OPINIóN
Educación

Alfabetización: Un desafío urgente

“Hoy los chicos llegan a la escuela con hábitos mentales construidos en la interacción con pantallas que van en contra de hábitos requeridos para su formación”, sostiene la autora. Por dónde comenzar la tarea, entonces.

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Realidad. Gran parte de nuestros adolescentes son incapaces de comprender textos. | cedoc

Parece tan simple, para una persona adulta, ver que las palabras escritas son sucesiones específicas de letras y otras marcas gráficas. Pero esa aparente simplicidad y fluidez esconde un aprendizaje esforzado y sistemático. La humanidad tardó milenios en pasar de sistemas jeroglíficos o ideográficos a un sistema alfabético de escritura. Un enorme logro cultural, hoy parece simple, lógico y evidente, pero no lo es.

Por eso, la alfabetización inicial exige un esfuerzo sostenido, integrado, motivador, para que todos los niños puedan dominar las reglas de este “juego” de composición alfabética, con sus regularidades y sus excepciones. Los resultados actuales muestran que necesitamos mejorar con urgencia los aprendizajes de los estudiantes, y para lograrlo, el sistema educativo debe enriquecer, diversificar, fortalecer las prácticas de aula de los docentes.

La reciente publicación de la “Hoja de ruta para la alfabetización”, de Argentinos por la Educación, abre la discusión sobre cómo hacerlo, en un contexto cada vez más complejo. Hoy los chicos llegan a la escuela con hábitos mentales construidos en la interacción con pantallas que van en contra de hábitos requeridos para alfabetizarse o para el quehacer matemático. Aún así, es imprescindible problematizar ciertas dimensiones y avanzar hacia debates concretos.

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No sólo necesitamos un sistema nominal que permita con los datos de estudiantes. También debemos avanzar hacia un “itinerario formativo continuo nominalizado”, que permita la trazabilidad de las ofertas de formación y de las participaciones en dichas propuestas. Hay múltiples focos de perfeccionamiento para la alfabetización inicial, con diverso peso en distintos grados desde inicial hasta tercer grado. No existe una única actividad que transforme de manera significativa las prácticas actuales.

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Además, es fundamental movilizar a los docentes hacia una formación continua, considerando aspectos tales como la obligatoriedad u opcionalidad; la realización de formaciones en servicio o fuera de servicio pero con alguna modalidad de reconocimiento dinerario o en puntaje; el modo de reconocer los saberes previos y las buenas prácticas de docentes expertos; la manera de cubrir la dimensión institucional de la formación. Solo así todos los estudiantes de primer ciclo podrán acceder a un enfoque alfabetizador coherente.

No han faltado proyectos, financiamiento ni instituciones que, en las últimas décadas, hayan explorado propuestas de perfeccionamiento docente. Pocos han alcanzado coberturas masivas en los territorios a cargo. Nosotros mismos, como especialistas, somos corresponsables de cierta escasez de logros. Pero nunca es tarde para aprender más, en este caso, sobre cómo diseñar, gestionar, monitorear y evaluar la formación docente continua.

La alfabetización no es un proceso simple, pero sí un desafío urgente. Mejorar los aprendizajes de los estudiantes exige políticas coherentes, formación docente continua y un enfoque sostenido en las aulas. Cada niño que aprende a leer, abre la puerta a un futuro de oportunidades. Lograr que puedan hacerlo es una responsabilidad colectiva.

*Pedagoga y presidenta de la asociación civil Educación para Todos