cambio de rumbo en el país caribeño

El plan económico de corte neoliberal de Asfura, el nuevo presidente de Honduras

Giro. Nasry Asfura, respaldado por Trump, afirma que quiere revertir los altos niveles de pobreza. Foto: cedoc

Nasry Asfura, el candidato de derecha respaldado por Donald Trump, asumirá la presidencia de Honduras el próximo 27 de enero por un período de cuatro años, tras imponerse por menos de un punto porcentual en las elecciones más ajustadas de la historia reciente del país. La oposición impugnó el resultado, denunció fraude y mantiene el cuestionamiento sobre la legitimidad del triunfo.

El programa de gobierno de Asfura se apoya en su experiencia empresarial y municipal bajo el lema “reconciliación nacional y la eficiencia administrativa”.

En materia económica, el nuevo mandatario propone priorizar la inversión privada por sobre la redistribución impositiva. El plan incluye garantías de seguridad jurídica y estabilidad fiscal para atraer capitales extranjeros, líneas de crédito subsidiadas y reestructuración de deuda para el agro, además de obras de infraestructura productiva. También prevé programas de empleo juvenil y apoyo a emprendedores tecnológicos.

En el eje social pone acento en la descentralización y el rol de los municipios. Asfura impulsa la rehabilitación de más de 17 mil escuelas, la provisión de material educativo y de tecnología junto al fortalecimiento de la atención en salud. 

Al igual que otros gobiernos de derecha de la región, el presidente electo promete una reducción del gasto público mediante un plan de austeridad que achique la estructura estatal, con la eliminación y fusión de secretarías. Su objetivo es redirigir recursos hacia lo social y avanzar en la digitalización del Estado para reducir la burocracia y los márgenes de corrupción. En seguridad, plantea reforzar la inteligencia preventiva y dotar de más recursos a la Justicia.

En política exterior, Asfura busca recomponer la unidad interna tras un proceso electoral altamente polarizado y fortalecer la relación con EE.UU., principal socio comercial y destino de millones de migrantes hondureños. 

Sin embargo, la viabilidad del plan enfrenta límites. Honduras cerró 2025 con una deuda pública superior a los 18.500 millones de dólares, cuyo servicio absorbe entre el 25% y el 28% del presupuesto nacional. Además, cerca del 28% del financiamiento del presupuesto 2026 depende de recursos externos, lo que restringe el margen de maniobra fiscal. 

La economía continúa altamente expuesta a las remesas y a la volatilidad internacional, mientras el gobierno aspira a un crecimiento de entre 3,5% y 4%.

El escenario político también aparece como un factor crítico. Asfura no contará con mayoría propia en el Congreso Nacional y deberá negociar con una oposición fragmentada, pero decisiva para aprobar reformas clave, desde la reestructuración de la deuda hasta cambios en el mercado laboral. 

Con un país fiscalmente condicionado y socialmente dividido, el principal desafío de Asfura no será solo ejecutar su agenda económica, sino construir consensos políticos mínimos que le permitan transformar sus promesas en políticas de alcance estructural.