Como se sabe, siembre hay dos lados en un negocio. Con más de 80 millones de personas mucho más pobres tras el derrumbe de su moneda, los ganadores de la crisis en Turquía son los extranjeros detrás de las batas de terciopelo en el centro comercial Istinye de Estambul.
Ahí están, haciendo fila para gastar su dinero en algunos de los minoristas más caros del mundo –Louis Vuitton, Chanel y Hermés entre ellos- bajo el cielo azul que deja ver el complejo comercial de techo abierto. De repente, los productos en oferta se han vuelto mucho más baratos para los pocos con suerte de tener moneda extranjera para gastar.
“Turquía es ahora el lugar más barato en el mundo para ir de compras”, dijo Orhan, de 22 años, quien guardaba el puesto en la fila fuera de Louis Vuitton para una pareja china que estaba comprando en otra tienda, y no quiso identificarse con su apellido.
Más allá, en el local de Chanel, el premio por una espera de media hora fuera de las puertas de cristal es poder comprar un bolso clásico de Chanel modelo Camera por 18.500 liras, equivalentes a US$2.877, un descuento de casi 25 por ciento respecto a los US$3.700 que cuesta en la tienda por internet de la marca para el mercado europeo.
Dentro de las tiendas, los clientes preguntaban por los precios, mientras revisaban en sus iPhones la conversión a euros y dólares, según las últimas tasas de cambio. Es difícil seguir el ritmo a la divisa. En las últimas tres semanas, la lira ha caído un 27 por ciento frente al dólar, un 21 por ciento de eso solo la semana pasada. A las 09:45 de la mañana del lunes, ya había caído otro 5,3 por ciento a 6,7935 por dólar.
Casi todos los que estaban haciendo fila fuera de los locales de lujo eran visitantes árabes y asiáticos, con algunos europeos entre ellos. No había compradores turcos a la vista.
“Ganamos dólares y compramos en liras turcas”, dijo Carson, de 35 años, un ciudadano chino, quien trabaja en telecomunicaciones en Estambul, quien tampoco quiso dar su apellido, mientras conversaba con un reportero afuera de Louis Vuitton. “Para las empresas a largo plazo no es bueno, para la gente en el país no es bueno. Están sufriendo por la caída de su moneda”.
Pero quizás podría haber un resquicio de esperanza. “Normalmente la gente compra algo para sus amigos también”, afirmó.