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El mundo no respaldará el plan de anexión de Israel: H. Ibish

Parece cada vez más probable que el nuevo gobierno de Israel acordado entre el partido Likud de Benjamín Netanyahu y la coalición Azul y Blanco de Benny Gantz proceda con un plan de anexión de grandes partes de Cisjordania. En Israel y Estados Unidos, muchas discusiones se han centrado en cuándo podría ocurrir exactamente la apropriación de tierras y cómo reaccionaría la administración Trump.

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Parece cada vez más probable que el nuevo gobierno de Israel acordado entre el partido Likud de Benjamín Netanyahu y la coalición Azul y Blanco de Benny Gantz proceda con un plan de anexión de grandes partes de Cisjordania. En Israel y Estados Unidos, muchas discusiones se han centrado en cuándo podría ocurrir exactamente la apropriación de tierras y cómo reaccionaría la administración Trump.

El presidente Trump, no lo olvidemos, ya ha acogido la idea de la anexión. Pero, como he sugerido antes, es posible que no quiera que ocurra antes de las elecciones presidenciales de noviembre. Netanyahu y Gantz sin duda esperarán alguna orientación del secretario de Estado, Mike Pompeo, cuando llegue a Jerusalén hoy, 13 de mayo.

Sin embargo, se presta poca atención a cómo otros actores percibirán la anexión. En gran parte del mundo, ya hay una creciente inquietud sobre el futuro que Israel impondrá a los palestinos. Si los cinco millones de palestinos que viven en los territorios ocupados en 1967 se ven privados de más tierras sin siquiera los derechos básicos de ciudadanía, podría ser imposible para Israel escapar al estigma de Estado apartheid.

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La comunidad internacional se dará cuenta de que los israelíes están abrogando unilateralmente los compromisos solemnes de los tratados. En la Declaración de Principios de 1993 que acordó con la Organización de Liberación de Palestina, bajo el patrocinio de EE.UU. y Rusia, Israel prometió no anexar los territorios ocupados. Fallar a su palabra, incluso con la aprobación de EE.UU., causará daños diplomáticos graves y duraderos.

¿Cómo reaccionaría el mundo ante la anexión? Entre las principales potencias, es probable que Rusia y China lo lamenten formalmente, pero harán poco más: Moscú y Pekín no arriesgarán sus fuertes lazos con Israel por este tema. Europa, sin embargo, es otro asunto.

Es más que probable que los gobiernos europeos consideren ilegítimas las áreas recién anexadas, al igual que muchos otros asentamientos israelíes en Cisjordania. Aunque hay poco que puedan hacer para evitar la anexión, pueden imponer un costo económico a Israel. Miembros de la Unión Europea ya están considerando medidas punitivas, que van desde restricciones a los acuerdos comerciales hasta la denegación de subvenciones.

Muchos países europeos tienen leyes que distinguen entre bienes y servicios producidos en asentamientos ilegítimos, que están etiquetados para mostrar su origen o son excluidos de términos comerciales beneficiosos, y los producidos en Israel como tal. Los israelíes que establezcan negocios en tierras anexas podrían tener dificultades para acceder a los mercados europeos.

Habrá un precio político también. Con el tiempo, los europeos considerarán cada vez más el Estado israelí en general como fundamentalmente ilegítimo porque no se ha distinguido de los asentamientos. Esta visión fundamentará las políticas que los gobiernos europeos adopten hacia Israel.

La mayoría de los países emergentes también tendrán una visión sombría sobre la anexión: tienen un interés en un sistema internacional que prohíbe la apropriación de tierras por la guerra. India podría considerarlo como una reivindicación de sus propias políticas en Cachemira, pero al menos expresará su desaprobación formal. Sudáfrica, Brasil, México y otros serán más enérgicos en sus críticas, especialmente en las Naciones Unidas y otros organismos multilaterales, y se resistirán a la normalización de un Israel expandido.

Lo mismo ocurre con las naciones islámicas, incluso las distantes como Indonesia y Nigeria. En Medio Oriente, la anexión profundizará la hostilidad hacia Israel de parte de un amplio rango de actores, desde Irán y Turquía hasta grupos islamistas. Además, si Hizbulá y Hamás intensifican los ataques contra objetivos israelíes, tendrán una justificación ya elaborada que será persuasiva para muchos musulmanes de todo el mundo.

La anexión prácticamente descartaría el reconocimiento diplomático de Israel por parte de otros países árabes, incluso aquellos que recientemente han estado cultivando relaciones estratégicas más estrechas como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Incluso amenazaría las relaciones con los Estados árabes que sí reconocen a Israel, es decir Egipto y Jordania.

A largo plazo, las reacciones de los Estados árabes y musulmanes se regirán por lo que hagan los palestinos. El plan de anexión los deja abandonados en un área autónoma en Cisjordania, completamente rodeada por el Israel expandido. Netanyahu está calculando que los palestinos no tendrán más opción que tomar lo que más puedan.

Esto es una ilusión. Los palestinos no renunciarán a sus reclamos históricos y aspiraciones nacionales a cambio de un enclave de Cisjordania con un autogobierno limitado dentro de un gran Israel. Puede que un nuevo levantamiento violento sea inevitable y requiera una respuesta militar de las Fuerzas de Defensa de Israel, lo que a su vez corre el riesgo de generar mayor oprobio internacional.

Incluso sin una conflagración, Israel esencialmente suprimirá los derechos humanos básicos de millones de personas, y ni siquiera se pretenderá que se trata de una situación temporal, a la espera de un eventual acuerdo de paz. No hay cantidad de apoyo de la administración Trump que pueda borrar esa mancha.