Un cambio demográfico ha dejado al campo español con cientos de pueblos fantasmas e historias como la de Gustavo Iglesias. Al igual que otros en la aldea de Acorrada, en la región de Galicia al norte de España, Iglesias se mudó a una ciudad más grande para trabajar, dejando atrás un pueblo con seis casas de piedra gris y dos almacenes de cereales, con vista a un valle exuberante. Su familia había vivido allí durante generaciones, cultivando trigo y cuidando vacas, pero cuando su padre murió hace unos 30 años, estaba vacío y abandonado a su suerte.
Ahora, el hombre de 57 años, que trabaja como policía portuario en Burela, un pueblo de pescadores en la costa gallega, se ha unido a otros propietarios para poner la aldea en venta, con la esperanza de darle una nueva vida. ¿El precio de venta? Sólo 85.000 euros, o US$96.000.
"Me gustaría que alguien la compre y la restaure para que siga teniendo vida", dice Iglesias.
El campo de España está salpicado de aldeas como la de Iglesias, que se venden después de que sus dueños las abandonaran. Para el gobierno del primer ministro Pedro Sánchez, quien convirtió la reversión de la despoblación rural en un tema clave de política cuando llegó al poder en 2018, tales esfuerzos pueden ayudar a detener la desertificación rural antes de que el territorio caiga en crisis. Sánchez, quien enfrenta una elección general en abril, discutirá las medidas para revertir la tendencia el viernes con su gabinete.
"Tenemos que ser conscientes del invierno demográfico que amenaza gran parte de nuestro territorio", dijo en un foro.
"La mitad de los municipios de España tienen menos de 1.000 habitantes, y una gran parte de nuestro territorio está en riesgo de despoblación". Los extranjeros aventureros y los empresarios españoles empiezan a perfilarse como parte de la solución, ya que compran algunas de las aldeas, aprovechando los precios de ganga. Aldeas Abandonadas, una agencia inmobiliaria especializada en tales ventas, vendió el año pasado cerca de 40 aldeas, y los compradores extranjeros representaron 90 por ciento de las transacciones. La compañía recientemente recibió un impulso después de que Gwyneth Paltrow señalara una de las aldeas en su sitio web como un buen regalo de navidad.
"La gente viene de todas partes del mundo a comprar", afirma Pepe Rodil, gerente de la agencia, quien señaló la famosa comida de la zona: pulpo, vieiras y almejas, así como los caldos de fríjoles blancos con chorizo y cerdo y el chorizo a la sidra, como un atractivo para los compradores potenciales de aldeas como la de Iglesias.
Hay alrededor de 1.500 aldeas abandonadas en España, asegura Elvira Fafian, fundadora de Aldeas Abandonadas. Cada vez más se están poniendo en venta, ya que los consejos locales requieren que los propietarios mantengan sus propiedades, lo que muchos no pueden permitirse. El fenómeno de la aldea fantasma probablemente crecerá, dice.
Aunque la urbanización está vaciando las zonas rurales en grandes franjas de Europa, la tendencia es dramática en España. Alrededor del 53 por ciento de España tiene una densidad de población de menos de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado, entre las peores tasas de Europa Occidental. La despoblación se está convirtiendo rápidamente en un tema de campaña para las elecciones de abril, y el partido de oposición Ciudadanos propuso la semana pasada un recorte de impuestos para los municipios con menos de 8 personas por kilómetro cuadrado. Ha surgido un nuevo partido político, Partido Eñe, que defiende la España rural y presiona por políticas para combatir la despoblación. Planea competir en las elecciones municipales previstas para mayo.
También se da en España el hecho de que nacen menos bebés. La tasa de fertilidad de España, de 1,3 por ciento en 2017, fue la segunda más baja en la Unión Europea, después de Malta, y la brecha en el país entre los nacimientos urbanos y rurales es una de las más amplias en la UE. La falta de jóvenes significa que la población no se repone, mientras que las regiones también pierden a los empresarios que podrían haber generado empleo e impulsado la economía local.
Un informe reciente de la Comisión Europea destaca la despoblación en las zonas rurales y la presión sobre las ciudades españolas entre los temas de preocupación. Madrid, Barcelona y la cadena de ciudades más pequeñas a lo largo de la costa mediterránea bañada por el sol todavía no enfrentan los desafíos de la contaminación, la congestión del tráfico y la tensión en la infraestructura que se observa en las megaciudades, pero seguramente lo harán en el futuro.
"Muchos expertos dicen que 70 por ciento de la población vivirá en megaciudades para 2050", asegura Isaura Leal, comisionada del gobierno para la despoblación rural que se retiró antes de las elecciones, en una entrevista en Madrid. “Creemos que tenemos la capacidad de revertir ese proceso. Todavía hay tiempo".
Ya hay pequeños pasos en marcha. Una medida que se está estudiando es aumentar el alcance de Internet de banda ancha que permite a las personas trabajar desde casa. Otro incentivo es proporcionar incentivos para que las personas se muden a áreas rurales. En Asturias y Galicia, el gobierno local financia parcialmente la restauración de techos en casas tradicionales.
El esfuerzo del sector privado puede provenir de personas como Alberto Hidalgo, un fotógrafo de publicidad y moda de Madrid, que compró una aldea de 35 hectáreas en el norte de España por 120.000 euros a través de Aldeas Abandonadas.
En un día cálido en febrero, se reunió con un par de arquitectos locales para hablar sobre cómo convertir el lugar en un retiro de spa. Hidalgo y su novia, artista de maquillaje, habían comprado su propio valle, cuyas empinadas orillas están cubiertas de robles, castaños y eucaliptos. La casa principal se encuentra en el montículo rodeado de edificios de piedra que planean convertir en alojamiento. Abajo, un huerto de manzanos cae hacia un arroyo y, en la distancia, el murmullo de una pequeña cascada complementa el descenso de las vacas en pastoreo.
"Estábamos buscando un lugar donde no pudiéramos ver a nadie", dice Hidalgo.
Se ha mantenido en contacto con los dueños anteriores, una familia cuyos miembros habían vivido allí durante 118 años. La familia ha vuelto a visitar después de mudarse a una ciudad cercana y dejar atrás casi todos sus muebles y vajilla. Docenas de herramientas, así como una antigua prensa de sidra y un molino de uvas, se apilan en un granero.
Ya sea un deseo de preservar la historia cultural de España o porque la tecnología ahora permite trabajar desde cualquier lugar, la gente está empezando a regresar. Sin embargo, persuadir a las personas para que regresen en cantidades significativas puede ser demasiado ambicioso, asegura Luis Antonio Saez, profesor de economía aplicada en la Universidad de Zaragoza. Lo mejor que puede esperar España es detener el sangrado. "Poco a poco, lo que veremos es una cierta reestructuración, en lugar de una repoblación", dice Saez.
Por su parte, Iglesias, quien durante décadas se resistió a vender su hogar de infancia por razones sentimentales, afirma estar listo para hacer su parte. "Prefiero venderla, para que pueda tener una vida nuevamente y la gente pueda disfrutarla", dijo.