INTERNACIONAL
Estados Unidos

Joe Biden y el inoportuno impeachment a Donald Trump

El presidente quiere avanzar con su agenda en el Congreso, pero el juicio político a su predecesor acapara el interés del Senado, presiona a los republicanos, y divide aun más al país.

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El presidente quiere concentrarse en su agenda, pero no puede. Trump sigue presente. | Cedoc

Todas las cámaras, los reflectores y los micrófonos de la prensa estarán enfocados a partir de ahora en el inédito juicio político a un ex presidente que el Senado norteamericano le ha iniciado a Donald Trump. Pero a la audiencia global de miles de millones de personas que seguirán día a día sus alternativas le faltará un espectador privilegiado: Joe Biden.

“El presidente tiene una agenda muy completa esta semana y no acompañará las alternativas del proceso”, adelantó su vocera, Jen Psaki, mientras el propio Biden se negó a comentar el arranque del juicio: “dejemos que el Senado haga su trabajo”, se limitó a decir.

El compromiso del mandatario con distanciarse de la marcha del impeachment parece serio. Fuentes de la Casa Blanca dijeron al Washington Post que Biden no recibirá actualizaciones de los debates ni discutirá con los senadores demócratas cuestiones referentes a los testigos que declararán, lo que puede extender el juicio y, así, entorpecer la aprobación en la Cámara alta de iniciativas de su agenda.

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El impeachment contra Donald Trump avanza tras votación en el Senado

“Biden es un insider. Un sujeto del sistema. Alguien que durante más de 40 años negoció poder en Washington. Está acostumbrado a los victorias y derrotas mínimas. No es un actor que apueste a la épica, los grandes conflictos y las rupturas terminales. Su capital político está en los grises. En este sentido, no fogonear el impeachment es una clara señal de paz a la bancada republicana”, sostiene Gonzalo Sarasqueta, especialista en Comunicación Política.

Si algo caracterizó el paso de Donald Trump por la Casa Blanca fue su excepcionalidad. Casi nada de lo que hizo tuvo antecedentes en otras administraciones. Y su salida también fue excepcional: nunca reconoció abiertamente su derrota, no asistió a la ceremonia de transmisión del mando y ahora, fuera del poder, enfrenta un juicio político, lo que hace que Biden esté en una situación que ninguno de sus predecesores vivió.

Para peor, esa batalla que atrae la atención de la prensa de todo el mundo y enciende los ánimos en propios y ajenos, se dará para Biden en plena “luna de miel” de los primeros cien días, cuando los presidentes tienen una ventana de oportunidad única para impulsar sus proyectos.

Además de dividir al país, el proceso es una presión adicional sobre los republicanos y puede debilitar la voluntad de los sectores moderados de sacarse de encima a un hombre que ahora tendrá un gran protagonismo en del debate público, podrá victimizarse y probablemente saldrá indemne del juicio.

Problemas. El disgusto del presidente con el inicio, en estos momentos, de un juicio que polarizará aun más a la sociedad, es comprensible. Después de todo, llegó a la Casa Blanca con la promesa solemne de “sanar las heridas” y unir a un país atravesado por el odio.

“El gabinete de Biden necesita ser ratificado, uno a uno, en el Senado, un proceso que avanza lento y se va a poner más lento con el impeachment”, explica el analista chileno Patricio Navia.

“Biden quisiera tener a su gabinete en sus cargos lo antes posible, pero el juicio a Trump va a retrasar todo eso. Además, necesita que se apruebe su paquete de estímulo económico. El impeachment también retrasa todo eso”, agrega el profesor de la Universidad de Nueva York.

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Por su parte, Fernando Ohanessian, especialista en relaciones internaciones, recuerda que, más allá de que le guste o no, “Biden heredó este proceso y no puede elegir. Tiene que atravesar esta circunstancia política”.

Profesor de la Universidad de la Defensa, Ohanessian destaca también que el juicio, que coloca de algún modo a los republicanos entre la espada y la pared, va en contra de la agenda de Biden, que necesita de acuerdos bipartidistas.

“Más allá de que Biden tenga una mayoría mínima (50 + la vice Kamala Harris) en la Cámara Alta, se necesitan sesenta senadores presentes para finalizar un debate. Y es en el Senado donde se determinan asuntos de gran relevancia como por ejemplo las designaciones de embajadores y miembros de la Corte Suprema y la ratificación de tratados internacionales”, recuerda Sarasqueta.

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“Todo lo que impulsa el presidente, pandemia, inmigración, nombramiento de funcionarios, la agenda con Rusia, con China, la pacificación interna, todo va en contra del escenario que le puede generar el impeachment”, explica Ohanessian.

Demócratas. La necesidad de juzgar a Trump por su responsabilidad en el asalto al Capitolio del seis de enero ha sido defendida por los sectores más radicalizados del partido Demócrata, liderados por el senador Bernie Sanders y la representante Alexandria Ocasio-Cortez, los mismos que ya han tratado de condicionar la agenda de Biden en temas como el auxilio económico por la pandemia.

“Excepto esa ala más rebelde de los demócratas, el partido no quiere darle el volumen y la identidad a Trump que el impeachment le generará. Ahora podrá hablar, ser entrevistado, presionar abiertamente a los republicanos y entorpecer la agenda de Biden en el Senado”, destaca el especialista Juan Battaleme, secretario Académico del CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales).

Para Battaleme, la ofensiva contra Trump sólo reforzará la percepción de sus seguidores de que es víctima del sistema y le permitirá victimizarse. “No nos olvidemos que ya lo tienen censurado (por la suspensión de sus cuentas en las redes sociales, ndr), lo que agranda su figura. Porque una cosa es presentarlo como un mal momento en la historia moderna del país y otra es agrandarlo como si fuera la suma de todos los males”, añade.

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Republicanos. Pero el proceso que arrancó hoy no sólo es una presión para el presidente y para su partido, sino también para los republicanos, sumidos en una auténtica “guerra civil” tras cuatro años de trumpismo. Seis de ellos votaron el martes a favor del enjuiciamiento.

Ohanessian cree que los republicanos están ante un dilema. “Si alguno piensa en votar en contra de Trump, por ejemplo, los más moderados, los que quisieran sacárselo de encima, va a ser tildado de traidor. Y como es muy probable que no sea condenado, esos republicanos pagarán un alto costo político”.

“Los republicanos ya han tomado partido, dice Battaleme: ‘no jorobemos con Trump, porque voy a tener que salir a respaldar a alguien que todavía conserva el 30 por ciento del apoyo de su partido’. Un apoyo que puede ser traducido en un costo político en la próxima elección de medio término, un costo que ningún republicano quiere pagar”.

Esa presión que enfrenta el partido opositor puede parecer beneficiosa para Biden, pero no deja de ser un riesgo.

“Para Biden no es malo que Trump divida a los republicanos. Mientras más grande sea su sombra, más difícil es que aparezca algún líder alternativo.  Pero el riesgo es que Biden termine dándole vida a un monstruo que ejerza el control total del partido y bloquee su capacidad de gobernar y avanzar con su agenda”, sostiene Navia.

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Ohanessian coindice en que Biden se enfrenta a un gran riesgo. “Si uno pudiese tener el diario del lunes y decir ‘termino políticamente con Trump’, es interesante el impeachment ahora. El tema es que lo que aparece como el escenario más probable es que no logren condenarlo: se necesitan 17 senadores republicanos y todos los demócratas, algo muy poco probable”.

“Lo que vas a tener es a Trump como víctima de las élites, omnipresente en la agenda política y, encima, sin ser condenado”, agrega.

“Hubiera sido mejor para Biden retrasar ese juicio en varias semanas y así permitir que el partido republicano siga con su guerra civil. Si a los republicanos les toca votar esta semana o la próxima, la mayoría va a votar por absolver a Trump”, apunta Navia. 

El analista chileno matiza sin embargo el perjuicio para el presidente del proceso a su predecesor que acaba de comenzar. “Si la campaña de vacunación sigue avanzando bien y la economía se recupera sin sobrecalentarse, Biden va a querer que se haga la comparación entre lo que hizo Trump y lo que ha hecho él”. 

“La aprobación de Biden es bastante alta. Está en su periodo de luna de miel, así que la comparación con Trump, especialmente si este se polariza y radicaliza, será favorable para Biden, al menos en las próximas semanas”, concluye.