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Pandemia de coronavirus

La ciudad santafesina de Rosario gana un premio por sus huertas urbanas

El municipio de Rosario, que compitió con iniciativas de Nairobi, Londres, Ahmedabad (India) y Monterrey (México), recibirá US$250.000 como parte del premio.

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Dos décadas después de la crisis del 2001, unas 30 hectáreas de Rosario sirven como parque huertas comunitarios, y otras 15 hectáreas de huertas familiares proporcionan alimento y trabajo a comunidades sin recursos. | Bloomberg

Cuando la economía argentina colapsó en 2001, muchos residentes de Rosario, la tercera ciudad más grande del país, quedaron de repente sin empleo y sin comida.

En respuesta a la crisis, el Gobierno municipal trabajó con 700 familias de agricultores que cultivan sus propios alimentos con la ayuda de una ONG local. La ciudad expandió el programa, dedicó tierras subutilizadas a la agricultura y alentó a los agricultores a vender sus productos localmente. Dos décadas después, unas 30 hectáreas de Rosario sirven como parque huertas comunitarios, y otras 15 hectáreas de huertas familiares proporcionan alimento y trabajo a comunidades sin recursos.

El martes, el proyecto fue galardonado con el Premio a las Ciudades 2020-2021 del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés). La organización, que tiene como objetivo resolver “desafíos de medio ambiente y desarrollo humano”, consideró proyectos que reconocían formas innovadoras de abordar el cambio climático y la desigualdad. El municipio de Rosario, que compitió con iniciativas de Nairobi, Londres, Ahmedabad (India) y Monterrey (México), recibirá US$250.000 como parte del premio.

Los huertos del Programa de Agricultura Urbana de Rosario han surgido en lugares inverosímiles: parcelas municipales vacías de la ciudad, antiguos basureros y el espacio donde quedaba una antigua fábrica de ladrillos. Desde 2015, el proyecto se ha ampliado para crear un “cinturón verde” alrededor de la ciudad que designa unas 700 hectáreas de tierra no utilizada para la producción agroecológica.

“Había una idea de recuperar la tierra y de entender que tenía que ser cultivada pero también protegida”, dice Pablo Nasi Murua, subsecretario de Desarrollo Humano y Hábitat de Rosario. “Buscamos que los vecinos se autosustentaran a través de la producción y al mismo tiempo encontraran una fuente de trabajo”.

Más allá de la creación de empleo, el programa también conecta los barrios colindantes con el centro de Rosario al llevar a los agricultores a ferias y mercados municipales donde pueden vender sus productos. Los miles de ferias de huerteros que se celebran anualmente desde 2002 han creado espacios para la “inclusión, el intercambio y la cooperación”, dice Nasi Murua.

Poco después de comenzar el Programa de Agricultura Urbana, la ciudad se dio cuenta de que muchos de los agricultores y vendedores participantes eran mujeres que entregaban el dinero que ganaban a sus maridos. El municipio creó el primer encuentro de mujeres campesinas de Rosario en 2003 para empoderarlas y enseñarles a ser independientes a nivel económico.

El programa agrícola también ha generado una serie de talleres y programas municipales para una comunidad floreciente de herreros, carpinteros y productores textiles artesanales que ahora venden sus productos en ferias y mercados. Asimismo, otros espacios de producción como el Biomercado permiten a pueblos indígenas como los qom y los mocovíes vender productos tradicionales, como calabaza, yuca y canastas artesanales.

El WRI también reconoció los beneficios ambientales del programa. Antes de que comenzara el Programa de Agricultura Urbana, la soja era el producto principal de Rosario y las emisiones de gases de efecto invernadero se dispararon por la importación de alimentos a través de una compleja cadena de suministro. Hoy en día, Rosario es mayoritariamente autosostenible y más verde.

De hecho, en 2019, el Banco Interamericano de Desarrollo nombró a Rosario como la ciudad argentina más verde con un promedio de 12 metros cuadrados de tierra verde por cada habitante. Según un estudio de la Universidad Nacional de Rosario, la producción local puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 95%.

El programa también se ha centrado en la producción orgánica de vegetales, sin el uso de productos químicos que podrían ser tóxicos o nocivos para el medio ambiente. Para evitar el uso excesivo del sistema hídrico de la ciudad, los técnicos del programa construyeron una red de riego que extrae agua del depósito subterráneo natural de la ciudad.

A pesar de existir en áreas urbanas, los parque huertas y terrenos tienden a permanecer limpios porque las comunidades aceptan estos espacios como propios, usándolos a menudo como parques y lugares para que los niños jueguen, dice Nasi Murua.

“Como rosarino, me enorgullece que este programa haya nacido de una terrible crisis política, económica y social en el país”, dice. “Ha pasado por años prósperos y magros, pero cada vez que ha habido una crisis, se expande”.