crítica

Más allá de los goles

No hay complacencia con la épica fácil ni con la crítica desdeñosamente intelectual. El fútbol que escribe Sasturain reconoce la alienación, pero también la belleza; asume que es un negocio que mueve mucha plata y, al mismo tiempo, que un control de pelota bien hecho es un instante irrepetible.

Foto: cedoc

Primero literatura, después fútbol. En Sasturain, el juego puede ser, a la vez, entretenimiento alienado y saludable vislumbre de la belleza. Puede ser una distracción masiva o el instante en que, por unos segundos, todo adquiere sentido pleno. En otro pasaje lo define como el fin de otorgarle un sentido a la vida. No es una contradicción: es la tensión que recorre estas páginas y que las vuelve más que meras crónicas.

El libro, Gracias por el juego, reúne artículos publicados en distintos medios que combinan crónica, ensayo y relato breve para pensar el fútbol desde todos sus ángulos: la cancha, el lenguaje, la política, el negocio, la memoria. No se limita a contar partidos o recordar goles: inventa maneras de narrar la pelota, el jugador y la hinchada como si fueran protagonistas de ficción. El resultado es un mosaico que confirma que el fútbol, como la literatura, se vive y se piensa.

Hay un fantasma que parece acompañarlo: la necesidad de justificar, o al menos explicar, cómo un escritor e intelectual puede vivir con la misma intensidad la literatura y el fútbol. Estos textos son su mejor defensa. Legitima la pasión, la propia y la ajena, sin caer en el folclore vacío. Está bien escrito, con un cuidado narrativo que, más allá de su cercanía con la crónica, lo convierte en literatura. Y ahí el orden importa: primero la literatura, después el fútbol.

Las escenas se construyen desde lo concreto. La pelota, “muy difícil de retener, por naturaleza proclive a la libertad”, es tratada como un personaje con temperamento. Su “seducción aparentemente inmediata” y su “apelación a la posesión” suenan a monólogo interior. El lenguaje también entra en juego: “fútbol”, “futbol”, “fóbal”, “fulbo” son variantes que, más que deformaciones, son apropiaciones colectivas, maneras de nombrar lo mismo desde lugares distintos. En otro momento, describe el pase como un acto de confianza, la gambeta como engaño deliberado, y la hinchada como coro griego que anticipa el drama.

No hay complacencia con la épica fácil ni con la crítica desdeñosamente intelectual. El fútbol que escribe Sasturain reconoce la alienación, pero también la belleza; asume que es un negocio que mueve mucha plata y, al mismo tiempo, que un control de pelota bien hecho es un instante irrepetible. Lo importante no es zanjar la contradicción, sino narrarla.

Por eso, más allá de los goles, las tácticas y los resultados, lo que queda es la construcción literaria en este libro. La prosa, esta cuidada en el ritmo, dosificada en el humor, trabajada desde el oído para la lengua popular y armado de escenas. No importa si el tema es un clásico de barrio o la fonética de una palabra: el procedimiento es el mismo. Al final, su manera de escribir sobre fútbol confirma lo que insinúa desde la primera línea: que la literatura, cuando es buena, puede hacer suyo cualquier territorio, incluso el de la pelota. Un libro disfrutable desde lo literario y también por quienes piensan –o quieren pensar– el fútbol, con belleza de escritura y densidad de sentido.

 

Gracias por el juego

Autor: Juan Sasturain  

Género: artículos

Otra obra del autor: Manual de perdedores; El último Hammett; Tinta china; Pagaría por no verte; La lucha continúa; Los sentidos del agua; La mujer ducha; Pirse, el improbable; Parecido SA; Wing de metegol; Arena en los zapatos; Picado grueso; Dudoso Noriega

Editorial: Hugo Benjamín, $ 29.000