INTERNACIONAL
la crisis de medio oriente

Ezequiel Kopel: “Netanyahu logró convertir al pueblo israelí en cómplice”

El periodista e investigador, especializado en Oriente Medio, expresa una visión crítica del gobierno de Israel y de su política hacia los palestinos de la Franja de Gaza, después de la matanza de Hamas del 7 de octubre. Sostiene que la única respuesta fue “la destrucción y la hambruna de otro pueblo”. Para Kopel, desde la Guerra de los Seis Días, “sionismo significa ocupación militar y colonización de tierras” dentro de la Franja de Gaza y Cisjordania.

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Polémico. Kopel insiste con el término “genocidio” para definir lo que ocurre en Gaza. | afp

—Calificaste lo que pasa en Gaza como una catástrofe moral para Israel...

—Sí, yo creo que el Estado de Israel fue fundado bajo la memoria del genocidio cometido contra los judíos y que se considera heredero de las víctimas, pero veo que la única respuesta a la masacre del 7 de octubre fue la destrucción y la hambruna de otro pueblo. Netanyahu consiguió convertir al pueblo israelí, ansioso por vengar esos crímenes, en un cómplice. La campaña estratégica de ataques aéreos, especialmente al principio, arrasó con familias enteras y luego la invasión terminó de convertir a los palestinos en refugiados constantes, sin distinguir entre combatientes y civiles, y con amplio apoyo ciudadano. Por eso hablo de catástrofe moral. Quienes la llevaron a cabo no fueron colonos radicalizados específicamente fascistas que participaron agitando las masas con declaraciones rimbombantes, sino que esta campaña estratégica de bombardeos aéreos –que fue la que más muertes produjo– fue perpetrada por los pilotos israelíes de la fuerza aérea. La elite del ejército que, en su mayoría, son israelíes laicos. El asesinato de civiles, niños, la hambruna, la destrucción de la infraestructura, del sistema de salud, de la mayoría de los hogares, familias, barrios, la limpieza étnica del norte de la Franja, la destrucción de universidades, instituciones culturales, mezquitas, de la producción de alimentos, de la distribución de agua, las tierras cultivables, etc., para mí todo eso pinta una clara imagen de genocidio. Es pertinente recordar que el genocidio conlleva la destrucción de la capacidad de existir de un colectivo, no necesariamente la aniquilación total. Gaza no tiene que ser Auschwitz, pero ya es mucho más que Srebrenica, que es reconocido por Estados Unidos como genocidio.

—Te declarás sionista, pero hablás de genocidio. Para muchos es contradictorio, ¿por qué para vos no?

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—No veo un problema en ser sionista y reconocer que el Estado de Israel puede realizar un genocidio. Creo que el sionismo de algunos es un problema, si su ideología no les permite reconocer lo que sucede. Definir que la palabra sionismo de alguna manera precede o que es más fuerte que lo que uno investiga y lo que uno cree va contra mis propios valores. Si la ideología hace que uno niegue la evidencia de los hechos fácticos y produzca el silencio, estamos ante un fanatismo. Siempre lo pensé haciendo una analogía con el comunismo: hay muchos comunistas que han denunciado los crímenes del régimen soviético sin dejar de ser comunistas. El sionismo es muy difícil de entender, o analizarlo en su etapa temprana, si no se considera que surgió de la persecución cruenta que ha recibido el pueblo judío en Europa y el mundo; y es imposible analizarlo hoy en día si no se tiene en cuenta que, por lo menos desde la Guerra de los Seis Días (es decir, 58 años), sionismo significa ocupación militar y colonización de tierras. Creo que puede ser una ayuda para el pueblo judío en tanto Israel sea un lugar donde refugiarse de persecuciones, pero no puede terminar de serlo mientras se mantenga la negación de cómo ha provocado el despojo de los palestinos de su tierra. Sin eso, va a ser muy muy difícil que haya un debate sincero y rejuvenecedor del sionismo.

—Muchas voces dentro de la comunidad judía señalan que antisionismo equivale a antisemitismo…

—Cuando dentro de la comunidad judía se dice que el antisionismo equivale a antisemitismo, veo un ardid que se utiliza para tratar de acallar voces disidentes, al tiempo que hay antisemitas que utilizan antisionismo para, de alguna manera, esconder su odio al pueblo judío o al menos su posibilidad de independencia. Pero si decimos que todo antisionismo es antisemitismo, tendríamos que decir que muchísimos judíos ortodoxos, por ejemplo los judíos que han sido representados en la pantalla chica con la serie Poco ortodoxa, son antisemitas. Hay muchos judíos que creen que el Estado de Israel no tiene que surgir por la mano del hombre sino por fervor religioso o acciones de una entidad más elevada. También hay otros judíos que creen que el mayor desarrollo del pueblo judío se dio fuera en la tierra de Israel (por ejemplo, en Europa), hasta la llegada del Holocausto.

—¿Qué perspectivas ves a futuro tanto para Israel como para sus adversarios?

—Me parece que ambos consideran el cese del fuego como algo diferente. Los israelíes siguen atacando hasta hoy cuando lo consideran conveniente. Aunque en baja intensidad, Hamas lentamente se recupera. Gaza está partida y va a una situación donde va a haber una “Gaza buena” –poco menos de la mitad de Gaza controlada por Israel, que va a tratar de desarrollarla– y después la “Gaza mala”, llena de palestinos, que Hamas va a seguir controlando. Lo que ha quedado de lado en el cese del fuego es la opinión de la mayoría de los palestinos: se habla de una fuerza internacional que nadie sabe quién va a integrar y que no va a consultar a la mayoría de los palestinos, o al menos al bando que simpatiza con la OLP o con ideas menos radicales. La clave por una calma duradera reside específicamente en levantar el bloqueo en Gaza. El bloqueo duró 18 años hasta el 7 de octubre de 2023, y lo único que hizo fue fortalecer a Hamas. Se necesitan alicientes claros para que haya una salida al conflicto, no como el anuncio de estos días de que Israel va a “legalizar” 19 nuevos asentamientos en Cisjordania. No digo que Israel no quiera la paz; de hecho, creo que la quiere tanto como muchos palestinos. Pero este siglo está marcado por la tragedia del pueblo palestino, que nunca ha soportado tanto sufrimiento como en estos dos últimos años y es inocente por definición, porque sus tierras están ocupadas por Israel, lo cual no implica negar la masacre del 7 de octubre. El principal problema sigue siendo cómo ambas partes consideran el conflicto: los israelíes lo ven como un tema de seguridad, negando la autodeterminación palestina, y los palestinos como la persistencia de una injusticia, ya sea por la ocupación o por la creación misma del Estado de Israel.

—A diferencia de quienes opinan a la distancia, vos pasás mucho tiempo en Medio Oriente. ¿Podés hablar de esa experiencia directa?

—Sí, a veces por las redes sociales me dicen, sin conocer mi vida, que opino lo que opino porque vivo en Argentina, pero en rigor paso más de la mitad del año en Medio Oriente. Creo que recorrí Israel o Cisjordania como pocos israelíes la han recorrido, ya que he invertido una vida en conocer el otro lado, corriendo muchos riesgos. Al pisar el otro lado de alguna manera sos sospechoso para ambos bandos.

A veces dialogo con diferentes israelíes o con diferentes personas judías y me hablan de un territorio que prácticamente no conocen, donde si de pronto los tirás se perderían. No es que yo a la distancia, en Argentina, me hice de “izquierda”, en la medida en que la izquierda se define como prosolución para los palestinos. Mi posición fue desarrollada precisamente en Israel. Viajando hacia el otro lado.