feria de editores 2025

Vistas a un mercado del libro posible

El jueves que viene arranca otra Feria de Editores en el C Complejo Art Media de la calle Corrientes. Un poco de historia, nuevas tendencias y presencias, adelantos, novedades, mesas redondas y actividades varias que, como todos los años, permiten poner el libro argentino independiente en el centro de la escena cultural argentina e hispanoamericana.

Foto: pablo temes

La Feria de Editores llama la atención por la continuidad, este año la edición catorce; o sus números, 24 mil asistentes la anterior, 330 editoras de Hispanoamérica, y ventas que superan el promedio del cascoteado y ninguneado mercado del libro. O su voluntad comunitaria, mesas y precios iguales para todos los sellos, y comercial, entrada libre acceso y libro deluxe de regalo. Mientras otra, más silenciosa pero más decisiva si aspiramos a vivir en el país del día después, fluye. “Tener una oferta de editoriales pequeñas y medianas, lo más amplia y lo diversa posible, para que cualquier persona que lea un libro al año, medio libro al año, o le interese empezar a leer, venga, ahora”, señala Víctor Malumián, editor, librero y fundador del fenómeno cultural junto a Hernán López Winne. Ahora es FED. “La FED es tan necesaria e importante para el mercado del libro, que, vista desde el presente, uno tiene la tentación de decir que no podía no existir”, grafica el investigador del Conicet Alejandro Dujovne. 

“Esto, claro, no es así, acontecimientos como la FED no son una fatalidad de la historia. Hubo gente, en este caso un par de editores, que año a año destinaron tiempo, cabeza y energía a un proyecto que en sus primeros años no podían prever hacia dónde iría, ni cómo crecería, pero que sin embargo, se convirtió en una instancia decisiva para la existencia de la edición independiente”, amplía Dujovne, además director del Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro de la Universidad Nacional de San Martín. Esos editores, la manera que toma las decisiones la Feria de Editores de Buenos Aires es también concertada entre pares, diagramó para el jueves 7, viernes 8, sábado 9 y domingo 10 de agosto, de 14 a 21, en el C Complejo Art Media de avenida Corrientes 6271, un menú que “fomenta el encuentro entre las lectoras y lectores y quienes editan, para conversar sobre libros, catálogos y las experiencias de lectura”. En el cara a cara del productor al lector, materialización de la contemporaneidad en los cuales colisionaron los espacios de elaboración, circulación y consumo, la Feria saca varios cuerpos. Parte de la explicación por qué solo terminaron en 2024 promedio de ventas de solo 8% menos que 2023, mientras la Feria del Libro de Buenos Aires se desplomaba un 30%.

Con el dato que la hermanita mayor de La Rural mejoró en número de ventas y asistentes un 10%, parecido a la ascendente compañera de ruta “Ferial”, organizada recientemente por la Universidad Nacional de las Artes, Víctor Malumián pone reparos, “hablamos de que este año está levemente mejor que el anterior, porque el anterior fue terrible, pero seguís abajo del 2023. Nunca hay que dejar de lado que este negocio, o esta profesión, es un negocio, o una profesión, de escala. Es decir de vender cantidad de libros, más allá de la edición independiente artesanal. Si mirás la composición de la Feria, el 90% son editoriales independientes industriales, o sea van a una escala. Sacan trecientos o quinientos ejemplares, pero quisieran imprimir 2 mil o 1.500 ¿Por qué? Porque vos tenés un costo de traducción que es, invento, de 100 pesos. Y esos pesos, que cuesta conseguirlos con más del 50% de la gente bajo la línea de pobreza, no es lo mismo dividirlo entre mil ejemplares que cien”, remata. 

Para saber qué es un independiente. Este año habrá trece charlas que abordarán cómo escribir pese al dolor, el feminismo en tiempos de ultraderecha, cómo se narra la identidad colectiva, o las nuevas y disímiles fronteras del weird latinoamericano, por citar, con panelistas nacionales y extranjeros. Parte de estos temas se extendieron en simultáneo al Ciclo de Cine FED –Primera edición–, en la Alianza Francesa. Entre los visitantes foráneos se cuenta a Marijam Didžgalvytė, Socorro Venegas y Trailblazer mother Joy Yeguaza. En tanto de los nacionales se destacan Dolores Reyes, María Sonia Cristoff, Powerpaola, Walter Lezcano, entre muchos nombres que publican en editoriales argentinas que participan de FED como Godot, Sigilo, Ampersand, Entropía, Mardulce, Blatt & Ríos, El cuenco de plata, Corregidor, Gog & Magog, Asunto impreso, entre otras. 

“Básicamente nosotros creemos en La Flor Azul en el trabajo colectivo, en la colaboración, y creo que eso es algo que se ve mucho en el mundo de la edición independiente y, por supuesto, en la FED” rescata Marcela Alemandi, escritora y editora de La Flor Azul. Esta editorial, nacida en la costa bonaerense con ensayos y testimonios –Bepo, vida secreta de un linyera, de Hugo Nario, es uno de sus tesoros, y que se fue expandiendo a la ficción presentando hoy la novedad de Nosotros el monte, de Claudia Chamudis– , señala que “para las editoriales chiquitas como la nuestra siempre es un plus invaluable la Feria porque, si bien nosotros tenemos distribución en todo el país, la instancia de la Feria aporta la posibilidad de contacto directo con los lectores y las demás editoriales”, señala mencionando que por la FED pudo, a través de un seminario en la que la editorial fue seleccionada por Los invisibles, de Márgara Averbach, entrar en contacto con realizadores audiovisuales. 

Estas iniciativas sostenidas, como el esperado Premio a la labor librera, que abarca de Tucumán a Mar del Plata y el Premio latinoamericano a la obra de no ficción, o los nuevas como Rumbo a Guadalajara. Premio FED & Thomson Reuters, que promueve que un editor participe de la Feria de Guadalajara, algunas con aportes públicos como Mecenazgo de Buenos Aires, la mayoría con el esfuerzo de las editoriales independientes, hacen que “para nosotros en Chai, la FED es el evento central del año en Argentina. Nuestro primer libro fue presentado en la FED hace seis años”, remarca el escritor y editor Santiago La Rosa, desde el Valle de Traslasierra, Córdoba. 

Definido Chai desde la noción de “autoría editorial”, “saber de algún modo con qué se va a encontrar uno, con qué tipo de traducción, con qué tipo de libro, con qué tipo de curaduría, con qué objeto se va a encontrar, con qué diseño se va a encontrar y con qué voces”, resume La Rosa algo que justiprecia el qué viene en el combo editorial independiente, se trae al Río de la Plata la novedad del impiadoso profundamente humano Jamel Brinkley en Testigo. 

Menos es más. “Me parece que esa misma cuestión de ser un poco peso pluma da una flexibilidad distinta, te permite apostar distinto y posibilita mantener la apuesta de modo distinto”, señala el editor de Chai, que nacida en 2019, “pasamos la pandemia, los cambios de gobierno, los saltos de precios, los costos de papel, la recesión actual. Me parece que todo el tiempo estamos tratando de encontrar mecanismos para sobrellevarla. En el caso de Chai, a nosotros nos sirvió mucho y nos sigue sirviendo mucho tener un catálogo que está en varios países al mismo tiempo, porque eso permite que cuando algo se dificulta un poco más en otro país, nos podamos recostar en uno que anda mejor”, matiza La Rosa sobre la notoria profesionalización de los editores independientes, y que se podría trazar desde aquella heroica primera edición de la FED en La Tribu, en 2013, aquella de las quince editoriales. 

“El libro argentino (y no solo el libro, desde luego) atraviesa una situación particularmente delicada. A diferencia de otras coyunturas críticas en las que las variables negativas coexistían con ciertos factores alentadores, hoy pareciera que todos los indicadores relevantes son negativos o muy negativos: el consumo promedio de la sociedad está deprimido, afectando con mayor fuerza a los bienes no esenciales; el gobierno nacional no ha implementado nuevas compras públicas de libros para bibliotecas (y habrá que ver qué sucede ahora con el presupuesto de la Conabip, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares); el tipo de cambio no solo desalienta la exportación de libros físicos, sino que además favorece la importación; y, no es un dato menor, los alquileres han aumentado de manera sostenida, presionando aún más sobre los ingresos de muchas editoriales y librerías. Aun así, las editoriales independientes siguen produciendo. Lo hacen a un ritmo más lento y con tiradas más acotadas, pero continúan ampliando sus catálogos. Paradójicamente, uno de los aspectos positivos de estas editoriales es, en general, su escala reducida: su tamaño y su modo de funcionamiento más liviano les permite adaptarse con mayor flexibilidad y menores costos a las exigencias del mercado”, analiza Alejandro Dujovne el panorama de las independientes, que “en Argentina articulan bibliodiversidad con profesionalización y estrategias colectivas”, refuerza. 

“Generador de conspiraciones y de amistades”. El cientista social Dujovne además, por encargo de los organizadores FED, y algo increíblemente asombroso, realiza regulares estudios de públicos. “El interés y decisión de los organizadores de la FED de realizar estudios de su público es un hecho bastante inusual en la vida cultural argentina, no solo en la editorial. Eso se debe a que hay una idea bastante extendida entre los gestores y actores culturales en Argentina, tanto públicos como privados, acerca del valor y utilidad de los datos: es interesante contar con ellos, pero en última instancia no son imprescindibles para el diseño e implementación de políticas culturales. Lo cual, por supuesto, es un error. Por contraste, los organizadores de la FED entienden que el crecimiento de la Feria demanda un conocimiento sistemático de los distintos planos que hacen a su funcionamiento, y el público es uno de ellos”, comenta el árbol número uno del bosque que los funcionarios públicos y gestores culturales, glorias del ayer y hoy, no la ven. 

“A lo largo de los sucesivos estudios anuales hemos identificado ciertos rasgos del público que se mantienen: presentan un alto nivel educativo, suelen estar atentos a las novedades editoriales y a las trayectorias de determinados autores y autoras, leen un número de libros significativamente superior al promedio de la sociedad, y siguen de manera activa a periodistas culturales y prescriptores en redes sociales y medios tradicionales. Todo ello revela que no solo compran y leen libros, sino que estos ocupan un lugar central en su vida y forman parte de comunidades donde la lectura desempeña un rol relevante”, sintetiza Dujovne.

Este análisis crítico señala un círculo virtuoso que marca también un límite endogámico que la FED intenta quebrar hacia otros terrenos para retroalimentar este “generador de conspiraciones y de amistades”, que empieza a impactar en serio económicamente en el ecosistema del libro, que además de papel y cabezas, mueve otras ramas como la gastronomía y la hotelería, en sus cuatro días de locos. Libros, que en estos crepúsculos de los totalitarismos de adentro y de afuera, tienen aún tarea fundamental en el desarrollo del estado democrático.   

Santa Estafa nuestra de cada día. “Entre muchas de las frases hechas que gobiernan nuestro lenguaje hay una que refiere a la ‘viveza criolla’. Hay que ser vivo, hay que ser piola para trascender en este mundo. No por nada tuvo tanta repercusión Nueve reinas, aquella película protagonizada por Ricardo Darín y Gastón Pauls, que tuvo su revival hace no mucho. Esa ‘viveza’ incluso trascendió las fronteras y, hace poco, fuimos testigos de una criptoestafa en la que tuvo que intervenir el fuero federal de Nueva York” bosquejan los editores de Estafa, la nueva publicación gratuita de la FED, ya un pequeño clásico por temas de picante actualidad, y por los escritores convocados en textos originales. 

Abre el cuento plagado de pequeñas mentiras adheridas a la verdad “Una casa con vista al mar”, de Fernando Chulak, que en la FED participa el viernes 9 de la mesa “Narraciones del deseo”, y presenta la novela finalista de los Premios Herralde Los fieles (Beatriz Viterbo):

“El mapa le da la razón, aunque el camino, no. La arena es demasiada, ya casi no hay tierra abajo. Pero ya se ve la casa ahí, parte de las paredes, un beige seguro cargado de sal, y el techo de tejas. Estacionamos a unos doscientos metros. Y a medida que caminamos, se ve más techo y más pared, como si la casa creciera hacia abajo y las dunas sobre las que estamos parados nos elevaran. Hasta que en un momento ya no más. No hay más abajo, no hay cimientos, no hay garaje, no hay puerta de entrada: solo el encuentro entre la casa, la playa y el mar. Todo a la vez, todo junto. La casa está a punto de ser devorada por la playa”.

—No puede ser.

“Las olas se acercan, y por ahora son un mordisco, pero ¿y después? Cuando suba la marea la casa va a ser una isla, y de noche, un faro ¡Solo agua alrededor! ¿Cómo no vimos el avance de la playa, la arena sobre el asfalto, sobre la tierra después, demasiada, cada vez más, hasta convertir todo en playa? ¿Cómo nadie nos avisó que la casa se hundía en el mar? Los ahorros, lo que pedimos prestado, el trabajo al que renuncié, el cambio de vida”.

—¡Tu tía Esther nos cagó!

“Arriba, la casa es como cualquier otra, un techo de tejas algo descuidado, pero nada que no pueda arreglarse; abajo, es un pozo en la orilla, una parte adentro del agua, una parte sobre la arena. ¿Y adentro, qué? Aunque es un mar calmo, me duelen las olas cuando pegan en el frente de mi casa. ¡Es mi casa!”

— ¿Y adentro, qué? Decí algo, Julieta. Hablá.

“Nada. Mira el mar en silencio. Y lo mira sin odio, como si no fuera culpa del mar, como si la marea solo hiciera más lindo un atardecer y no fuera nuestra casa la que ahora está apoyada en el agua, un naufragio en cámara lenta. Lo mira como a un paisaje: las ruinas de una antigua civilización, no de nuestro plan”.

Juan Mattio, próximo a editar en Caja Negra  y que integrará la esperada mesa de la FED con Michel Nieva el sábado, confiesa que piensa “la FED más como lector que como escritor. Por lo general, cuando voy a buscar libros, encuentro catálogos que tal vez ya no están exhibidos en librerías, o que tienen un par de años. Y entonces se fueron perdiendo de la mesa de novedades, y que son libros muy valiosos, más algunas editoriales que vienen de afuera. El año pasado, por ejemplo, vino Mirabilia de Colombia, con una edición hermosa de La exhibición de atrocidades, de J. G. Ballard”, recuerda. Los colombianos vuelven con sus libros de ciencia ficción, fantasía y terror, retornan al igual que las casas de Brasil, Chile, México, Paraguay, Uruguay y España. 

La gran estafa de la literatura, el ensayo de Mattio en el libro FED, explora con la proa puesta hacia la literatura del desconcierto:

“Las vidas que narran Henry James o Balzac o Jane Austen adquieren, en determinado momento y bajo ciertas condiciones, un sentido. En la cultura clásica, esta relación entre experiencia y sentido era mucho más determinante (y, de algún modo, traía más consuelo). La idea misma de destino ponía en relación necesaria a las personas con un ordenamiento que podríamos llamar, sin exagerar, cósmico. Las vidas estaban gobernadas por una serie de azares, detalles, encrucijadas morales; y todo eso estaba ahí para que se cumpliera un curso prefijado e irrenunciable.

La literatura moderna tuvo que hacerse cargo de una escisión terrible: no hay ni podemos esperar ninguna coherencia, el vínculo entre experiencia y sentido está roto, las vidas insulares que vivimos suelen ser, la mayor parte de las veces, una serie de sucesos sin conexión lógica y, todavía más, sin racionalidad alguna. Frente a esta ausencia de totalidad trascendental aparecen las formas literarias. El cuento, la novela, el poema funcionan como una organización simbólica de la experiencia, hacen emerger el sentido, se esfuerzan por elaborar ese material que se nos presenta como caótico e indescifrable. Ordenan, o fingen ordenar, nuestro estar en el mundo. Pero, lamentablemente, esos ordenamientos son, si no estrictamente falsos, al menos artificiales. A esto llamo la Gran Estafa de la Literatura.” A esto Mattio opondrá una escritura agusanada del mundo donde nada está concluido, una ficción no mimética fuera de sector y de encasillamientos, en medio de este “tiempo bastante chato y triste en términos políticos y culturales”.

María Sonia Cristoff, Esther Cross, Federico Lorenz, Carla Maliandi, Ricardo Romero, Marcela Indira Simondi y Sergio Wolf son los otros escritores, dramaturgos y ensayistas convocados por “la estafa que nos sorprende y nos derrumba”.