente, en un video publicado en TikTok, que generó más de 23.000 visitas en un solo día, una morocha de ojos claros encargada de una tienda expresaba mirando a cámara: "No, no somos no esenciales. No, ponerse la bombacha cada mañana no queda relegado a un segundo plano. Tenemos todo el derecho a abrir, al igual que otras tiendas, como las disquerías o los centros de jardinería". Y concluyó explicando la acción colectiva: "Nos pareció divertido, simbólico y significativo enviar unas bombachas al gobierno para decirle que no estamos contentas".

Tomaron las armas

En un comunicado de prensa, las organizadoras de la operación sostienen que "no es en los comercios independientes donde el riesgo de transmisión es mayor. Nuestras pequeñas superficies nos permiten regular el flujo de visitantes de forma precisa. Las grandes superficies, en cambio, son abiertas, reciben al público a menudo sin respetar los aforos establecidos y no siempre aplican las medidas de distanciamiento social".

Añadieron además, que la actividad comercial que gestionan "contribuye a la economía local. [...] Refuerza el tejido social de las ciudades y pueblos. Somos los animadores del centro de las ciudades, los confidentes de las personas solas o mayores, los distribuidores de felicidad a nuestros clientes, el orgullo de nuestros alcaldes".