Radiografía social del resentimiento argentino
Más que José Ingenieros, Roberto Arlt en “Los siete locos” “comprendió que la adhesión política no tiene que ver tanto con intereses materiales concretos, como con las heridas emocionales grabadas en las subjetividades populares".
La sociología argentina ha sido una referencia temprana para toda América Latina. Desde José Ingenieros hasta Gino Germani, el pensamiento social argentino se expandió con velocidad por medio continente. Sin embargo, ambos pensadores y la sociología en general, tuvieron -y aún conservan- serias dificultades para comprender las subjetividades populares, sus acciones colectivas, sus adhesiones políticas, sus identidades.
El entendimiento más profundode los vericuetos por donde se mueven esas fuerzas indomables no vino de la mano de ninguno de ellos: fue Roberto Arlt con la publicación de Los siete Locos, quien lo explicó mejor que nadie: la combinación perfecta de malestar social, degradación de los vínculos y liderazgos delirantes, parece escrita para la Argentina actual.
El protagonista, Remo Erdosain, es un hombre común que vive en una habitación alquilada. Representa al empleado pequeño-burgués del conurbano bonaerense: echado del trabajo por robar, desacreditado moralmente, abandonado por su pareja, humillado por todos, sin amigos de verdad, trabajador de toda la vida, no tiene ningún reconocimiento, no tiene capital económico ni simbólico, no tiene nada de qué sentirse orgulloso, no tiene un solo elemento que le dé sentido a su miserable existencia.
En ese contexto aparece el Astrólogo, figura que condensa las formas más actuales de la manipulación política y la comunicación. No propone un proyecto claro, tampoco lo necesita. Lo que ofrece es un amplio abanico de misticismo político, pseudociencia y profecías de orden. Lo que vende a sus seguidores es un alivio simbólico, una explicación comprensible del caos y una revancha moral contra los culpables del sufrimiento.
Promete una revolución, una refundación social, un nuevo orden moral, empezar de cero. Si tiene que ser mediante un programa de corte reaccionario, que así sea. La “sociedad secreta” del astrólogo es políticamente incorrecta: está financiada por la prostitución, el hampa, las estafas, el asesinato y la explotación laboral de otros.
Lo que la novela muestra con crudeza es la fragilidad política de las clases medias empobrecidas. Sujetos como Erdosian viven por millones en todo el país. Viven en un mundo donde el mérito no tiene ningún valor, donde la movilidad social se ha detenido hace muchos años, dónde las promesas de desarrollo se han evaporado. Son millones de personas oscilando entre la racionalidad y la desesperación, entre lo individual y lo colectivo, entre la ética del esfuerzo interminable y la intuición de que el sistema es una farsa.
Esa tensión social permanente genera una disposición emocional en las subjetividades que las transforma en el caldo de cultivo de proyectos de regresión y radicalización social, la piedra angular de las derivas autoritarias.
Roberto Arlt y Los siete locos.
Erdosain y los otros locos no se suman al proyecto del astrólogo por un cálculo racional de medios, fines, pérdidas y ganancias, sino por encontrar en ese proyecto, un sentido a sus propias vidas. De eso se trata el truco.
Antes y mejor que cualquier politólogo, Arlt comprendió que la adhesión política no tiene que ver tanto con intereses materiales concretos, como con las heridas emocionales grabadas en las subjetividades populares.
A pesar de tener casi 100 años, esta enseñanza no parece haber sido del todo entendida por buena parte del peronismo mágico ni por el radicalismo cajetilla.
El paralelismo con la actualidad es inevitable. La figura del astrologo de Arlt ha dejado de ser un elemento literario para convertirse en el espejo político del “jefe” del presidente, su hermana y constructora. No se trata de una coincidencia pintoresca del destino, sino de un síntoma de época: cuando la política se vuelve un dispositivo de control emocional, los relatos místico-religiosos ocupan el lugar de la organización colectiva.
“¿Quiénes van a hacer la revolución, sino los estafadores, los desdichados, los asesinos, los fraudulentos, toda la canallada que vive abajo sin esperanza alguna? ¿O te crees que la revolución la van a hacer los cagatintas y los tenderos? “– le preguntaba Ergueta, uno de los siete locos, a Erdosian-
La fe en salvadores improbables emerge a la realidad social cuando la vida cotidiana se vuelve insoportable. Transformar esto resulta indispensable. Generar sentido es urgente. De lo contrario, seguiremos observando de forma pasiva el experimento emocional a cielo abierto que Arlt anticipó.
*Sociólogo / Consultor
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