La Colección Amalita inauguró "Rómulo Macció | Crónicas de New York", una muestra que reúne 29 obras dedicadas a la ciudad estadounidense realizada por el artista argentino entre finales de los ochentas y la década de los noventa.
La exposición -curada por Florencia Battiti con diseño museográfico de Juan José Cambre- es una pequeña parte del enorme cuerpo de obra de Macció, en la que se encuentra un importante trabajo de retórica visual vinculado en forma directa con su pasado de publicista (en la década del '40, con tan solo 14 años ingresó en una agencia publicitaria y años más tarde llegó a ser director de arte en De Luca y Walter Thompson).
Macció tomaba fotografías de lugares y situaciones cotidianas a las que consideraba “bocetos” de las que más tarde se valía como inspiración para sus pinturas. Allí no transcribía las imágenes capturadas por la cámara, sino que sólo utilizaba los aspectos que le parecían relevantes para sumarlos a sus ideas sobre la realidad y la memoria de sus experiencias personales, lo que conllevaba una carga subjetiva que brindó un carácter personal a su mirada sobre el paisaje urbano.
De este modo, las ciudades le sirvieron de disparador y se constituyeron en una mera excusa para pintar. No obstante, en la serie dedicada a Nueva York se encuentra un manejo de lenguaje y vocabulario gráfico mayor y más elaborado que en aquellas dedicadas a otras ciudades como Buenos Aires o Venecia.
El conjunto es quizás uno de los más figurativos en la obra de Macció aunque incluye algunas pinturas que conservan un anclaje con la abstracción a partir de composiciones creadas con elementos que se repiten como la trama de ventanas con acondicionadores de aire sobre la pared de un edificio o los automóviles que circulan sobre una avenida. Por su parte, los vidrios de los rascacielos son llevados a un primer plano y se convierten en una piel sobre la que se reflejan las luces de la ciudad.
Macció fue capaz de crear paisajes urbanos en los que el cielo y la nieve se reconstruyen a partir del blanco del lienzo al que aprovecha como un atajo estilístico que quizás otros artistas no hubieran podido o sabido valorar como tal, lo que da cuenta de la astucia puesta al servicio de la creatividad.
A lo largo del recorrido el visitante se encontrará con la obra de un artista audaz y de gran libertad expresiva que contaba con una inmensa variedad de recursos técnicos y creativos.
Si bien algunos de los temas que tocaba hacen referencia directa a cuestiones políticas y sociales como la gentrificación -tal el caso de PJ Clarke's, un bar del siglo XIX que ocupa una construcción de dos plantas y sobrevive entre rascacielos, lo que da a la obra un aire de melancolía-, o al empleo precario de los menos pudientes en los años '40 -la pintura que muestra los hombres que trabajaban en Navidad disfrazados de Papá Noel en la Quinta Avenida y al final de la jornada se iban a un barrio bajo a embriagarse-, Macció sostenía que la pintura era lo más importante y tomaba los motivos como excusa para el gesto puramente artístico.
Con el paso del tiempo las obras no han perdido la energía y tienen la vitalidad que es característica de la ciudad de Nueva York, una ciudad que "es capaz de reunir lo mejor y lo peor del mundo", según sus palabras.
Rómulo Macció fue un pintor autodidacta. En 1961 creó el movimiento Nueva Figuración junto con Luis Felipe Noé, Jorge de la Vega y Ernesto Deira. A lo largo de su trayectoria recibió el Premio De Ridder en 1959, el Primer Premio Internacional del Instituto Torcuato Di Tella en 1963, el Guggenheim Award en 1964 y el Gran Premio de Honor del Salón Nacional en 1967, entre otros.
Representó a la Argentina en la Bienal de Venecia en 1968 y 1988, en la Bienal de París en 1969 y en la Bienal de San Pablo en 1963 y 1985. Sus obras forman parte de colecciones públicas y privadas de América y Europa.
La muestra "Rómulo Macció | Crónicas de New York" se puede visitar en la Colección de Arte Amalita, Olga Cossettini 141, ciudad de Buenos Aires de martes a domingos de 12.00 a 20.00