El pulso de un país en vilo
Para el analfabetismo y las pancitas vacías no hay plata; para las operaciones internas y los aparentes sobreprecios con el dinero de los contribuyentes, sí la hay.
Argentina, Nación de pasiones intensas, se encuentra nuevamente en la antesala de un momento que se percibe como bisagra. Las calles, no solo de Buenos Aires, sino de cada rincón de nuestra extensión, resuenan ansiosas, entre esperanzas lejanas de un país económicamente estable, y un palpable cansancio. El hastío, bien canalizado por la figura de Javier Milei en 2023, se corrió de la escena para ceder su protagoinismo a la desilusión, los sueños rotos y el fracaso de promesas efímeras. La "grieta", ese abismo ideológico que genera incertidumbres en los sufragios, parece ensancharse más, alimentada por una billetera que asfixia y un calendario electoral que promete redefinir el rumbo del gobierno. ¿Estamos ante un nuevo amanecer o simplemente ante el reinicio de un ciclo interminable de crisis y expectativas frustradas?
Los esfuerzos por disminuir ese número inflacionario en los precios de las góndolas, fue el baluarte de un discurso cargado de frases ganadoras como “el que las hace las paga”, “tengo los dólares en mi celular para salir de la crisis”, “todos los políticos son corruptos”, “soy un outsider”, “vamos a dolarizar”, “abriremos las importaciones de bienes de capital para potenciar las pymes y las economías regionales”, “pasaremos la motosierra -al Estado y sus ñoquis-”, “el ajuste lo va a pagar la casta -política-“, “respeto irrestricto a la vida, la libertad y la propiedad privada”. En la práctica, cada letra se diluyó entre medidas de Excel y un atropello al sentido común, de los cuales siguieron pagando las consecuencias de gestiones mal administradas, los sectores más vulnerables y la clase media; es decir, los votantes de Milei. Como mérito, nombraron en cargos estratégicos a los amigos de, un rejunte de radicales, kirchneristas, massistas, bullrichistas, donde la comodidad yace en probar un sorbo de vino en la copa del poder. Y ni hablar de la policía del pensamiento, la cual patrulla la wired con el objeto de difamar, acusar, ridiculizar y finalmente, silenciar las voces disidentes.
La apuesta por un shock fiscal y la templanza de un pueblo resiliente, logró en seis meses bajar los precios, estabilizar la macroeconomía, poner en orden las calles (haciendo enfrentar pobres contra pobres), ser atractivo para los intereses foráneos y lograr un ajuste transversal a todos los argentinos con la premisa de que “no hay plata”. Sin embargo, donde hubo motosierra fue un recorte abrupto hacia el empleo estatal, dejando a más cuarenta mil familias fuera del sistema, disminución de beneficios básicos que -y como minarquista lo aclaro- dejan al costado del camino y al lado de la muerte, a miles de adultos mayores, personas con discapacidad, universidades públicas en declive, un sistema de salud público colapsado, pymes rotas -porque la educación, salud y seguridad, e incluyo seguridad económica y financiera, no solo la doméstica y defensa de nuestras fronteras geográficas- son los pilares fundamentales para una Patria Grande; frente a un siglo XXI posglobalizado, y un país con tendencia monárquica, cuya interna yace en la dominación de las cajas reservadas. Un gobierno de carácter “libertario” que volvió a tomar deuda, que hizo lo que pudo para mantener un dólar flotante hasta los mil cuatrocientos pesos y un riesgo país en setecientos puntos; que colapsó por sus propios colaboradores, y que la soberbia institucional les ha puesto un sesgo “anti-kuka” y un repelente hacia todos aquellos que, en su derecho constitucional, piensan y opinan diferente.
Día 631: La madre de todas las derrotas
El distante empleo joven y la falta de condiciones necesarias para generar puestos de trabajo genuino y de calidad, han intensificado un mercado digital que reaviva el “día a día” de los argentinos, cuyas expectativas son, mínimamente, llegar a pagar sus deudas a fin de mes. Este escenario de precariedad generalizada alimenta un profundo descontento, una frustración que, paradójicamente, ahora lo señala al propio presidente.
Asimismo, la fragmentación en la política es la reina de un tablero, donde no se divisan con exactitud los colores de sus piezas. “Audios” y “coimas” son recurrentes en la agenda callejera, impactando en forma negativa, en la figura presidencial. Porque la obsecuencia y la ambición por dominar los votos de Milei, llevó a un juego de traiciones internas, de acusaciones cruzadas y un supuesto espionaje ilegal sin determinar la veracidad de esos audios y esas coimas. Desde la secretaria general de la Presidencia, pasando por el recauchutado cincuentista Jefe de Gabinete de Ministros, el asesor “estrella”, hasta la autoridad máxima de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, todos se anclaron en las olvidadas esperanzas del voto del 56% para uso político- partidario y personal, y apropiarse de los tan deseables negocios públicos. Para el analfabetismo y las pancitas vacías no hay plata; para las operaciones internas y los aparentes sobreprecios con el dinero de los contribuyentes, sí la hay. La “batalla cultural” se silenció para recaudar fondos y a los leones los doparon para mantenerlos mansos y manipulables. En caso contrario, se nos apuntan con el aparato ideológico y mediático del Estado Nacional y, en mi caso, la persecución provincial aliada al mileísmo -sólo por esa inefable carrera de perpetuarse en el sillón de San Martín.
Ha quedado expuesta la inconstancia de gobernabilidad de los mal llamados libertarios, con una dinámica de desastre, falta de propuestas (culminadas con la sanción de la Ley Bases en 2.024) y la agenda dominada por la oposición, acusaciones infantiles, filtraciones y difusión de contenido de corrupción con el fin de quitarse del medio, que otros políticos callarían. ANDIS, PAMI y SIDE, cajas políticas para militar las ideas de la libertad, se esconcen detrás del tapiz y sólo Dios es conocedor de sus intenciones.
Desde hoy, el mapa político se reconfigura frente al descontento e incredulidad de los votantes. Ha quedado demostrado un 37% de desinterés por sufragar en Provincia de Buenos Aires, un impacto negativo para la democracia y la representación de la voluntad popular. Si de ganadores hablamos, es el ausentismo, el cual quedó en el primer lugar; y se intensificará de cara a octubre. Una señal clara y el desafío por delante de volver a enamorar a los ciudadanos. “Res Non Verba” pregona el grito desde un vacío gélido ceñido de hechos de corrupción. Destaco, no obstante, la pugna por la liberalidad y el asistencialismo, un Estado minoritario contra un exceso del mismo; y aparentemente, aún existe un sector en la sociedad bonaerense que prefiere el “roba, pero da” ante el “roba y no da”. Es una crisis de identidad nacional, de valores, donde somos obligados a elegir al menos peor.
Ante un gobierno, cuyo discurso fracasado fue detonado por la misma garganta del presidente, el descontento social y una oposición endeble, parece un ideal irrisorio dejar los intereses personales en la papelera y pensar en el prójimo. Porque, en realidad, el argentino promedio no pide mucho más que progresar y desarrollarse en un sistema capitalista y aliado a occidente, donde se aplique la buena mayordomía de nuestros recursos, se dé valor agregado a nuestro suelo y capital humano, mismas oportunidades de crecimiento educativo y financiero, y transparencia institucional. Pienso desde mi concepción cristiana, no es tan dificultoso practicar la honestidad, la escucha activa a todos los sectores, el despojarse de los lujos que brinda el círculo rojo para acompañar al menesteroso, a la viuda, al huérfano y al marginado. Es ponerle una sonrisa y un toque de empatía en una sociedad que rechazó el individualismo como forma de vida. El argentino samaritano primará.
El escritor se había referido a la circularidad del tiempo, Argentina vuelve a tropezarse; y volverá a levantarse. Esta vez, aprendimos. Un mortal que trabaje como político, que entienda su rol para contribuir en su comunidad, que se despoje de las riquezas siguiendo el ejemplo de Jesucristo; un funcionario que aplique la responsabilidad fiscal -de eso no hay dudas ni vuelta atrás- y la responsabilidad social. Quedan atrás los discursos mágicos y los oportunistas de turno. Sea cual fuere quien encarne el resultado tiene que ser novedosa que el presente, porque “una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre”.
Lourdes Micaela Arrieta es diputada nacional por Mendoza (bloque Coherencia)
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