La memoria del silencio
Cien años forman una cinta de Moebius que envuelve a la lengua argentina como cinturón de asteroides a un planeta desconocido. Por un lado de la misma aparece cierto misterio, al que se vuelve desde otro punto por el anverso. La imagen parece excesiva, pero es la forma literaria con que Miodosky aborda la constitución de su ser social, es decir, el origen mismo de toda esta argentinidad que nos es exceso y está en riesgo de olvido. Porque nadie es argentino por sí mismo.
Pero para que eso ocurra, lo precede un sacrificio que es supervivencia, un esfuerzo descomunal por salvar la propia sangre, la lengua y la historia de otra tierra. Así se explica la topología del relato: abuelos, padres, van más allá del exilio; no son trasplantes vegetales sin riego. El ciclo de Mandato clandestino hace honor a la voluntad de esos inmigrantes judíos de la Polonia rural, los que hicieron patria ante la inminente tormenta del Holocausto.
Porque no escaparon, tampoco se escondieron, justamente (ante la injusticia), hubo una ética, aunque pensar en ella parezca idealismo simplista, el destino de los personajes tiene tanto respeto introspectivo como reconocimiento por la identidad de los otros. Algo que el racismo de este país sabe negar con obsesiva contundencia. Italianos, españoles, sirios, lituanos, la larga lista de nacionalidades conforma un lienzo de historias silenciosas. Eludir la masacre de las guerras, la brutalidad de las tiranías, marcas sociales que tienen pertenencia en lo argentino.
Ninguna contingencia política interna, ni el terror, lograron acallar la búsqueda de la historia. Si el destino supone coincidencias y fortuna, lo real es la constitución de una voluntad contra toda dificultad. Los Tropinsky constituyen una de las sagas familiares, una de las cientos de miles, donde la valentía ante lo desconocido destaca esa singularidad inabarcable. Es en San Juan donde construyen, en un lento goteo para rescatar a cada familiar cercado en el campo polaco, una nueva forma de existencia. Porque el ascenso social es apenas una fantasía para el exiliado.
El miedo, la angustia, los fantasmas que crea la conciencia a la distancia, son la preocupación central de esta novela. Porque de inmigrantes en Argentina pasan a migrantes internos, exiliados a Neuquén. Recorrido que en nada es casual. Si lo árido de los Andes al llegar encuentra una dimensión de lo terrible, es en la Patagonia donde la soledad y lo inmenso diluyen cualquier futuro, lo hacen nimio. Ese es el riesgo verdadero que señala Miodosky, cuando la piedra inaudita del pasado toma forma y reclama por el pacto de sangre sin mención. El de la verdadera herencia.
Y allí vuelve la ética, al momento decisivo. Para esa instancia todo el aprendizaje del narrador, toda la memoria (suya, nuestra), marca una diferencia con la brutalidad de la llanura. Esta novela viene a decir lo imprescindible, a la manera borgeana: somos argentinos con cada fracción de los que vinieron, de los que nunca se fueron.
Mandato clandestino
Autor: Fernando Miodosky
Género: novela
Editorial: Dunken, $ 26.000
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