Joe Biden comenzó su presidencia de forma muy similar a su predecesor: prometiendo restaurar la esperanza a una clase media obrera golpeada por décadas de implacables pérdidas de empleos por la automatización y la competencia extranjera. Pero la realidad está poniendo rápidamente en peligro sus planes de tratar de avivar el empleo en el sector manufacturero de Estados Unidos tras de una crisis económica.
Después de un período de recuperación el año pasado, las nóminas manufactureras de EE.UU. se estancaron los últimos meses para luego retroceder en enero. El país está en camino a repetir un patrón observado en todas las recesiones desde que los empleos en el sector manufacturero llegaron a su punto máximo en junio de 1979: un declive estructural en el empleo incluso en medio de una expansión sostenida en la producción.
A medida que Biden comienza a diseñar planes para el programa de reconstrucción económica a largo plazo, diseñado como continuación de su proyecto de ley de alivio del covid-19 de US$1,9 billones, el cálculo comercial de la fabricación estadounidense se avecina de forma amenazante.
Biden acelera la aplicación de su plan de estímulo
Un análisis de Bloomberg de notificaciones de cierres de plantas enviadas por las empresas a los funcionarios estatales de todo el país muestran que las consecuencias de la pandemia están lejos de terminar. Los empleadores, que ya han eliminado 582.000 empleos no agrícolas netos en comparación con el nivel previo al covid-19, buscan salir de la crisis de la manera más eficiente.
No se sabe cuánta capacidad industrial de EE.UU. terminará reduciéndose. La producción industrial en diciembre fue 3,6% menor que el año anterior, con un uso de capacidad 5,3 puntos porcentuales por debajo del promedio de 1972-2019, según la Reserva Federal. Datos más recientes de encuestas a gerentes de compras muestran que los pedidos de productos manufacturados se expandieron a principios de 2021.Pero hay preguntas más importantes sobre el regreso de los empleos y las repercusiones políticas que acompañarían el hecho de no traerlos de vuelta en estados importantes como Michigan y Pensilvania. Estados como esos ayudaron a que Donald Trump ganará la Casa Blanca en 2016 y a que Biden la recuperará en 2020, y es probable que sigan siendo campos de batalla partidistas para muchas elecciones por venir.
El presidente de United Steelworkers, Tom Conway, está preocupado por una recuperación sin un aumento de los empleos. “Eso es lo que sucedió en 2009”, dice Conway. “Veremos cómo la productividad se dispara sin un aumento significativo en la fuerza laboral” y los empleados restantes “trabajan de 12 a 16 horas diarias durante meses”, teme.
Biden y su equipo son conscientes del peligro. Incluso mientras el presidente busca apoyo entre las empresas para su plan de ayuda, exhibido el martes en una reunión en la Oficina Oval con directores ejecutivos, está planeando un papel más importante para el Gobierno en esta recuperación, con dinero para investigación y creación de demanda, a través de programas de infraestructura, políticas de adquisiciones, iniciativas de restauración y prioridades a largo plazo, incluido el cambio climático.
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Al firmar una orden ejecutiva el 25 de enero para alentar más compras del Gobierno federal de productos hechos en EE.UU., Biden rechazó “la visión derrotista” de que EE.UU. no podría crear más empleos en el sector manufacturero. “No concuerdo ni por un segundo con que la vitalidad de la fabricación estadounidense sea cosa del pasado”.
Biden visitará el estado industrial de Wisconsin la próxima semana. Eso será en la víspera de un discurso en el Congreso en el que se espera que presente su plan de “reconstruir mejor”, que incluye componentes para crear más empleos en el sector manufacturero. Los asesores esperan que dicho plan dé origen a acciones bipartidistas.
“En el área de fabricación e infraestructura, y están relacionadas, podría y debería haber algún interés bipartidista”, dijo el asesor económico de Biden, Jared Bernstein, en una entrevista. “Hay muchos estados que son rojos, azules y morados que estarían muy interesados en suscribirse a una agenda de empleos con empleos de manufactura de alto valor agregado”.
El sector manufacturero estadounidense aún enfrenta muchos desafíos a largo plazo. En un estudio de Indiana, que se publicará próximamente, expertos de la Brookings Institution, de izquierda, y del American Enterprise Institute, de derecha, descubrieron que el estado estadounidense con mayor actividad manufacturera se veía afectado por disminuciones en la productividad y la inversión, y una rotación de los trabajos de producción a los de almacenamiento.