Viaje a la nostalgia, bailes funk y caderas sueltas: Lionel Richie hizo vibrar al Movistar Arena
Con un show de luces, lásers, visuales impactantes y clásicos infaltables, el cantante estadounidense deslumbró al público con una energía indomable que no condice con sus 76 años.
Dicen que. cuanto más se guarda un vino, mejor se pone. Que cuanto más se conserva, cuanto más pasa el tiempo… Más sabor gana . Puede que lo mismo ocurra con Lionel Richie, el cantante estadounidense que movió los cimientos del Movistar Arena con clásicos ochentosos que hicieron bailar a 15 mil espectadores. Y es que, a sus 76 años, no tiene nada que envidiarle a aquel joven aspirante que conquistó al mundo con sus ritmos funk allá por los años 80. Su energía está intacta. Y su público, hambriento de más canciones.
La cita tuvo lugar el jueves 11 de septiembre, en el marco de la gira “Say Hello to the Hits” del artista. Todo sucedió bajo una noche primaveral que no precisó de camperas pesadas ni bufandas que luego molestarían sobre las piernas de los espectadores. La temperatura era la correcta. Las ganas de bailar, intocables. Y los guiños a una época de antaño, infaltables.
Las luces del microestadio se apagaron a eso de las 21:20, momento en que todo pasó a ser un ritual colectivo de gritos, flashes prendidos y piel de gallina en todo el cuerpo. Ya desde el inicio, la propuesta visual adelantó parte de lo que se viviría aquella noche: un viaje a la nostalgia, repleta de clásicos y emociones. Aquellos temas que sonaron hasta en cada rincón no sólo norteamericano, sino de todo el mundo. Incluso acá, en Buenos Aires, donde decir “Lionel Richie” es hablar de palabras mayores.
Minutos antes de que el músico saliera a escena, las pantallas mostraron un fugaz y vertiginoso recorrido por su carrera, fotos antiguas, discos de vinilo, momentos icónicos y hasta algunos guiños para los fans más acérrimos. Todo acompañado con una banda sonora épica, que le daba un aura majestuosa a aquel despliegue previo a la aparición del artista quien, una vez arriba, provocó un aluvión de reacciones en el público.
Su pulcra y coqueta campera blanca con detalles negros le daba un halo de luz especial. Su sonrisa, intacta, dejó entrever que la gente se encontraba frente a un Richie contento, plantado y muy sólido a nivel performático. Un hombre dueño del show quien, como es habitual, comenzó su repertorio con el clásico “Hello” de 1983, para el cual pidió ayuda a la audiencia desde un comienzo.
La interacción con la gente fue tanta, que prácticamente no existieron huecos de silencio entre tema y tema. Todo oscilaba entre las risas y la buena vibra, un estilo “standupero” que hacía reír al público con chistes improvisados.“Bienvenidos al show. Ya estoy cansado con la apertura, necesito ir a sentarme”, exclamó entre risas, envuelto en una catarata de sudor… Luego de la primera canción.
“Es un show que cambió la música”
"¡Parense! No puede haber gente sentada en mi show!"
Quizás esa frase resuma la esencia completa de lo que fue el show de Richie, quien no se cansó de arengar a los asistentes durante la hora cuarenta que duró el show. Y no sólo su figura fue la protagonista indiscutida de la noche. A su lado, los láseres que cruzaban el estadio y un despliegue lumínico estrambótico de colores daban una mezcla de fiesta, nostalgia e intensidad.
“Su trabajo es ayudarme a que me acuerde de las cosas. Tengo tantas canciones esta noche, tantas... Que en medio del tema, si me ven señalandolos, es porque necesito que ustedes entren a ayudarme”, exclamó. Luego, con ninguna intención de detener el concierto, continuó: “Si quieren bailar, bailen. Si quieren cantar, canten. Vamos a tener el mejor show”.
El repertorio incluyó clásicos como Easy, Stuck on You, Truly, Say You Say Me, y Dancing On The Celling. El recorrido fue un subibaja de emociones que fue desde los brazos alzados balanceándose suavemente hasta los cuerpos desatados siguiendo un bajo que golpeaba en el pecho y obligaba a mover las piernas.
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Hubo, inclusive, algunas joyitas durante la noche que le dieron un tinte “místico” especial. Tal fue el momento en que Lionel pidió a una fan subir al escenario, porque vio que esta tenía un cartel que decía “Escribime algo en el brazo para que me lo pueda tatuar”. Atónito, el músico dijo: “¿Vos querés que yo te escriba y te lo tatúes? ¿De verdad? Ok, subí. No suelo hacer esto, pero amerita”.
Otro gran momento fue cuando nuestro público, haciendo uso y abuso de su clásico “olé olé olé olé, Richie, Richie”. causó impacto en el cantante, quien se quedó congelado y replicó: “Esperen, esperen un momento. Hay gente que no vino a escucharme hoy”. A lo lejos, se escuchó a algún asistente responder un fuerte ¡”Booooo!”. Sin embargo, Richie no había terminado. Le faltaba su remate: “Creo que vinieron a escucharse a sí mismos para cantar más fuerte que yo”.
El tono de risa que manejó el artista fue tal, que se subió a la propuesta argentina y, junto a su impecable banda de músicos, cantó él mismo su propia versión del “olé, olé olé olé”. Y no una. Ni dos. Sino al menos seis veces a lo largo de la noche. Tal fue así, que en la última gritó, jocoso: “¡No! ¡De nuevo No! ¡Seguridad, seguridad!”.
Con guiños a los Commoners, con temas como Brick House; Diana Rose, con su tema a dúo “Endless Love”; e incluso el mismísimo Michael Jackson con su clásico “We Are The World,” Richie coronó la noche con, quizás, el tema más reconocido de su carrera: “All Night Long”, momento en que la fiesta invadió de nuevo el espíritu de los asistentes, quienes se dejaron llevar por los sonidos que los transportaron a épocas pasadas, las cuales, gracias al cantante, se encuentran más presentes que nunca.
TC