En el lugar que ocupaba la planta alta del PH de 14 viviendas ahora asistimos a lo que parece la escenografía de una película macabra. Desde la vereda, se pueden ver los restos de una habitación sin techo ni piso. La única pared que quedó en pie tiene fotos familiares en color sepia, un crucifijo de madera, una imagen de Jesús y un rosario. En los estantes, una estatua de una virgen, un equipo de música, una pava eléctrica, un termo y un mate que parece recién preparado, resisten estoicos los embates del clima.
La escena es el testimonio dantesco de una tragedia. Este sábado se cumple un año del derrumbe en un PH de Av. Pedro Goyena 557, que se cobró la vida de los hermanos Nélida y Ramón Acuña. Desde entonces, los propietarios de las 14 unidades reclaman que se avance en la reconstrucción de las viviendas para poder volver a su casa.
La avenida Pedro Goyena tiene poco más de 15 cuadras y es una de las más emblemáticas de Caballito. Sus veredas están coronadas por árboles imponentes de más de 20 metros de altura que forman una especie de túnel natural. En primavera las tipas, así se llaman estos árboles bellísimos, se llenan de flores que luego caen formando una alfombra de color amarillo.
Sin embargo, la cuadra comprendida entre José María Moreno y Riglos no volvió a ser la misma después del 7 de febrero de 2024, cuando un PH lindero a una obra en construcción se vino abajo y dejó sepultados a dos vecinos entre los escombros.
“Son unos sinvergüenzas. Habría que expropiarles el terreno”, dice una vecina que pasa caminando con su andador por la vereda maltrecha y observa los restos de lo que supo ser la habitación de Ramón Acuña. El hombre de 77 años se estaba bañando cuando la casa que compartía con su hermana Nélida desapareció debajo de sus pies.
Era un día lluvioso y cerca del mediodía se desató un diluvio típico de los veranos porteños. Nélida estaba esperando a su hija que la iba a acompañar a un control médico de rutina. Silvia Acuña Bobruk estaba preocupada porque su mamá estaba operada de la cadera y tenía dificultades para bajar las escaleras.
”Mami, estoy saliendo. Que el tío te ayude a bajar”, le dijo Silvia por teléfono. En ese momento, el edificio empezó a temblar. Se escuchó un estruendo y del otro lado de la línea, Silvia escuchó el grito desesperado de Nélida. "Se están abriendo las paredes", alcanzó a decir la mujer de 81 años.
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Silvia, que estaba apenas a unas cuadras de la casa de su mamá y su tío, llegó corriendo desesperada. Ahí se encontró con un policía que no la dejaba pasar y que amenazó con atarla si seguía intentando meter la llave en la cerradura de la casa de su familia.
“Ya había mucho movimiento, pero yo no lo vi, porque iba con el paraguas, los estudios de mi mamá, una carpeta, tratando que no se me moje con el diluvio”. Y sigue: “Como se había inundado la vereda, se me habían desarmado los zapatos. Iba con el paraguas y no veía nada”. “Esto era mi mundo”, dice mientras hace una carpita con las manos.
Lo que ella no sabía es que su mundo se estaba por derrumbar junto con la casa de su familia. En medio de la tormenta, los bomberos lograron rescatar a 15 personas heridas, entre ellas cuatro niños. Sin embargo, los seres queridos de Silvia no habían corrido esa suerte.
El primer cuerpo en ser encontrado fue el de Nélida Acuña. “Yo a mi mamá la vi cuando la sacaron por la escalera nuestra, por adelante. Mi mamá quedó aplastada. Estaba llena de sangre, toda cortada”, cuenta Silvia mientras se le llenan los ojos de lágrimas.
Por su parte, Ramón fue considerado como un desaparecido durante varias horas, hasta que su cuerpo fue encontrado en la fosa de la obra en construcción. El cuerpo había salido despedido y cayó desde 15 metros de altura. Junto a su cuerpo yacía una de sus perras, que también murió en el derrumbe.
La parte delantera de la casa, en la que todavía hay plantas asomando desde el balcón, no fue afectada por el derrumbe. “Si hubieran estado adelante, todavía los tengo”, repite Silvia con pesar una y otra vez.
¿Quiénes eran Nelly y Ramón?
Los hermanos Acuña vivían hace más de 35 años en el barrio. En 1987 compraron una casa que ocupaba toda la planta alta del PH de Pedro Goyena. “Quedó la parte de adelante para mis viejos y la parte de atrás para mis tíos”.
En los últimos años, ya había fallecido la pareja de Nélida y la pareja de Ramón, por lo que los dos hermanos quedaron viviendo solos en la casa. Ramón amaba los animales y atendía una tienda de productos para mascotas, que era muy conocida en el barrio.
“Buen viaje Ramón. Te vamos a extrañar. Los peluditos y todos tus clientes. Ya estás con Jorge otra vez”, se podía leer en uno de los carteles que dejaron los vecinos en la puerta del local.
Ramón había enviudado hacía poco, después de estar en pareja durante 50 años con Jorge. Se habían casado tan pronto como se aprobó el matrimonio igualitario. “Era el amor más hermoso”, dice Silvia.
Nélida era cuatro años mayor que su hermano, sin embargo era una mujer llena de energía. Antes de jubilarse, trabajó en distintas cosas, mientras se ocupaba de las tareas de la casa. Unos años antes del derrumbe, todavía atendía el local de la familia, despachaba pedidos y se encargaba de ir a comprar juguetes para gatos y perros en once.
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Los reclamos que nadie escuchó y que podían haber evitado la tragedia
“El proyecto de vida que estabas esperando”, dice la publicidad de la constructora MAB Inversiones SRL, que todavía cubre los restos de la obra paralizada. Sobre el letrero alguien escribió la palabra “asesinos” con un marcador rojo.
El edificio, que se iba a emplazar en Pedro Goyena 551, iba a tener 9 pisos y 16 departamentos, que debían estar listos para ser entregados en julio de 2025. La empresa constructora ofrecía semipisos de cuatro ambientes, de entre 120 y 260 metros cuadrados con acceso a pileta y solarium.
El proyecto comenzó en noviembre de 2022 con la demolición de una antigua clínica especializada en enfermedades respiratorias. Apenas dos meses después de comenzada la obra, los vecinos empezaron a notar que se descascaraban las paredes y se caían ladrillos. Desde entonces hicieron más de 30 denuncias por las rajaduras de pisos y paredes y hubo cinco audiencias de conciliación en las que no se llegó a ningún acuerdo.
Días antes del derrumbe, los vecinos habían alertado a la línea 103 de Emergencias Defensa Civil por la presencia de agua en la base de la obra. “El martes - dos días antes de la tragedia - me dieron un informe privado que habíamos pedido y decía que había mucha agua en los cimientos. El miércoles intentamos una cautelar informando el peligro de derrumbe. El juez la rechazó 15 minutos antes de que se cayera el edificio”, dijo el abogado Isaac Romano en declaraciones a Radio Continental en referencia a la actuación del juez Sebastián Font.
La situación de los vecinos después del derrumbe
Tras el derrumbe, las 13 familias vecinas de Nélida y Ramón se quedaron sin casa de un día para otro. En un primer momento, el gobierno de la Ciudad les ofreció enviarlos a paradores para personas en situación de calle, sin embargo al poco tiempo la empresa constructora aceptó hacerse cargo del pago de los alquileres para que estas personas tuvieran donde vivir.
Este acuerdo se renueva mes a mes y las familias no tienen certezas sobre su futuro. Muchas de sus pertenencias quedaron en el PH al que solo pudieron acceder en cuatro ocasiones a través de una pasarela, que ahora está inhabilitada por temor a que los movimientos del suelo puedan provocar un nuevo colapso.
Mientras tanto, los sobrevivientes temen que la falta de mantenimiento termine por arruinar las viviendas que lograron mantenerse en pie después de la tragedia. Reclaman que se realice la reconstrucción del pasillo que conecta las unidades del PH y afirman que solo con esa obra, la mayoría de ellos podría regresar a sus hogares.
Los vecinos denuncian el abandono por parte del Gobierno de la Ciudad y aseguran que la última reunión en la que participó el ahora ex jefe de gabinete porteño, Néstor Grindetti, no terminó en buenos términos.
“El problema es que para avanzar en determinadas cuestiones se tienen que poner de acuerdo los vecinos y la empresa”, dicen desde el gobierno porteño. La Ciudad considera que se trata de un tema entre privados y aseguran que desde el Ministerio de Seguridad porteño, están en contacto permanente con los vecinos para “resolver las cuestiones pendientes”.
La causa por el derrumbe de Caballito
La causa tiene siete imputados por “estrago culposo”, un delito por el que podrían recibir penas de hasta cinco años. Entre ellos se encuentran los hermanos Yanina, Fernando y Ezequiel Cueto, titulares de la desarrolladora MAB SRL. La lista se completa con el arquitecto, el encargado y dos técnicos en seguridad e higiene.
La investigación, a cargo de la fiscal Mariela De Minicis, busca establecer la responsabilidad de los imputados por haber incumplido los deberes que les correspondían y por haber actuado en forma negligente y antirreglamentaria en relación a las tareas de submuración de la obra.
En diciembre los imputados fueron citados a declarar, pero no trascendieron las conclusiones alcanzadas en esa instancia. Los tres hermanos Cueto siguen trabajando en el rubro por medio de la empresa Equipo 6C Real Estate que figuraba a cargo de la “comercialización exclusiva” del proyecto de Pedro Goyena.
La respuesta de la constructora
Por su parte, desde la constructora MAB Inversiones SRL aseguran que ellos están tan interesados como los damnificados en avanzar en la reconstrucción del PH. Sin embargo aseguran que tienen prohibido el ingreso a la obra que se encuentra clausurada y en custodia de la fiscalía.
Desde la empresa indicaron que el plan de reconstrucción se comenzó a diseñar inmediatamente después del derrumbe y aseguran que ya fue presentado. “Guardia de Auxilio nos dijo que el Plan era correcto pero para darnos el permiso necesitaban que la Fiscalía a cargo de la causa los habilite. Pero la fiscalía, como estábamos imputados en la causa, no autorizó que ingresemos nosotros hasta que se hagan las pericias”, dijo Natalia Cueto a PERFIL.
Respecto del pago de los alquileres de las familias afectadas, Cueto aseguró que se están cumpliendo los compromisos en tiempo y forma. “Con lo de los alquileres, no hay ninguna demora”, insistió. Además, aseguró que el retraso en la reconstrucción de las viviendas, genera también un perjuicio económico para la constructora.
“Imagínate que son 13 familias con alquileres temporales amueblados, que es mucho más caro que un alquiler normal. Así que también queremos que cuanto antes puedan volver a sus casas”, manifestó.
LT