Pandemia

COVID-19: Alza de síntomas persistentes en niños atemoriza a las familias

Una de las pocas estadísticas tranquilizadoras de la pesadilla del coronavirus se está desvaneciendo: los síntomas a largo plazo que han afectado a adultos, están afectando a los menores de 20 años.

Foto: Photographer: Daniel Lozada/Bloomberg

Una de las pocas estadísticas tranquilizadoras de la pesadilla de la pandemia de COVID-19 —que en general no afecta a los jóvenes— se está desvaneciendo: los síntomas a largo plazo que han afectado a muchos adultos estadounidenses ahora están afectando a los menores de 20 años.

Un porcentaje relativamente pequeño, pero creciente, de niños lucha durante meses contra la fatiga extrema, frecuencia cardíaca rápida, pérdida de memoria, depresión y otros síntomas. En una señal de su creciente número, el hospital UH Rainbow Babies and Children de Cleveland está abriendo una clínica para atender las secuelas a largo plazo para los jóvenes, la primera de su tipo en el país.

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Las familias cuyos hijos se ven afectados se sumergen en un aterrador laberinto de síntomas que van y vienen, y no tienen un punto final conocido. Katie Krol, de 42 años, contrajo el virus de un compañero de trabajo en una planta de motores en Michigan en marzo de 2020 y se lo contagió a sus dos hijos más pequeños. Los tres continúan sufriendo por las secuelas.

“Esto ha trastornado sus vidas”, dijo Krol. “Los médicos dicen que en seis o doce meses estarán mejor. La falacia de que los niños no contraen la enfermedad es tan frustrante”.

Incluso la familia de Andrew Slavitt, uno de los principales asesores sobre el covid de la Administración de Biden, está lidiando con el mismo problema. En una sesión informativa el martes en la Casa Blanca, reveló que uno de sus hijos, que son “jóvenes y están en forma” se contagió con el virus hace seis meses, pero aún experimenta dificultad para respirar y síntomas frecuentes de gripe. Slavitt dijo que la familia no tiene idea de cuánto durará.

Incluso cuando los casos en Estados Unidos disminuyen en general, los investigadores están indagando si el covid-19 se está volviendo más grave para los niños ahora que las variantes están causando brotes localizados. A principios de abril, la tasa de casos en niños pequeños y adolescentes comenzó a superar a la de los mayores de 65 años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Y las hospitalizaciones de niños con covid no están cayendo tanto como las de los mayores de 18 años.

La decisión que tomaron la semana pasada las autoridades federales para permitir que los niños entre 12 y 15 años de edad puedan recibir la vacuna contra el covid reconfortó a los médicos que han visto que las vacunas permiten a algunos pacientes superar los síntomas de larga duración. Pero no ayuda a todos, y muchos otros aún no ven ninguna razón para recibir la vacuna.

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Un estudio publicado la semana pasada por Scientific Reports que analizó datos de más de 12.000 pacientes infantiles encontró que la mayoría no presenta los síntomas habituales de covid, como fiebre, tos o falta de aire. Casi el 19% informó fiebre, malestar, dolor muscular o articular y alteraciones del olfato o el gusto. Más de un 16% tuvo síntomas respiratorios, un 14% experimentó problemas gastrointestinales y algunos requirieron cuidados críticos.

Desde que las nuevas variantes del virus han afectado a poblaciones más jóvenes, los casos de secuelas de larga duración por covid han aumentado entre ellos, junto con el síndrome inflamatorio multisistémico, o MIS-C, una condición que puede inflamar el corazón, los pulmones, el cerebro y otros órganos. Los CDC dicen que 3.742 niños en EE.UU. han sido diagnosticados con el síndrome, pero ese número probablemente está subvalorado porque los datos se basan en informes voluntarios de hospitales y departamentos de salud estatales que se encuentran sobrepasados, lo que es una noticia inquietante para padres de niños no vacunados menores de 12 años. La mayoría de los casos de MIS-C se han observado en niños de 5 a 14 años, según los CDC.

Para los jóvenes con síntomas de larga duración, la falta de síntomas iniciales puede dar una falsa sensación de seguridad. Después de que Krol llevó el covid casa, su hija de 10 años, Emma, parecía ignorar el virus y casi no tenía síntomas. Su hijo, Rhys, de 14 años, los desarrolló lentamente.

Ocho semanas después, comenzó la verdadera pesadilla. Rhys y Emma se quejaron de fatiga, dolores de cabeza y una frecuencia cardíaca acelerada que podría superar los 100 latidos por minuto y subir a más de 160, dijo Krol. Su hija estaba perdiendo el sentido del gusto y se quejaba de que la carne sabía metálica. Todavía no ha recuperado completamente su capacidad para saborear y no tiene ganas de comer, dijo Krol.

Ambos niños luchan con problemas de memoria (“niebla mental”, lo llaman los médicos) que dificultan su desempeño escolar. Tienen problemas para concentrarse en las clases virtuales.

A Rhys se le han acentuado los problemas de fatiga. Krol lo encontró una vez dormido en el piso de la cocina. No podía recordar cómo llegó allí. Si está de pie durante más de una hora, sus pies se hinchan y se ponen rojos. Tiene dificultades para mantenerse despierto durante las clases virtuales de la escuela y se olvida de entregar las tareas después de completarlas. Es probable que tenga que repetir el noveno grado.

Amy Edwards, directora médica adjunta del departamento de control de infecciones pediátricas del hospital universitario de Ohio y que ahora dirige la nueva clínica para tratar las consecuencias a largo plazo del covid, estima que aproximadamente 1% de los niños que padecen la enfermedad desarrolla síntomas de larga duración, aunque los datos son escasos.

GI CP