crítica

El deseo y sus riesgos

El texto juega con lo fantástico e incorpora tanto elementos humorísticos como sutilmente siniestros: “Todavía existe esa posibilidad, que los dos hayan sufrido algún embrujo el día anterior. Una intoxicación delirante, un cansancio profundo que les desconectó temporalmente algún cable”.

Foto: cedoc

Si algo tienen en común los siete relatos que integran Querer es perder, de la escritora Salomé Esper (Jujuy, 1984), es un tránsito a veces sutil y progresivo, y otras veces tan repentino como inesperado, que lleva de una situación cotidiana, familiar, rutinaria, a otra que le abre la puerta a lo fantástico, a lo extraño o a lo abiertamente disparatado. 

En uno de los cuentos del libro, la voz narradora dice: “No hay un límite, todo se pierde, se pierde antes de terminar de ganarlo, se pierde solo por desear, este es un mundo de perdedores convencidos de que hay que ganar”. La frase remite, por un lado, al título del volumen (que equipara querer con perder al modo de una ecuación de la que no puede escaparse), pero por el otro, también puede ser leída como clave de varios de los relatos, ya que en ellos el deseo siempre entraña riesgos, y a menudo los personajes, en sus intentos, terminan por resignar algo de lo que ambicionaban.

En Dale un pez a un hombre, un día de pesca entre amigos se convierte en una revelación cuando un conjunto de peces grises se transforma en un gigantesco pez dorado. En La Carla, la hija de un futbolista retirado quiere mimetizarse con “la Claudia” (la exesposa de Diego Maradona); la prosa de Esper se hace deliberadamente ambigua y nunca cae en la explicación de un hecho que, excepto a su protagonista, al resto de los personajes les resulta desconcertante: “Carla, que se ha puesto otro cuerpo y otro pelo y otra voz con otras palabras, se va como si nada”. En Primerizos, uno de los cuentos más logrados, una pareja de padres primerizos se sorprende al descubrir que el bebé que han dejado en la cuna es, al día siguiente, una nena de siete años, y al día siguiente, un adolescente integrante de una banda de rock. El texto juega con lo fantástico e incorpora tanto elementos humorísticos como sutilmente siniestros: “Todavía existe esa posibilidad, que los dos hayan sufrido algún embrujo el día anterior. Una intoxicación delirante, un cansancio profundo que les desconectó temporalmente algún cable”. En Berta sin cable, una mujer siente una atracción por su vecino y resuelve mandarle regalos compulsivamente, haciendo pasar la situación por un error en el servicio de envíos. La autora transmite la plenitud y la incomodidad en una misma oración: “Brilla por dentro su ventana, irradia una modernidad cómoda y servida, cierra la puerta de aquel otro que es un vecino y es un abismo y es un desconcierto”. En Lo que ella sabe, una anciana descubre que tiene un poder: a menos de dos metros de distancia de las personas, puede acceder a sus pensamientos. Y en La teoría de los números pares e impares, una reunión familiar da paso a revelaciones sórdidas e inquietantes. Esper consigue transitar del costumbrismo hilarante al fantástico de ribetes sombríos, y en sus cuentos lo familiar es un ámbito que propicia tanto la satisfacción de los deseos como su frustración, un espacio pleno de afectos, pero también de descubrimientos ominosos.

 

Querer es perder

Autora: Salomé Esper

Género: cuentos

Otras obras de la autora: La segunda venida de Hilda Bustamante; Sobre todo; Paisaje

Editorial: Sigilo, $ 22.500