Desde la huerta
En el coqueto departamento que construyó Alejandro Bustillo en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires, sede de la galería The White Lodge, se presenta “Amo el hinojo”, exhibición individual de la artista y crítica de arte Nushi Muntaabski, con curaduría de Cristina Schiavi. En el espacio expositivo, convertido en un sofisticado vivero existencial, vida y naturaleza se enlazan en la mirada contemporánea. Desde una experiencia visual y hasta la olfativa.
Stefano Mancuso, botánico italiano que se interesa en la divulgación de esta disciplina porque la considera de vital importancia, escribe que “en general, las plantas podrían vivir sin nosotros. Nosotros, en cambio, sin ellas nos extinguiríamos en poco tiempo. Y aun así, tanto en nuestra lengua como en casi todas las demás, expresiones como vegetar o ser un vegetal han pasado a indicar unas condiciones de vida reducidas a su mínima expresión. ¿Quién es aquí el vegetal? Si las plantas pudieran hablar, quizá ésta sería una de las primeras preguntas que nos harían.”
A su vez, Mancuso no sólo propone en abstracto sino que explica que las plantas tienen un sistema de comunicación y sobre todo, de movilidad. De hecho, menciona en El increíble viaje de las plantas, su ensayo de 2019, a Charles Darwin quien revolucionó los conceptos básicos de la fisiología vegetal con la publicación, en noviembre de 1880, de su libro The Power of Movements in Plants. Darwin demostró en su obra que a pesar de la inmovilidad y la falta aparente de comunicación de las plantas, en ellas se “movían algunas sustancias químicas” involucradas en los mecanismos de comunicación internos y externos de las plantas, años después reconocidas por ser las sustancias reguladoras del crecimiento o fitohormonas. Con esa valiosa información inicial, el profesor titular en la Universidad de Florencia explica de manera extraordinaria cómo navegan alrededor del mundo, cómo consiguen crecer en lugares inaccesibles e inhóspitos, cómo llegan a islas en medio del océano, cómo crecen en suelos estériles, cómo resistieron a la bomba atómica y al desastre de Chernóbil, entre otras capacidades distintivas.
Pero parece ser que las plantas tienen aún más modos de comunicación que han permanecido durante mucho tiempo siendo hipotéticos hasta que un equipo italo-australiano publicó en 2012 una nueva teoría sobre la posible comunicación entre dos plantas: el pimiento y el hinojo. Se sabe que el hinojo tiene la propiedad de emitir señales químicas poderosas por sus raíces y por las partes aéreas que inhiben el crecimiento de algunos de sus vecinos (por ejemplo, los tomates y pimientos). El estudio evaluó la capacidad de las plantas de pimiento para “sentir” a sus vecinos hinojos e identificar a sus familiares mediante mecanismos alternativos a las vías de comunicación reconocidas de las plantas.
Nada nos sorprende, entonces, del hinojo y su relación amorosa con la artista Nushi Muntaabski. En Amo el hinojo, su muestra individual curada por Cristina Schiavi, esta declaración está a la vista. En cada una de las piezas hay algo devocional por esa planta. La galería se transforma en un luminoso santuario donde esta artista le rinde un culto cariñoso y afectivo. Utilizando diferentes técnicas, desde la escultura con venecitas que es su marca registrada, pasando por los tapices, dibujos y objetos, Nushi releabora la morfología del hinojo. Lo presenta entero y fuera de escala; partido al medio como en una clase de botánica, animado en dibujos preciosos que remiten a libros infantiles y a un imaginario de Alicia en el país de las maravillas.
Asimismo, el espacio expositivo, el coqueto departamento que está en el edificio que construyó Alejandro Bustillo en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, sede de la galería The White Lodge, se convierte en un vivero existencial. Es la germinación de una idea poderosa, el hinojo y sus propiedades curativas, reparadoras y de belleza, enraizada en el desarrollo de una creatividad que une imágenes y objetos con el entorno natural. Vida y naturaleza se enlazan en la mirada contemporánea. Desde la experiencia visual hasta la olfativa. Desde la huerta de Nushi, los amados hinojos “ya crecen en todas partes, en el borde del estanque, en el camino, en los canteros y en el bosque”, hasta en la sala de exhibición, podemos agregar al texto de la artista. Dispuesta ella, “me podría casar con un hinojo, hoy le hago el homenaje que se merece”.
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