Día 680: Milei ya perdió y ya ganó
Milei, aún en su peor momento, tras protagonizar una campaña lamentable, cruzada por todo tipo de acusaciones y errores autoinfligidos, cuenta con una poderosa arma para alcanzar este tercio tan necesario: el antiperonismo.
A solo seis días de las elecciones, ya podemos afirmar que Javier Milei perdió. El Presidente no podrá seguir gobernando de la misma manera: tuvo que recurrir al macrismo, los gobernadores y el gobierno de los Estados Unidos para sostenerse en los últimos meses de gestión. Hubo temores de que caiga el Gobierno y fueron justificados. Ahora, la gestión libertaria está fuertemente condicionada por muchas variables y deberá hacer consensos con aliados para llevar adelante las llamadas “reformas estructurales” que le reclaman sus acreedores.
También podríamos decir que Milei ya ganó. El libertario instaló parte de su forma de pensar de una manera muy hábil. Como nunca en este país se discute sobre la necesidad de mantener un equilibrio fiscal y controlar el déficit del gasto público. "Ajuste" dejó de ser una mala palabra y se puede discutir más racionalmente sobre qué ajustar. Así Milei se fuese mañana, dejaría varias de sus ideas machadas en la batalla cultural. Probablemente, las mejores de su repertorio, las más racionales y alejadas del resto de su discurso de odio.
El próximo domingo son las elecciones legislativas nacionales y hay muchas expectativas sobre el resultado. Los mercados podrían derrumbarse si hay una derrota libertaria demasiado amplia. Donald Trump explicó que no ayudará a Argentina si Milei es derrotado el 26 de octubre. Las diferentes fuerzas políticas se aventuran a planear algún tipo de ofensiva sobre el Gobierno para que se abra y comparta el poder luego de ser golpeado o construir una alternativa de poder independiente de La Libertad Avanza (LLA).
El Gobierno además se juega su máquina de vetar. Si no logra reunir a los “85 héroes” luego de las elecciones, deberá abandonar la herramienta del veto y consensuar con diputados a los que ha llamado “ratas” en reiteradas oportunidades. Todo esto y varias cosas más, que vamos a analizar a continuación, se ponen en juego en estas elecciones.
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Analicemos la disputa sobre la máquina de vetar leyes opositoras. El uso de la facultad de veto por parte del presidente Milei se ha consolidado como una herramienta central en su estrategia de ajuste fiscal y equilibrio de las cuentas públicas. Desde el inicio de su gestión, el mandatario ha recurrido al veto total o parcial de diversas leyes sancionadas por el Congreso, argumentando que implican un "gasto desmedido e irresponsable" que pone en riesgo la estabilidad macroeconómica y el superávit fiscal que su gobierno busca sostener. El Poder Ejecutivo ha calificado estas iniciativas legislativas, impulsadas principalmente por la oposición, como un intento de "sabotaje" a su programa económico.
Entre las leyes más significativas que el presidente Milei ha vetado se encuentran el proyecto de aumento a jubilados y la Ley de Movilidad Jubilatoria, buscando evitar un mayor gasto previsional. También rechazó la moratoria previsional, que permitía el acceso a la jubilación a personas que no contaban con los 30 años de aportes. Asimismo, vetó la declaración de Emergencia en Discapacidad, una norma que buscaba garantizar el financiamiento del sistema de prestaciones y servicios, y la Ley de Financiamiento Universitario, la cual proponía actualizar las partidas presupuestarias de las universidades nacionales de acuerdo con la inflación. A estas se suma la Emergencia Pediátrica, orientada a reasignar fondos para la salud infantil, y el proyecto de asistencia para la Emergencia en Bahía Blanca tras un temporal.
Para blindar estos vetos es necesario un tercio de los legisladores en una de las dos cámaras. Durante un tiempo, pudo llegar a los llamados héroes en el Congreso con los aliados. Pero a medida que Milei perdía popularidad, ciertos sectores se fueron enfrentando al Gobierno y se quedó solo, lo que terminó generando importantes derrotas legislativas. Ahora para llegar a los 85 héroes necesarios junto a su aliado el PRO, deberán obtener alrededor de un 30% de los votos, vamos a explicar.
Actualmente, entre LLA y el PRO cuentan con una base de 47 diputados (aproximadamente 26 de LLA y 21 del PRO que continúan con su mandato hasta 2027) que mantienen su banca. Para lograr el objetivo de un interbloque de 85 legisladores, el frente debe obtener 38 bancas adicionales en los comicios. Considerando que se renuevan 127 bancas en total, las 38 bancas a obtener representan cerca del 30% del total en juego. Dado que el sistema de reparto D'Hondt tiende a beneficiar a las fuerzas más votadas, el frente LLA-PRO debería aspirar a un porcentaje de votos a nivel nacional de aproximadamente el 30% al 32% para asegurarse esa cantidad de escaños.
En las elecciones nacionales del 26 de octubre se renovarán 127 bancas de diputados y 24 de senadores.
Alcanzar los 85 diputados es un paso crucial para el oficialismo, ya que una bancada sólida fortalece la capacidad de negociar leyes y, sobre todo, asegura que el Poder Ejecutivo cuente con los apoyos necesarios para sostener su agenda sin ser fácilmente bloqueado por la oposición. Y aún así tendría que depender siempre con el apoyo de los diputados del PRO que podrían votar en contra y vale recordar que hasta hace unos meses LLA soñaba con esos 85 diputados puros violetas sin necesidad del apoyo del PRO, que siempre va a ser condicional.
Pero aún así, si el Gobierno sacase menos de este porcentaje o si saliera segundo en varias provincias, fundamentalmente las grandes que reparten más diputados, podría perder su “máquina de vetar”. Milei ya está en falta con algunas leyes que no se están aplicando como la de Emergencia en Discapacidad, que motivó la toma de ANDIS por parte de familiares y pacientes la semana pasada. Una derrota de su máquina de vetar pondría en crisis esta forma de gobernar y en consecuencia la deriva autoritaria de Milei. ¿Por qué decimos “autoritaria”?. Porque Milei empezó a jugar al borde de la institucionalidad con los DNU y los vetos, pero la no aplicación de leyes votadas, vetadas y vueltas a votar lo coloca por fuera de la ley. Es decir, Milei ya dejó de jugar al borde la institucionalidad y dió un paso por fuera de la República, un paso hacia el autoritarismo llano y directo.
Si Milei no lograse obtener el porcentaje necesario para blindar sus vetos, lo que Scott Bessent estableció como la vara para medir el resultado, Trump ya anunció que Estados Unidos retiraría su ayuda. Esto evidentemente haría caer el castillo de naipes financiero y pondría al Gobierno en crisis, generado dos posibles escenarios. Un gobierno de coalición en el que Milei sería una suerte de primus inter pares, pero completamente mediado por el poder de aliados y gobernadores o un juicio político que tiene en los casos de corrupción una justificación más que necesaria para iniciarse. Probablemente el resultado tenga que ver mucho con qué desenlace se presente. A mayor debilidad electoral, más cercanía al impeachment final.
Milei, aún en su peor momento, tras protagonizar una campaña lamentable, cruzada por todo tipo de acusaciones y errores autoinfligidos, cuenta con una poderosa arma para alcanzar este tercio tan necesario: el antiperonismo como expresión genuina e histórica de una considerable parte del pueblo argentino. Es un lugar común que el piso histórico del antiperonismo oscila en el 30% del electorado. Sin embargo, para tener una comparación, La Alianza del presidente Fernando De La Rúa en el 2001 sacó un 23% de los votos a nivel nacional, y no 30%. El antiperonismo puede dividirse entre varias listas, cuando el oficialismo está muy prestigiado. Recordemos que meses después de esa elección aquel Gobierno cayó.
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Yendo a la interna del Gobierno, Santiago Caputo viene haciendo méritos para pasar al frente del Gobierno y esto implicaría un retroceso de Karina Milei y los Menem. Una derrota por debajo de los números necesarios para recargar la máquina de vetos, implicaría un Gobierno con alianzas, algo que Caputo había promovido en contra de la hermana del Presidente en el armado de las listas que prefirió competirle a los gobernadores aliados. Además de que Barry Bennett, supuesto asesor “estrella” de Donald Trump, aunque empleado por la consultora de Leonardo Scaturicce, quien también supuestamente podría ayudar en momentos cruciales de corte del financiamiento por parte de Estados Unidos, pide que Caputo tenga un rol más determinante en el Gobierno.
¿Podría lidiar el Presidente con una hermana herida? A esto se suma que Karina sigue investigada por su participación en los casos de corrupción. Es conocido el timing de la justicia con los gobiernos que pierden el favor de las urnas. Una caída en desgracia de su hermana, pondrían a Milei ante el dilema de su vida, casi hamletiano. ¿Podrá desprenderse de su hermana para que su gobierno sobreviva?
Por otro lado, un resultado electoral aceptable tampoco resolvería los problemas del Gobierno, y probablemente solo los aplazaría un tiempo. Al mismo tiempo varias de las encuestas indican que LLA podría triunfar verdaderamente el próximo domingo obteniendo entre 35 y 39% de los votos, pero su verosimilitud está discutida por los desaciertos que tuvieron muchas de ellas en elecciones anteriores y las dificultades crecientes en obtener verdaderas respuestas de los consultados.
En el fondo el Gobierno tiene varios problemas estructurales que más allá de esta elección parece no estar encarando y en cualquier momento podrían estallar. Este es un modelo económico basado en el endeudamiento externo. Además, es un endeudamiento que no está puesto al servicio del desarrollo de ninguna rama productiva. Es decir es un endeudamiento creciente que solo sirve para financiar la especulación financiera y el dólar barato, principal política electoral del Gobierno. Cuando el financiamiento externo se detenga, efectivamente el Gobierno se quedará sin combustible.
Además, Milei se quedó sin consenso social para continuar con su motosierra. El ajuste se volvió impopular y la gestión libertaria no avanzaría con impuestos a los más ricos para afrontar los pagos a los distintos acreedores internacionales por una cuestión ideológica además de que ya se demostró que es difícil lograrlo porque las personas físicas pueden establecer su residencia fiscal en el extranjero.
En algún punto el mileismo se trata de tender puentes hacia 2030, cuando se considera que Vaca Muerta y las exportaciones de minerales estarán a tope, generando un ingreso de dólares frescos igual que el campo. Pero el principal problema de Milei, además de corregir el retraso cambiario, no es que pueda lograr el tercio de los diputados para blindar sus vetos y la propia permanencia en la presidencia, sino cómo obtener la mitad más uno de los diputados para producir la reforma laboral, tributaria y previsional que por un lado le dé sustentabilidad al equilibrio fiscal y por el otro active los motores del crecimiento y el desarrollo, es decir, que su acción económica no se limite al plano monetaria y financiero con un proyecto de país en el que entrarían los 45 millones de argentinos en él.
Es probable que un desastre de LLA represente una inmensa tristeza para millones de argentinos que puedan creer que este es otro fracaso de un proyecto político que les despertaba esperanzas en un cambio radical positivo en el país. Esto último es entendible porque los últimos tres gobierno generaron más desilusiones que reivindicaciones. Sin embargo, tratando de ser equilibrado, la posibilidad de discutir sobre el gasto público y los ajustes sin llamarlos con eufemismos representa un avance notable en la política nacional. Si el kirchnerismo dejó la necesidad de pensar en los más pobres y el mileismo deja la necesidad de cuidar el equilibrio fiscal, tal vez podamos soñar con una síntesis superadora que parta de estas dos premisas.
Somos los argentinos los que tenemos que hacer el esfuerzo de reconocer las verdades que hay en los políticos que no nos simpatizan y tratar de exigirles a nuestros dirigentes que las incorporen. Sin justicia social no hay ascenso social y sin equilibrio fiscal finalmente tampoco hay dinero para justicia social y el que hay se lo lleva la inflación. Si seguimos empujando el péndulo con nuestro revanchismo pasional, no saldremos del péndulo que va de un extremo al otro sin acumular conclusiones ni mejoras concretas en los problemas estructurales del país.
Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi
TV/ff
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