Columna de opinión

Demografía y gestión: cómo anticiparse al nuevo mapa sanitario global

Por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial tiene una tasa de fecundidad inferior al nivel de reemplazo, según la ONU.

Por Edgardo Vázquez, Gerente General de Laboratorios Bagó. Foto: Bagó.

La tasa de fecundidad es un dato que resume una transformación profunda y silenciosa: mientras nacen menos niños, vivimos más tiempo. La esperanza de vida global alcanzó los 73,3 años en 2024 y seguirá aumentando en casi todos los países, de acuerdo con la OMS. Para 2050, se estima que habrá 1.600 millones de personas mayores de 65 años. 

Esa inversión de la pirámide demográfica tensiona estructuras que fueron pensadas para otra realidad. No se trata solo de un cambio estadístico, sino de un cambio estructural que impacta en la medicina, la educación, el trabajo y las políticas públicas actuales. Adaptarse ya no es una opción técnica, es una decisión estratégica. 

En el ámbito sanitario, el desafío obliga a revisar los modelos centrados en la enfermedad crónica o en la atención hospitalaria masiva, hoy insuficientes ante una población cada vez más longeva, diversa y con necesidades específicas. Preservar la sostenibilidad exige, entonces, evolucionar hacia enfoques preventivos, predictivos y personalizados. 

De acuerdo con el informe Global Health Care Outlook 2025 de Deloitte, el sector avanza en esa dirección, impulsado por el uso de datos, inteligencia artificial y tecnologías que permiten anticipar riesgos, personalizar tratamientos y optimizar recursos. Un claro ejemplo es la medicina de precisión, que mejora la eficacia de los tratamientos a partir de la información genética, los biomarcadores y el análisis masivo de datos. 

Si bien la tendencia es global, en regiones como América Latina los sistemas aún enfrentan brechas de acceso y equidad. Dar ese salto requiere inversión, regulación y cooperación entre los distintos actores del sistema. Pero también demanda un cambio cultural que promueva el pasaje de curar a prevenir, de reaccionar a anticipar, de generalizar a personalizar. 

La nueva etapa redefine, incluso, el papel del profesional de la salud, que deberá integrar competencias digitales, analíticas y éticas que permitan tomar decisiones terapéuticas más individualizadas. Según el McKinsey Health Institute, cerca del 90% de los líderes de sistemas de salud considera que la adopción de herramientas basadas en inteligencia artificial es una prioridad, no porque sustituyan al médico, sino porque lo potencian. 

Ante el nuevo escenario, resulta clave asumir una perspectiva que combine propósito y visión de largo plazo, con el fin de generar valor tanto para los pacientes como para las organizaciones. El descenso de la natalidad y el aumento de la longevidad no deben interpretarse como una crisis, sino como un punto de inflexión que invita a repensar el sistema sanitario en su conjunto. De cómo actuemos hoy dependerá que el mañana sea más ágil, eficiente y sostenible.