a cinco años del crimen

Piden perpetua para el acusado de matar a un cazador de liebres que confundió con un ladrón

Alex Campo tenía 16 años y cazaba liebres con sus perros galgos en un campo de Cañuelas cuando fue atropellado de manera intencional por una camioneta Dodge RAM. Pablo Rodolfo Sánchez, el conductor y dueño del predio, y que actualmente cumple arresto domiciliario, está siendo juzgado en los tribunales de La Plata. Tanto la fiscalía como la querella pidieron que sea condenado a perpetua por homicidio agravado por alevosía. La defensa, en cambio, insiste en que se trató de un accidente. El veredicto se dará a conocer el próximo 23 de junio.

Vigilia. Familiares, amigos y compañeros del Movimiento Territorial de Liberación (MTL) estuvieron presentes durante los alegatos. Foto: info cañúelas

“Eso le pasa por venir a robarme. Bien muerto está”. El 24 de mayo de 2020 a la mañana, plena pandemia, Alex Campo (16) estaba cazando perdices y liebres en un campo de Cañuelas cuando fue atropellado por una camioneta Dodge RAM manejaba Pablo Sánchez, el dueño del lugar. “Levántelo y llévenselo de acá”, les dijo a los chicos que lo acompañaban, entre ellos, uno de sus hermanos. Alex estaba muerto. Lo había arrollado de manera intencional al pensar que le estaban robando. Tan fuerte fue el impacto que el adolescente sufrió fractura de cráneo, un desprendimiento de los huesos de la cadera y destrucción de varios órganos internos.

A poco de cumplirse cinco años del crimen, el productor rural llegó a juicio en libertad, pero podría volver a la cárcel. Es que la fiscalía –al igual que la querella– solicitó ayer que sea condenado a la pena de reclusión perpetua por el delito de “homicidio agravado por alevosía”. 

En su exposición ante el Tribunal en lo Criminal IV de La Plata, integrado por Emir Caputo Tártara, Carolina Crispiani y Ernesto Domenech, el fiscal Mariano Sibuet también entendió que en caso de no prosperar el cambio de carátula (Sánchez llegó a juicio acusado por homicidio simple) se lo condene a 25 años de prisión, la pena más alta para esta figura. 

Alex vivía con su familia en el barrio Guzetti, en Cañuelas. Desde muy chico solía cazar en la zona con amigos y alguno de sus hermanos. Lo hacía siempre acompañado de sus perros galgos. Esa mañana estaba junto a otros dos chicos en un campo ubicado a la vera de la ruta 205, a la altura del kilómetro 73,200.

La mamá de Alex, Claudia Tello Cortés, fue hasta el campo cuando le avisaron que su hijo había sufrido un accidente. No se animaron a decirle que estaba muerto. “Llegué al lugar y se durmió. Estaba blanco”, relató en el inicio del juicio. “Le empecé a gritar si nos podía ayudar a llevar a mi hijo al hospital. Y el señor, que estaba en su camioneta, miraba y se reía de nosotros”, recordó sobre el momento en el que se topó con el asesino de Alex.

Alex solía ir a cazar liebres todos los fines de semana y nunca habían tenido problemas de los propietarios de la zona. Jamás portó un arma ni estuvo involucrado en un delito.

Tanto el fiscal Sibuet como los abogados Maximiliano Rusconi y Martín Villar –representantes de la familia Campo– coincidieron en que se trató de un homicidio calificado perpetrado en un contexto de indefensión de la víctima.

Rusconi, además, indicó que del homicidio propiamente dicho surgen otros delitos conexos, como el abandono de persona o el intento de homicidio contra los dos amigos que acompañaban al chico en el campo de Sánchez.

Por su parte, el abogado del acusado, Fabián Améndola, pidió que su cliente sea condenado por homicidio culposo, un delito menor en comparación con la imputación con la que llegó a juicio.  

Para Améndola, el productor rural se dirigió en su camioneta tocando bocina hacia dos personas que supuestamente se estaban llevando dos terneros y que durante esa maniobra se le apareció de pronto una tercera persona a la que intentó eludir, chocándola de manera accidental e involuntaria.

Además, sostuvo que su defendido nunca se fue del lugar y que fue él quien llamó al 911.

Según esta versión, el productor rural intentó esquivarlo girando hacia la izquierda, lo que provocó un contacto accidental con el espejo retrovisor. “No fue un choque frontal ni un arrollamiento”, aseguró en el juicio el perito de parte, el ingeniero Jorge Geretto, al declarar en el juicio.

La exposición de Geretto, que duró más de dos horas y media, intentó mostrar que el impacto fue producto de una desafortunada caída. Para ello mostró imágenes del expediente y simulaciones por software asegurando que el espejo golpeó a Alex en la cabeza cuando estaba agachado, provocando la fractura de cráneo. Luego, según su versión, el adolescente cayó sobre un hormiguero y fue esa caída la que le causó la destrucción interna que terminó con su vida.

Sin embargo, la hipótesis del experto fue duramente cuestionada. “Desde el espejo retrovisor de una RAM al suelo hay 1,30 metros. Alex medía 1,70. ¿Cómo le pegó el espejo en la cabeza?”, le preguntaron el fiscal y querellantes. Geretto respondió que el chico estaba agachado y estático. En cambio, el perito oficial  señaló que hubo un impacto frontal y posterior arrollamiento. 

Tras los alegatos, el juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo 23 de junio a las 12, para finalmente dar a conocer un veredicto por el que una familia espera hace  cinco años.

 

Un pibe de barrio que ayudaba en comedores

R.P. 

Alex tenía 16 años. Era militante del Movimiento Territorial de Liberación (MTL) de Cañuelas, donde vivía. Cuando salía a cazar no lo hacía por diversión sino para comer, como muchos pibes que viven en barrio populares.  

“Era un joven, como tantos, de los barrios populares. Muy compinche con sus amigos; para algunos, él tenía gustos raros porque se despertaba todos los domingos a las seis de la mañana para salir a correr liebres con sus galgos. Había conseguido su primera changa hacia pocos días así que estaba muy contento de poder ayudar a su madre. Tenía ganas de hacerse una piecita al fondo para tener su propio espacio”, recordó Mario Miceli en una entrevista con la Agencia Paco Urondo. 

En diálogo con PERFIL reconoció que el pedido de la fiscalía y la querella “es todo un triunfo” después de una lucha por Justicia que llevó tantos años. 

La víctima colaboraba con comedores y merenderos de la organización. Su asesinato despertó una fuerte conmoción en el barrio. Cientos de pibes de acercaron a despedirlo en plena pandemia, y con todas las medidas de aislamiento que había en esa época. Todos recuerdan que unos 300 vecinos acompañaron el cortejo fúnebre durante los dos kilómetros que separaban el lugar del velatorio y el cementerio local.