Blow up agrario
Osvaldo Aguirre es un escritor todo terreno: ha incursionado en la poesía, en la ficción, en el ensayo, y también es un destacado periodista. El sueño de las casuarinas compila gran parte de su obra poética. Con selección, prólogo y entrevista del poeta Carlos Battilana, los poemas de Aguirre se internan en una zona determinada, en un coto de caza, bajo un profundo convencimiento de que la poesía es un animal esquivo en perpetua huida, al que hay que saber atrapar: de lo contrario se le pierde el rastro. Munido de una gran capacidad de observación, Aguirre sabe cómo encuadrar situaciones para convertirlas en irrefutables hechos poéticos. Obrando sobre el territorio y sobre el sonido de las conversaciones, hilvanando paisajes, imantando personajes que entran y salen de escena, las instantáneas de Aguirre dan cuenta de una simultaneidad de la evocación y sus efectos: el pasado implosiona en el presente, sus ecos tienen un alcance impredecible. En ocasiones la poesía sume al poeta en un estado de trance, donde las visiones se confunden como en un caleidoscopio. Dura tarea es detener ese carrusel para fijar algo en el lienzo de la escritura. Los poemas de Aguirre transcurren en un ámbito agrario, donde la danza de la naturaleza alcanza una diáfana nitidez; una llovizna, un charco, un árbol, las caprichosa forma de las hojas, se transforman en enigmas, advienen sustancia del canto. La memoria amplía las fotos, permite descifrar símbolos que se fueron grabando en el paisaje a través de los siglos.
Aguirre logra encauzar el río desbocado de los recuerdos, sin que pierdan su dinamismo, puestos a arder en una exploración metafísica.
“Puede ser un objetivo de la escritura: capturar, reconstruir un momento de máxima intensidad. La emoción es como la rúbrica de la experiencia, aquello que sostiene el recuerdo. No hay sucesos pequeños, como escriben Joaquín Gianuzzi, porque la emoción, digo yo, suele estar en los gestos mínimos”, dice Aguirre sobre su poética. Solo se trata de colocar la mirada en el momento justo, una manera de permanecer a salvo del tiempo. La poesía es la guarida perfecta para preservar lo más amado.
En el poema Agrograma se ve en funcionamiento pleno la maquinaria poética de Aguirre, donde imágenes aleatorias orbitan en un espacio y un tiempo recobrados: “El molino anunciaba/ la dirección del viento/ Añoranza es la palabra/ justa. Era tan fresca el agua,/ entraba bajo el chorro/ con los ojos cerrados/ y al abrirlos el ceibo/encendía las hojas/ y las flores más rojas/ y las mandarinas,/ los limones, las naranjas,/ brillaban en el monte/ como estrellas al alcance/ de la mano. Nombrar es bendecir”.
En la dinámica pueblerina, un traslado rutinario puede transformarse en una road movie: “El viaje más largo/ que hizo el viejo Hansen/ con la Estanciera 53/ fue para que la mujer/ se hiciera ver el oído/ con un famoso médico/ de Pergamino”, cuenta en el poema El gran viaje de Hansen.
Esa apuesta por la levedad del instante se agiganta por el aura emocional que reviste cada fruta que Aguirre arranca del árbol intransferible de la memoria.
El sueño de las casuarinas
Autor: Osvaldo Aguirre
Género: poesía
Otras obras del autor: Rocanrol; Lengua natal; Campo Albornoz; Vendaval; Leyenda negra; La deriva; Escuela de detectives; Estado de sospecha; La conexión latina; El campo; Francisco Urongo: la exigencia de lo imposible; El novato; Estrella del Norte
Editorial: Miño y Dávila, $ 24.000
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