OPINIóN
Inteligencia artificial

Empresas que valen más, empleos que valen menos: ¿Es todo culpa de la IA?

Una pregunta flota en el aire: ¿Es la IA la culpable de que las empresas valgan más y a la vez contraten menos?

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La escena se repite en los informes económicos estadounidenses desde finales de 2022: el S&P 500 trepa sin pausa, mientras la cantidad de vacantes laborales cae de manera sostenida. Las acciones suben, las oportunidades se achican. Ese cruce de datos coincide con otro inquietante: ocurre justo cuando la inteligencia artificial da su salto más visible, cuando ChatGPT se convierte en hábito cotidiano y las empresas, de diferentes rubros y tamaños, incorporan herramientas que hace poco parecían ciencia ficción.

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La pregunta surge casi sola: ¿es la IA la culpable de que las empresas valgan más y a la vez contraten menos?

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Todo esto se da en el marco de un tema de fondo que acompaña la irrupción de la inteligencia artificial generativa: qué trabajos reemplazará y cuáles seguirán teniendo que hacerse por humanos. Hace años que venimos leyendo y analizando ese tema y ahora pareciera que el aumento de valor de las empresas y la caída del empleo, todo esto en Estados Unidos (pero que muy posiblemente se pueda extrapolar en breve al resto del mundo) pareciera estar dando una respuesta clara.

Sin embargo, no todo es lo que parece. Y las razones de las tendencias en el mercado pocas veces son tan lineales.

Adaptación ultra rápida

Es cierto que desde la masificación de la IA cambió la velocidad en la que los equipos de trabajo adoptan nuevas herramientas. En meses, procesos que antes consumían tiempo y recursos (nos referimos a informes, cobranzas, soporte, análisis de documentos) pasaron a resolverse en minutos. Y en muchos casos, también, algunas de estas tareas que requerían varias manos, pasaron a ser automatizadas sin la necesidad de que intervenga el intelecto humano.

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Pero la caída de vacantes en Estados Unidos no empezó con la llegada de ChatGPT sino que venía en marcha desde principios de 2022, cuando la suba de tasas de interés enfrió inversiones, frenó proyectos y volvió más selectivo el proceso de contratación. La IA apareció después (ese mismo año, es cierto), en un terreno ya tensionado, acelerando debates pero, podríamos pensar, sin ser el -único- origen del problema.

El detalle más llamativo es que los sectores donde más cayó el empleo fueron justamente aquellos donde la IA tiene un impacto marginal. Entre ellos construcción, manufactura, servicios personales. Se trata de rubros presenciales, manuales, intensivos en capital fijo, donde la automatización cognitiva mueve poco el amperímetro.

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En paralelo, las empresas tecnológicas, que lógicamente sí lideran en adopción de IA, mostraron desempeño laboral más estable e incluso crecimiento en áreas especializadas. Mientras los sectores tradicionales ajustaron plantillas por razones macroeconómicas, el mundo tech siguió generando demanda en nichos vinculados a software, datos y desarrollo de nuevas capacidades. Esto sin dejar de ver que muchas empresas despidieron programadores porque su tarea comenzó a hacerla la IA.

Lo que se esconde detrás de S&P

Por todo lo anterior, podemos concluir que la IA no es la razón de fondo -si bien puede haber colaborado- para la caída del empleo en Estados Unidos. Pero, ¿qué vínculo hay entre esta innovación y el crecimiento del valor de las empresas?

La inteligencia artificial funciona como promesa de eficiencia futura. Los inversores no evalúan solamente lo que una compañía hace hoy, sino lo que será capaz de hacer mañana. Y en esa mirada, la IA ocupa un lugar central, ya que permite vislumbrar mayor productividad, reducción de costos, escalabilidad.

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Aunque muchas empresas aún no implementen la tecnología de manera sistemática, la percepción de potencial ya está incorporada en sus valuaciones.

Es un efecto espejo. La IA no está destruyendo el empleo a gran escala, pero sí está impulsando expectativas, y esas expectativas alimentan el rally bursátil. Mientras tanto, la caída de vacantes responde a otra fuerza, mucho menos novedosa y vinculada al ciclo económico.

La historia todavía no tiene final escrito. Tal vez, con el tiempo, la IA termine incidiendo más directamente en la estructura del empleo. Tal vez no, y su impacto principal continúe concentrado en tareas específicas y funciones digitalizables. Por ahora, la evidencia es clara: la suba del valor de las empresas no está impulsada por una destrucción masiva de empleo causada por la IA, y la caída de vacantes no responde a una automatización repentina. Hasta ahora, las máquinas no nos han reemplazado, pero nadie sabe qué pasará a futuro.

(*) Fernando Duce es MBA y socio de Bissners