Cuando la comunicación se degrada
La agresión y el insulto se propagan por las redes sociales, enrarecen y degradan la comunicación. Este fenómeno de la violencia en redes, sumado al de la desinformación, tema abordado en documentales y libros, está lejos de ser una abstracción o algo que ocurre en otros países. Sus lógicas y efectos están instalándose aquí, saltan de las redes a los medios tradicionales y viceversa y son tóxicos para el debate público.
En pandemia, la discriminación, el odio, la culpabilización de determinados sectores de la crisis sanitaria o económica profundizan el aislamiento y la segregación social.
En la Defensoría del Público se reciben reclamos sobre la violencia simbólica y la desinformación en el ámbito de la radio y la televisión. Esta situación es un llamado de atención sobre dónde y cómo se originan y circulan esos mensajes que no constituyen opiniones, sino que tienen como objetivo cercenar derechos de quienes no pueden defenderse. Por eso creamos el observatorio “No Odio”, para elaborar informes periódicos que ayuden a neutralizar estos discursos que no favorecen el diálogo democrático.
Creemos peligroso que se legitimen informaciones estigmatizantes, xenófobas, racistas y clasistas, que buscan normalizar situaciones de violencia y exclusión.
El respeto a la libertad de expresión está en la médula de la Defensoría. Por eso, no apuntamos a políticas punitivas, que además no se revelaron efectivas para neutralizar los discursos violentos ni las informaciones falsas. Queremos una toma de conciencia y acciones ciudadanas para enfrentar esos fenómenos.
La defensa de los derechos humanos reclama nuestra atención cuando la agresividad reemplaza a la opinión o la malicia arremete contra la información real. Lo que está en juego no son expresiones altisonantes o iracundas ocasionales e inofensivas sino el futuro del debate público y la convivencia democrática.
* Defensora del Público.
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