Carmen Maura

Carmen Maura:“Lo que más me apetece de trabajar es estar cerca de mi casa”

De visita por Argentina para apoyar a la película Vieja loca de Martín Mauregui, aquí despliega sus energéticos ochenta años donde anticipa su próximo papel para una plataforma. Confiesa que puede elegir roles con total libertad.

Leyenda. La actriz española sigue siendo un epicentro enorme a la hora del cine iberoamericano y de roles que muestran su camino. Foto: pablo cuarterolo

Recibió cuatro premios Goya por sus actuaciones en el cine. Hizo reír en Mujeres al borde de un ataque de nervios de Pedro Almodóvar, provocó llanto con Ay Carmela de Carlos Saura y ahora Carmen Maura viene a aterrorizar con su última película: Vieja loca, escrita y dirigida por el argentino Martín Mauregui, que protagoniza junto a Daniel Hendler, más Agustina Liendo y Emma Cetrángolo. 

Es una de las actrices europeas que ganó más premios internacionales y ya sumó un nuevo galardón en este caso por Vieja loca. Obtuvo una mención especial en el Mórbido Film Fest que se realizó en México. Llegó a la Argentina donde asegura que lo pasa muy bien a pesar de las doce horas de vuelo para apoyar a esta película que llega a los cines. Aquí anticipa su próxima participación en la serie española Furia, que emprenderá su segunda temporada. 

—¿Cómo fue filmar terror? 

—Divertido. Fue más juego que nunca. Me he sorprendido mucho al ver la película porque me veía como si fuera otra persona y decía: “Pero qué burra…”, ya que no me daba cuenta de lo que hacía, porque me lo pasé muy bien. Lo que recuerdo de ese rodaje sobre todo es haberla pasado estupendo. Primero porque estaba con Martín (Mauregui), el director que me quería, me adoraba y habíamos ensayado muchísimo. Me decía: “Más así, más alzado y yo le hacía caso absolutamente”. Porque entiendo muy bien lo que quiere un director. Y luego estaba con Daniel (Hendler) que es un encanto, monísimo y además tiene un sentido del humor por lo cual le podía decir cualquier cosa que aguantaba todo y se reía siempre. Y eso me ayudó muchísimo. Daniel fue para mí un apoyo enorme en el rodaje, porque había muchos planos, donde él me ayudaba a levantarme del suelo. En muchísimos momentos colaboró conmigo.

—Subrayaste lo del sentido del humor. ¿Es muy importante? ¿Lo tienes?

—Yo sí, me sale solo, pero sin querer. Muchas veces, incluso si estoy estudiando. Ahora estoy preparando mi próxima actuación y de repente me río sola. Pero cuando llego al set, a mí no me verás nunca reírme por un chiste. A lo mejor la gente se ríe por alguna cosa, pero yo sigo completamente seria. Lo bueno del sentido del humor es no decir: “Y ahora voy a estar graciosa”. Pero nunca antes había estado en una película con tanta sangre y golpes.

—¿Hubo alguna preparación previa para encarnar a Alicia?

—Sí, durante tres meses hice muchas pesas para tomar fuerza, por eso la tuve durante el rodaje. Me lo propuse seriamente de lunes a viernes pesas, en el gimnasio. Así descubrí ese mundo para la gente mayor, porque te ayudan a mantener el equilibrio mejor y te fortalecen los músculos. No me gusta nada la gimnasia, sólo me encanta nadar y hago ejercicios de pilates. Ahora con tantos viajes y festivales lo abandoné un poco, pero en cuanto vuelva a Madrid volveré a hacerlo tres veces por semana. Me quedo tres horas en el gimnasio, entre las pesas y la natación.

—¿Sos muy metódica? 

—Con mi trabajo soy muy seria. Por ejemplo, en plan de prepararlo bien, soy muy exigente conmigo misma. Así como el rodaje me parece un juego, la preparación no me lo parece, además siento una pesadez cuando tengo que memorizar. Ahora estoy estudiando mi próximo papel. Estaré en la segunda temporada de la serie Furia, escrita y codirigida por Félix Sabroso. Seré la madre del personaje de Nat (Candela Peña), Por el éxito de esta primera temporada es que grabarán la segunda. 

—¿Qué es lo que te lleva a aceptar un proyecto? El año pasado se estrenó aquí Como el mar de Nicolás Gil Lavedra donde hiciste una participación especial.

—Sí, me lo pidió Zoe Hochbaum, la conocía a ella y me cayó muy bien. Luego me enteré que iba a estar Sofía Gala, que es una maravilla de actriz. La admiro profundamente. Entonces, nos lo pasamos muy bien las tres cuando estuve en Uruguay, país que no conocía. Me pareció un sitio además muy agradable y simpático. Para filmar ahora elijo cada vez más lo que me dé la gana. Hubo un tiempo en que en que sí necesitaba trabajar pero en estos momentos ya me cuenta mucho, por ejemplo, la persona a la que tengo que obedecer, o sea, al director. Eso es fundamental. Hay veces que puedo decir que sí, porque el director me cae tan bien, me da tanta ternura que tenga tanta gana que haga su película. Depende como me toque en la parte sensible. Por ejemplo, con la serie Furia somos varias mujeres y cada una trabaja quince días, porque tenemos historias separadas que se van entremezclando.

—¿Y el teatro?

—Cuando empecé aprendí mucho haciendo café teatro, trabajando en cosas imposibles. Mi escuela fue a las bravas, nunca fui a un curso, ni nada, se aprende tanto trabajando en distintos ámbitos. Bajé con plumas por las escaleras.

—En España estrenaste la obra teatral La golondrina del catalán Guillem Clúa, son sólo dos personajes. ¿Es tu regreso a los escenarios?

—La estrené en Madrid, la llevamos a otras ciudades españolas y después escribí la versión francesa y la hicimos en París con el actor Grégori Baquet. He sido muy feliz haciéndolo. Con este intérprete nos llevábamos genial y sobre todo hacíamos cada día una función distinta. Eso no me había pasado nunca. De repente en vez de irte para la derecha te vas para la izquierda y el otro sabe responderte, también una secuencia que era en alta voz se lo dices bajito y el compañero te sigue en el escenario. Vino a vernos Yasmina Reza, quien me dirigió en una película y me felicitó por mi acento. Pero no sé si volveré a hacer teatro o no, porque después de haber tenido esa experiencia me he vuelto muy exigente con el escenario.

—Estudiaste filosofía y literatura en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París...

—Sí, y me recibí como intérprete simultánea de francés, por el Instituto Católico de París con sede en Madrid. Eso hasta mis veinte años, luego me casé.

—¿Por eso vivís entre París y Madrid?

—Ahora cada vez voy menos, me da pereza, París ha cambiado mucho después del COVID. Siempre ha sido una ciudad poco acogedora en el fondo, pero ya estoy acostumbrada y tengo mi pisito. Pero en este momento lo que más me apetece de trabajar es estar cerca de mi casa. 

—¿Tu relación con el cine argentino se inició con Valentín de Agresti en el 2004?

—Sí, Valentín fue una película preciosa, con Alejandro Agresti, que es un director un poco insoportable, pero el film fue maravilloso. Lo puedo decir porque lo sabe todo el mundo. Reconozco que Valentín me pareció preciosísima y el niño era estupendo, que ya no es un niño (Rodrigo Noya). Nos hicimos muy amigos en el rodaje, nos protegimos el uno al otro, porque había que protegerse. Es un director un poco difícil de trabajar.

—¿Te resulta extraño el éxito en América Latina? 

—No, en América Latina no, me resulta raro si tienes éxito en los Estados Unidos, porque los americanos son mucho más exigentes. Con Vieja loca tuvimos muy buenas críticas en Málaga y en Sitges.  Esta es una película para la gente que le gusta el terror y son muchos a los que les encanta. Por ejemplo, en España a los jóvenes en general les apasiona el terror, además hay varios festivales especializados. 

—¿Próximos proyectos?

—Lo más cercano, mi papel en la serie Furia. Nunca se sabe lo que voy a hacer porque leo todo lo que me envían, hasta los cortometrajes. Claro que para hacer un corto tendría que encantarme. Sobre todo ahora, más que nunca es una época de hacer lo que te dé la gana. Con la edad, lo que te apetece. No voy a cenas, ni festejos que no me atraigan.